Sombra y Luz

Capítulo 30

El preludio de una terrible batalla amanecía en los oscuros terrenos del Campus. Dos fuerzas antagónicas estaban prestas para enfrentarse en un colosal choque de fuerzas, por un lado las fuerzas de Anarquía, lideradas en terreno por el malvado Tarso, segundo al mando de aquella maléfica organización, que ya tenía a casi todos los estudiantes, profesores y administrativos convertidos a la Sombra y dispuestos a morir por el caos y la destrucción, y por el otro los héroes de Derecho, últimos supervivientes de la terrible crisis que ha consumido por completo a todas y cada una de las Facultades, sin contar la terrible desgracia provocada por Lumine, el arma mítica construida por los oscuros que ya destruyó a Ingeniería, y que ahora amenazaba con sepultar el último bastión de resistencia estudiantil que ha acogido a los últimos estudiantes libres que quedaban por aquel entonces.

Y en medio de aquel colosal ejército anarquico que iba a precipitarse en contra de ellos, estaban los 5 de la Luz liderados por Magnus y el Portador de Sombra, Silfer, quienes decidieron unir sus fuerzas para derrotar la majestuosa fuerza de oscuridad constituida por su gran líder, Rivius, quien curiosamente no daba señales de presencia, pero de quien se presumía era el artífice principal de toda esta parafernalia.

 

— ¡Siervos de la Sombra, he aquí la última luz de libertad que se cierne sobre este condenado Campus! ¡Destruiremos lo que queda de esta Facultad y sobre sus ruinas, edificaremos el futuro de este mundo! ¡SALVE ANARQUIA! —Era el discurso de Tarso motivando a sus hombres y mujeres.

— ¡SALVE ANARQUIA! ¡SALVE ANARQUIA! —Hacían su grito de guerra los encapuchados.

— Jamás imaginé que en mis años como estudiante enfrentaría algo tan grande. Que suerte que no estoy solo para pelear contra toda aquella monstruosidad. —Decía con algo de humor Julius.

— Nunca has estado solo, mi amor. —Afirmó sonriente Josy mientras tomaba la mano de su pololo.

— Concuerdo contigo en eso Julius. Ahora estamos mucho más unidos que antes. Triunfaremos, eso es seguro. —Decía con confianza Sena.

Magnus y Silfer observaban en silencio hacia donde estaban sus enemigos con una mirada de seriedad, aunque a diferencia del segundo, el primero tenía un aire más de seguridad, pues ahora confiaba en que resolverían a su favor esta difícil situación, ya que no solo el destino de sus compañeros estaba en juego, sino también el de todo el Campus.

 

— Muy bien amigos, ya es hora. —Dijo Magnus con mucha calma.

Todos se pusieron en fila, posicionándose para salir rumbo a la batalla. Lo que más les llamaba la atención era la presencia misma del Portador de Sombra, otrora enemigo y ahora aliado. Era algo de lo cual todavía no se lo podían creer los héroes.

 

— Y pensar que en otro tiempo eras nuestro enemigo, y ahora peleas con nosotros por la Facultad y el Campus. Eso me hace sentir muy feliz. —Dijo Flora esbozando una linda sonrisa.

— Pues… gracias, supongo. —Respondió Silfer algo sonrojado por los halagos de la joven.

— No cantes victoria todavía, aun no acepto que estés cerca de mi hermana. —Advertía Sena con cara seria.

— ¡Sena! —Exclamó furiosa Flora al escuchar sus palabras.

— Como sea, todos estaremos juntos una vez derrotemos a estos sujetos. —Afirmó Magnus.

— Antes de que empieces perdedor, solo dejaré en claro dos cosas… —Agregaba Silfer—. Primero, mi objetivo es destruir a Rivius, así que no intenten detenerme porque desataré toda mi furia contra él sin premura. Y segundo, esto es solo una tregua temporal, porque cuando esto termine, tú y yo arreglaremos cuentas pendientes. —Decía mientras miraba a Magnus con frivolidad.

— Veo que te afectó mucho el que te derrotara la última vez. —Dijo con altanería el de Luz.

— ¡Deja de presumir, solo tuviste suerte! —Exclamó furioso Silfer.

— Ni siquiera lo pienses Silfer. —Interrumpía de pronto Julius—. Puede que ahora seas nuestro aliado, pero no olvides que los cuatro aquí presentes apoyamos al viejo.

— Magnus es nuestro líder, así que ni se te ocurra traicionarlo o te las verás con nosotros. —Advertía Josy.

— Si intentas ponerle un dedo encima a mi hombre, yo misma te haré morder el polvo. —Amenazó Sena.

— Te aprecio mucho Silfer y estoy orgullosa de tu enorme cambio, pero si intentas lastimar a mi cuñado, no tendré otra opción más que detenerte por las malas. Espero lo entiendas. —Decía Flora con mucha seguridad.

— Parece que no tienes otra opción. —Afirmaba Magnus mientras veía como su antiguo rival rechinaba los dientes de frustración—. Sin embargo… supongo que es justo. Pero si vamos a pelear de nuevo, que sea algo amistoso y sin causar destrozos.

— ¡Tú patética inocencia me da náuseas! —Exclamó Silfer con euforia.

— ¡Hola! Tenemos una batalla que ganar primero, ¿Qué ya se les olvidó, par de idiotas? —Recordaba con insidia Sena a ambos portadores.

— ¡Cierto! ¡Acabemos con esto! —Se motivó Magnus.

La hora de la verdad había llegado, y las dos fuerzas antágonicas, la mayoritaria de encapuchados y la minoritaria de héroes, ya estaban posicionados para iniciar el primer asalto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.