(Los datos escritos en negrita son reales)
No puedo evitar recordar a los hijos de Cristina, se le ve tan relajado e infantil con su bigote de yogurt, tal como ellos. No parece el mismo idiota que irrumpió en mi cafetería y luego en el departamento, mucho menos el conductor de la persecución de hace un rato.
Es increíble como las personas cambian de actitud con tal rapidez, Wade era un experto en ello, aunque a diferencia del hombre frente a mí, quien parece ser espontaneo y extrovertido en este momento – de forma sincera – mi exprometido era un actor merecedor de un Oscar.
Muchas veces pensé que sufría de doble personalidad, como si fuesen dos personas en un mismo cuerpo. Su forma de comportarse con mis padres y los directivos del clan era tan respetuosa y amable, totalmente diferente a su forma de comportarse conmigo – era un completo imbécil – por alguna razón siempre me trato mal.
Puedo recordar las reuniones de nuestras familias y como nos dejaban a nosotros solos para que jugásemos, alegando que debían conversar asuntos de mayores, y a pesar de todos mis intentos porque nos llevásemos bien él no cooperaba. Para esa época era muy usual que yo terminase con moretones causados por los golpes de nuestras luchas, yo insistía en que algún día sería una de las mejores protectoras del clan, Wade por su lado se encargaba de ridiculizarme frente a todos nuestros familiares para terminar diciendo que mejor hiciera cosas de niñas.
Con el paso de los años sus burlas solo empeoraron, no tenía suficiente con avergonzarme frente a nuestras familias, sino que también lo hacía frente a nuestros compañeros de entrenamiento y los de la escuela. En los entrenamientos era común que nos enfrentasen, el entrenador de nuestro grupo decía que si quería ser buena debía aprender de alguien que lo fuese.
Años después entendí que su animadversión con mi prima se la desquitaba conmigo. Ellos tenían un convenio, siempre que tocase actividades grupales el entrenador se encargaría de enfrentarnos – a Wade y a mí – a cambio mi exprometido se encargaría de arruinar las citas de mi prima. Todo esto por una relación amorosa que termino mal, una de las partes no la supera y un tercero lo uso a su favor dejando así a una cuarta persona como víctima – evidentemente soy yo, aunque mi prima también cuenta, creo que ya tiene un trauma con las citas – el convenio es espantoso.
Como todos tengo un límite, soporte los malos tratos de Wade muchos años y sencillamente un día explote, no tenía idea de cuánto me afectaría eso.
Muchas veces imagine múltiples escenarios para esa ocasión, pero nunca lo que realmente ocurrió. Fue algo que me marco y que ocho años después todavía tengo grabado en mi memoria.
– ¿Estas bien? – esa pregunta me saco de mis memorias.
– Si, si. ¿Por qué preguntas?
– Parecías algo ausente, como si tu cabeza estuviese en otro sitio.
– No es nada importante, solo recordaba – explico negando con la cabeza.
– Si tú lo dices, ¿Qué te parece salir de aquí? Yo tengo asuntos que atender, pero debo dejarte en tu casa. Puedes acompañarme y luego te dejo en tu casa o te dejo y luego yo resuelvo mis asuntos. ¿Qué prefieres? – pregunta.
– No me interesa inmiscuirme en “tus asuntos”, así que llévame a mi departamento y no vuelvas a cruzarte en mi camino – ordeno tajante.
– Te llevare, pero no creas que esta será la última vez que nos encontremos, todavía tenemos una conversación pendiente – con un resoplido de mi parte zanjamos la conversación, salimos de ahí y me dejo en mi casa para luego seguir con su camino.
…
Luego de lo que ocurrió decidí pasar el día jugando con Dark, llene su habitación de sombras y a algunas de estas les di formas de aves y pequeños roedores para que jugara a cazarlas, las hice volar y atravesar los pasadizos de sus juguetes – la mayoría imitando la flora de su hábitat natural – también esconderse y luego correr.
Todo simulando una tarde de caza para él, por momentos lo dejaba descansar y le premiaba con presas reales.
Jugamos por horas hasta que resbalo intentando trepar y su cuerpo impacto contra el piso con un estruendo que me asusto, desaparecí rápido las sombras y me deslice en su dirección para examinarlo. Para mi alivio no se hizo nada grave – aunque probablemente le dolería el golpe que se llevó – después de eso lo mime y dejamos de jugar.
Sé por experiencia propia que tener ciertas dificultades puede ser frustrante, yo no era siquiera aceptable en el manejo de sombras, y era peor en los ejercicios físicos. Luego de enfrentarme a Wade entendí que debía mejorar mis habilidades o siempre estaría en desventaja contra él.
Practicaba en todos mis momentos libres, en casa leía todos los diarios de mis ancestros sobre el manejo de sombras y practicaba cada truco que estos hubiesen documentado, solía practicar a escondidas puesto que al haber muchos trucos avanzados yo no debía tener acceso a ellos por considerarse peligroso, sin embargo eso no me detuvo.
Mejorar mis habilidades físicas fue más sencillo, aunque después sentía que me faltaba el aire, me dolía la cabeza, quería vomitar y me dolía todo el cuerpo. Con la práctica fui desarrollando resistencia y volviéndome una dura oponente en clase. Conocía perfectamente la fuerza de Wade y al darme cuenta de que yo llevaba desventaja en este ámbito empecé a esforzarme más en mi velocidad, si no podría ganarle peleando por lo menos huiría a salvo.
La primera vez que pensé en ello me considere una cobarde por querer huir, pero luego me di cuenta de que cada quien usa ciertos recursos a su favor y si él podía recurrir a su fuerza bruta y la intimidación entonces yo podría hacerle creer que me tenía donde quería y luego huir majestuosamente.
Realice esta táctica numerosas veces y me funciono porque Wade me subestimo en repetidas ocasiones. Algo así le pasó a Dark, fue encontrado en una redada que la policía le hizo a un grupo de cazadores furtivos, estos tenían cientos de partes de animales y algunos otros estaban vivos, mi felino entre ellos.
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Editado: 27.02.2019