Nube iba caminando como cualquier otro día hacia su trabajo, mientras leía un libro sobre la caída del muro de Berlín en 1989, cuando, de repente alzó la vista.
«Esta biblioteca es nueva», pensó mientras entraba al lugar.
Nube recorría los pasillos buscando algún libro nuevo que leer. De pronto, una mujer de edad avanzada se le acercó.
—Buenos días joven, ¿busca algún libro en específico? —cuestionó la mujer en un tono dulce.
—Por el momento no —respondió Nube en el mismo tono.
—Sí necesitas algo me avisas. Estaré en el escritorio de la entrada —esbozó una sonrisa antes de marcharse.
Mientras se encontraba en uno de los pasillos, un extraño libro cayó de los estantes. Carcomida por la curiosidad lo levantó. El libro parecía viejo, e incluso el título estaba borroso.
«¡Genial! Lo que buscaba, un reto de lectura».
—Quiero llevarme este libro —comentó Nube entregando el libro.
La mujer miraba algo confundida aquel libro, ya que no recordaba haberlo visto, pero por atención lo buscó en el registro de la biblioteca.
—Jovencita, no aparece en el registro —indicó la anciana —. Además, parece muy viejo, así que te lo puedes llevar hija.
Nube agradeció, guardando el libro en la mochila, para después mirar el reloj y percatarse que llegaría tarde al trabajo. Así que, a paso veloz se dirigió al estudio de fotografía.
—Llega algo tarde, señorita Hidalgo —apeló Calder en tono serio.
—Lo siento, no volverá a pasar.
—Eso espero. La modelo Alaska Poe no tarda en llegar —agregó Calder antes de retirarse.
Nube se sentó en el sofá. Empezó a hojear el libro para matar el tiempo, antes de que llegará Alaska.
«Es muy viejo. Además, las letras no se alcanzan a distinguir nada. Parece que fue escrito en otro idioma».
—¿Qué lees? —curioseo Kasper, interrumpiendo los pensamientos de Nube —. Siempre traes libros interesantes.
Nube le contó la historia a Kasper de cómo fue que llegó el libro a sus manos, asombrándose de vez en cuando.
—Y, ¿de qué trata? —intrigó Kasper
—No lo sé. Creo que está escrito en otro idioma, o un lenguaje antiguo —respondió un poco decepcionada.
—Ya veo. Voy a preparar el equipo para la sesión de fotos —añadió antes de irse.
Nube de nuevo guardó su libro en la mochila, dirigiéndose en donde sería la sesión de fotos; conociendo de cerca a la famosa modelo Alaska Poe.
—Hola —saludó Alaska al entrar, mientras esbozo una sonrisa —. Espero llevarme bien con todos ustedes.
La sesión empezó, surgiendo una amistad entre Nube y Alaska en tan poco tiempo. Parecía como si se conocieran de toda la vida, y que por azares del destino se separaron, juntándose de nuevo años más tarde.
—Entonces ¿desde pequeña has modelado? —inquirió Nube mientras sacaba el libro de su mochila.
Alaska al ver el libro que tenía la joven se sorprendió.
—¿Me puedes enseñar el libro que traes en la mano, por favor?
Ante el interés de la modelo por el libro, Nube frunció el ceño confundida; entregándoselo de inmediato.
«Por fin alguien lo encontró», pensó con una sonrisa dibujada en su rostro.
—¿Sabes algo del libro? —cuestionó Nube.
Alaska negó a la pregunta, entregando el libro a su dueña, aumentando el interés de Nube.
—Está bien —suspiro —. Mi abuelo me contó que ese libro es muy antiguo, y se dice que escoge un portador de corazón puro y noble, pero que también el dueño corría peligro.
—Pero ¿por qué? ¿Sabes algo más? ¿Eso es verdad?
—No sé si sea verdad —Alaska encogió los hombros —. Debemos regresar a la sesión, sino Calder nos regañará.
Se marcharon de la cafetería llegando al estudio, donde continuaron con la sesión. Cuando estaban a punto de terminar dicha sesión, una lámpara cayó cerca de Nube.
—¿Estás bien Nube? —cuestionó preocupada una de las chicas.
—Si —respondió Nube asustada.
—Pero ¿Cómo se soltó sí están reforzadas? —curioseo uno de los encargados.
—Será mejor revisar la demás —sugirió otro encargado —. No vaya a ser que ocurra un accidente.
—Le iré a avisar al señor Calder —informó el encargado.
El encargado fue a comunicarle al señor Calder, quién estuvo de acuerdo con que revisaran las demás lámparas del lugar; dándoles el día libre a todos los trabajadores.
«Iré a la biblioteca a investigar más sobre el libro».
Nube estaba en la biblioteca intentando averiguar en qué idioma estaba escrito el libro que se encontró el día anterior. Frustrada porque no era ni francés, alemán, inglés, ni mucho menos italiano.
Estaba tan sumergida en sus pensamientos, que un chico con una capucha los interrumpió.
—Intenta con este libro —le entregó el libro, y dicho esto, se marchó.
Lo empezó a hojear, percatándose que ese era el idioma del libro antiguo. Luego de varias horas descifró parte del escrito.
«¿En un gran qué?», pensó Nube.
—Debí seguir traduciéndolo —agregó mirando su reloj —. ¡No manches! No me di cuenta que ya es noche.
Las calles lucían solitarias, y mientras caminaba, en su cabeza le resonaban una y otra vez, aquellas palabras que había leído minutos atrás; causándole escalofríos.
—Dame el libro —ordenó una misteriosa voz.
—¿Disculpe? —cuestionó confundida Nube.
Ante la insistencia de la persona por el libro, Nube comenzó a correr, siendo perseguida por aquella persona. Nube entró a un edificio a toda prisa, subió las escaleras, llegando hasta la azotea. A pesar de haberlo perdido una calle atrás, aún sentía que era perseguida.
—¿Qué tiene de especial este libro? Dudo que sea verdad lo que dice. Deben ser historias antiguas —susurró.
De pronto, aquella persona volvió a aparecer de la nada.
—¡Qué me des el libro! —bramó molesto.
—¡No!
—¡Bien! Sí no será por las buenas, será por las malas —agregó sacando una navaja.
Cuando estuvo a punto de darle una estocada, cuatro sujetos aparecieron, impidiendo el navajazo uno de ellos.