Sombras de amor

Capítulo 2: Nika

—Rigina, come tus guisantes.

—No quiero, mami. Son feos.

Suspiro.

—No son feos. Son necesarios para que crezca sana y fuerte.

Mi pequeña hace mala cara y mueve la verdura con el tenedor.

—Ya comí las molachas, las zanahorias y la carne. ¿No puedo dejar los puntos verdes?

Ahogo una carcajada.

Mi hermana Assia se divierte con las contestaciones de mi hija. En especial cuando dice palabras por la mitad o las pronuncia mal. Yo intento no reírme o se aprovecha.

Para tener cuatro años recién cumplidos es muy inteligente. Pregunta todo y retiene información que yo a su edad no prestaba atención.

—No, a menos que no quieras postre. Helado de vainilla y chocolate.

Sus ojos se abren mucho ante la mención de su postre favorito. Baja la vista hacia los guisantes, hace una mueca, pincha uno con el tenedor y lo mira como si fuera un asesino antes de llevarlo a la boca. Ni lo mastica, solo traga.

—Listo. ¿Puedo comer helado?

Suelto una carcajada sin poder evitarlo y me levanto en busca del helado. No puedo con ella.

Estoy sirviendo helado al momento que Assia entra por la puerta de la cocina como si hubiera visto un fantasma.

—¿Por qué esa cara? ¿Quién murió?

—Mamá. —responde y dejo de reír.

Suelto la cuchara y fijo la mirada en mi hermana.

—No hay que bromear con la muerte de las madres sin importar que no se la pueda considerar como tal.

—No es broma, Nika—me señala su teléfono—. Acaba de llamarme la estúpida de Naila para contármelo.

Me quedo estática en mi lugar procesando la información. ¿Qué se supone que debería sentir al recibir una noticia como esa?

Cassandra Mitigan Morgan nunca fue una madre amorosa y atenta, al menos no con Assia y conmigo. Creo que quería quererla porque era mi madre y pensaba que era mi deber de hija quererla, luego todo cambió y me dio igual.

—No sé que decir. ¿Soy mala persona por no llorar?

Mi hermana suspira.

—Yo me hice la misma pregunta. Supongo que no. La noticia de la muerte de papá fue dura, la de mamá nada más me sorprendió.

—¿Cómo murió?

—Un paro cardiaco mientras estaba en el gimnasio. Naila no sabía mucho y se portó fría. Me dijo que el velorio será en dos días y que debíamos asistir a la lectura del testamento porque el abogado dijo que solo podría proceder con la presencia de las tres herederas.

—¿Para qué queremos estar ahí? Dudo que nos haya dejado algo. Tal vez una roca.  

—El dinero que tenía era de papá.

—Y no creo que quedara mucho después de que lo gastara en sus joyas, cirugías y universitarios sexuales.

—Supongo que la cuestión será la casa. Tanto la casa de California como la de Nueva York están al nombre de nosotras y de Naila. No se podían vender mientras mamá estuviera con vida, pero ahora que se fue al infierno, tendremos que lidiar con eso.

No puedo evitar sonreír por su comentario del infierno.

—No debería estar riendo. Mamá murió.

Assia sonríe.

—Era una perra narcisista. No te sientas mal por no sentir nada con su muerte.

—Naila debe estar destrozada.

—Pues claro, ¿quién la va a mantener ahora que mamá murió? No pudo atrapar a Iñaki y el inversionista millonario con quien salía la dejó para casarse con otra. Trabajar no está en sus genes. Ni sabe lo que es.

Aunque debo darle la razón, es un poco triste que mamá la mimara tanto al punto que la convirtiera en una inútil, diciéndole que lo correcto es buscarse un esposo rico que la mantuviera viviendo como reina, tal como ella hizo con papá.

—¿Quieres ir? —pregunto.

—No, pero debemos. No pienso dejarle todo a Naila para que lo tire en bolsos de diseñadores. Podría vivir sin la herencia, no me interesa, sin embargo, no le daré nada a ese intento de hermana. Prefiero poner el dinero que me toque en un fondo universitario para Regina.

—O para tus futuros hijos.

—No quiero hijos y Trey tampoco. Sus padres ya lo asumieron y su hermana Natasha les dará los nietos que Trey no desea darles. Seremos los tíos geniales que malcrían a su sobrina.

Assia no se ve como madre, de hecho, su relación antes de Trey se terminó después de hablar de los hijos y ella le dijo que no los quería, así que terminaron.

Comenzó a salir con Trey, un atractivo agente de bienes raíces, hace dos años y cuando supo que él no quería hijos y tenía la vasectomía hecha, lo tomó como una señal del destino y lo consideró el amor de su vida.

Actualmente, los dos son felices en su relación. Están planeando irse a vivir juntos y un futuro sin hijos. Claro que no significa que no le gusten los niños porque malcrían mucho a mi hija. Solo que no se ven como padres. Prefieren enfocarse en su relación y viajar siempre que su trabajo se los permita. Por mí está perfecto porque ellos son felices y es lo que verdaderamente importa.




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