Sombra y Luz

Capítulo 34

En el imponente Edificio Central del Campus, el monstruo Rivius escalaba su fachada a fin de activar el Lumine para consumar, de una vez por todas, la destrucción total del terreno estudiantil. Con sus eternos rivales ya vencidos y los supervivientes en la desagradable espera de un final incierto, el malvado leguleyo ya tenía las cartas en su favor para consolidar su dominio total como amo y señor de la Oscuridad.

Sin embargo, aquel desconocía lo que había acontecido con Magnus, Silfer y el resto de los héroes poco después de su partida, razón por la cual no sospechaba que estos iban de camino hacia su encuentro para darle pelea una vez más, especialmente el Portador de Sombra, quien finalmente había llegado hasta las puertas de la derruida edificación, con el fin de volver a combatir y así terminar definitivamente con la amenaza del último anárquico.

 

— ¡Rivius! —Gritó con firmeza el joven estudiante.

La criatura tras escuchar su nombre bajó rápidamente del inmueble y vio al de Sombra, gruñendo al mismo tiempo que soltaba una improvisada carcajada, como mofándose de la actitud de su antiguo pupilo y rival.

 

— DEBISTE QUEDARTE MUERTO ALLÁ EN EL FORO, SILFER. —Respondió Rivius.

— Antes que eso ocurra pienso llevarte conmigo a la otra vida. Pagarás por lo que me hiciste, maldito infeliz. —Amenazó Silfer a su antiguo mentor.

— ¡TONTERIAS! ¡TU SOLO NO PODRAS DERROTARME! —Exclamó confiado el malvado anárquico.

— Tal vez… pero sí puedo someterte. —Afirmó Silfer.

En ese instante el Portador de Sombra corrió con todas sus fuerzas hacia la criatura, quien acto seguido trató de aplastarlo con sus manos, pero sin embargo se encontró con la increíble sorpresa de que Silfer no iba a atacarlo con sus poderes, sino que todo lo contrario. Con la destreza digna de un estratega nato, el estudiante creó un escudo protector por medio de su propia aura sombría que lo cubrió por completo solo para atravesar la coraza externa de Rivius y entrar al interior de la criatura, accediendo en cosa de segundos al núcleo, donde se encontraba este último, quien quedó anonadado por la increíble acción ejecutada por su enemigo.

 

— ¿Qué…? ¿Pero como…? —Preguntó entrecortado y sorprendido a la vez el malévolo leguleyo.

— No eres el único monstruo aquí, imbécil. —Respondió Silfer.

Y en eso ambos comenzaron a forcejear dentro de la coraza, haciendo que la criatura se desplomara contra el suelo, a excepción de los brazos, los cuales seguían apuntando hacia el cielo, con clara intención de activar a Lumine, pero cuyos esfuerzos eran frustrados por la insistencia de Silfer, quien intentaba por todos los medios posibles neutralizarlo, tomar el control de la coraza y hacer exactamente lo mismo que el primero, pero con ambos guerreros sufriendo el impacto de su poder, en una especie de operación suicida.

Sin embargo, el malévolo leguleyo captó la intención de su rival y en medio del brutal forcejeo, logró inmovilizarlo apretándole violentamente el cuello, impidiendo así que lograra su cometido.

 

— ¡Iluso! ¿Pretendes sacrificarte solo para salvar a este patético Campus? —Dijo furioso Rivius al mismo tiempo que lanzó a Silfer fuera de su coraza, impactando de lleno contra el suelo y riéndose a carcajadas por su fracaso—. SOLO A UN FRACASADO COMO TU SE LE OCURRIRIA SEMEJANTE IDEA. ¿QUE QUIERES PROBAR SILFER? ¿QUE ERES UN HEROE A PESAR DE TODO EL DAÑO QUE LE HAS CAUSADO A LOS CINCO DE LA LUZ Y A DERECHO?

— El único miserable que le ha causado daño a la Facultad has sido tú con tus caprichos ambiciosos de poder desmedido. ¡No descansaré hasta eliminarte! —Exclamó furioso Silfer mientras intentaba ponerse de pie.

— MUY CONMOVEDOR, PERO SON SOLO PALABRAS AL VIENTO. UNA VEZ QUE ME DESHAGA DE TI, DESTRUIRE ESTE CAMPUS Y ASI VERE CUMPLIDA MI MISION. HASTA ENTONCES… —Decía Rivius mientras liberaba una enorme daga desde la palma de su mano derecha monstruosa—. TU SERAS EL ÚLTIMO HEROE EN MORIR. ¡HASTA NUNCA!

Y justo cuando Silfer estaba a punto de ser atravesado por la enorme daga oscura creada por aquel nefasto y despiadado monstruo, una cortina de Luz apareció de la nada, destruyendo la improvisada arma de este último. El de Sombra logró abrir por un instante sus ojos y se encontró con una gran sorpresa. Quien lo había protegido del mortal ataque de su enemigo era Flora, quien apareció en el momento preciso.

 

— ¿Flora? —Dijo atónito Silfer.

— ¿Te encuentras bien querido? —Preguntó preocupada la pelirroja.

— ¡QUE HACE ESA MOCOSA AQUÍ! —Gritó furioso Rivius al ver a la joven.

Pero nada pudo hacer contra ella aquel monstruo, ya que súbitamente recibió enormes peñascos de roca salidos de la nada que lo impactaron duramente. Para su sorpresa y la del propio Silfer se trataba de Julius, quien estaba distrayendo a su antiguo maestro por medio de estos proyectiles lanzados a través de su poder de superfuerza, al mismo tiempo que Sena entraba al combate teletransportandose de improviso, solo para propinarle un violentísimo puñetazo al cuerpo, haciendo que la criatura se desplomara nuevamente. En medio del ajetreo, apareció también Josy, instando a Flora y a Silfer a escapar.




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