Sombras de amor

Capítulo 1: Nika

Miro el edificio alto de seis pisos con vidrios despejados que se impone ante mí y dudo si dar un paso o no. Tal vez fue mala idea venir.

—Oye, sé que no quieres hacer esto, pero él merece saber la verdad. 

Miro a mi hermana Assia y relamo mis labios.

—Fue solo una vez y dejamos claro que nada de compromisos. Me fui después de entregarle mi virginidad. No he sabido nada de él en cuatro meses. Ni siquiera atendió mi llamada.

—Bueno, te fuiste de su departamento y a la semana siguiente apareciste en Victoria.

—Sí, porque no podía estar aquí para enfrentar a todos. No importa que no haya sido mi culpa.

—Te entiendo. Yo también me fui. Si no quieres decirle nada a Gideon, te apoyaré y regresaremos a Canadá ya mismo, no obstante, creo que necesita saber que será padre. Ya sea que acepte a su hijo o no.

Sé que Assia tiene razón y viajamos a Nueva York directamente para hablar cara a cara con Gideon, ya que no respondió mis llamadas o mis correos. Y no es algo que quería decirle por correo.

Doy un paso al frente y Assia lo hace a mi lado. Ha sido un gran sostén en estos meses. Me brindó apoyo dándome hospedaje en su casa y me ayudó a encontrar un buen trabajo como diseñadora gráfica, trabajo que pensé que perdería luego de enterarme de mi embarazo, pero no pasó porque mi jefa es genial y puedo trabajar desde mi casa cuando sea necesario.

No creí que me iría de Nueva York, no pensé que podría y ha sido una buena decisión, un buen cambio.

No podía seguir aquí después de todo lo que pasó.

Iñaki me dijo que solo estuvo dos veces con mi hermana y que la segunda vez era la última, una despedida y que solo fue debido a que me deseaba mucho y ella se parecía a mí, al punto que no pudo contenerse, si bien, dejó claro que me ama a mí y que solo conmigo se quería casar. Intentó convencerme de que todo sería diferente una vez que nos casáramos porque me tendría en su cama. El problema es que no le creí y que no podía borrar la imagen de ellos dos juntos en la cama que se suponía que debíamos compartir. Así que, di todo por terminado.

Naila no me pidió perdón ni se mostró arrepentida, todo lo contrario, y eso sirvió para darme cuenta que clase de persona era. Le dijo a nuestra madre y a todas las personas conocidas que Iñaki se acostó con ella porque no lo hacía conmigo. Como él no me apoyó después de que cancelé la boda y decidí no darle otra oportunidad, le creyeron y ahí la venda cayó de mis ojos, dándome cuenta de la realidad.

Tras acostarme con Gideon, me sentía perdida y sola, fue cuando llegó un mensaje de Assia diciendo que lamentaba no estar en mi boda y me deseaba lo mejor. Le respondí contándole todo y ella accedió a ayudarme de inmediato, animándome a ir a Victoria a verla, y así lo hice.

Los últimos meses no fueron fáciles con cambios bruscos. Fue un buen cambio porque Assia es la hermana que quería que Naila fuera, un apoyo incondicional, dándome ánimos para no decaer.

Vivir con ella es genial porque nos entendemos a la perfección. No solo recuperé a la hermana que no creía recuperar, sino que gané una excelente amiga. También hice amigos en el trabajo y me sentí libre, tranquila y relajada, hasta que comencé a tener mareos, nauseas y fui al médico para que me dijera que estoy embarazada.

Ahora me toca decirle a Gideon Foster que será padre.

—¿Qué tanta mala suerte debe tener una mujer para embarazarse en su primera vez con un casi desconocido? Tu amiga Sandra lleva tres años buscando un hijo con su esposo y yo lo concebí sin buscarlo la noche que perdí mi virginidad.

Se encoje de hombros.

—Vaya puntería. Cosas del destino, aunque creo que el problema de Sandra y Martin es su obsesión por el hijo. Si se relajaran un poco, lo tendrían, dado que los dos están bien de fertilidad.

—Diles eso.

—No me voy a meter en su lío de pareja, luego una termina en medio y prefiero evitarlo. No es que sea mi mejor amiga.

Cuando supe que estaba embarazada, creí que no podría con esa responsabilidad, pues apenas estaba comenzando de nuevo como para agregarle un hijo a mi vida. Estaba segura de que no abortaría, aunque consideré dar el bebé en adopción, luego escuché su corazón, vi la ecografía y supe que nunca podría dar a mi bebé a nadie. Me enamoré del pequeño maní y me prometí a mí misma que sería la madre que mi madre no fue conmigo, esforzándome por darle lo mejor.

No quería decirle nada a Gideon, tardé casi un mes en llamarlo para contarle y nunca respondió. Quise tomar eso como una señal, hasta que Assia me convenció de decirle para evitar arrepentimientos futuros, y tuve que darle la razón.

Acepte o no a su hijo, tiene que saberlo para evitar reclamos futuros.

Nos acercamos a la recepción elegante y la morena elegante nos observa.

—¿Puedo ayudarlas?

—Queremos ver al señor Gideon Foster. —habla Assia. Yo creo que me volví muda por causa de los nervios.

—¿Tienen cita con él?

—No, pero debemos verlo, es un asunto privado e importante.

Enarca una ceja.




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.