Sombras de amor

Capítulo 9: Gideon

—¿Planeas quedarte en Canadá?

—Sí, por el momento sí. Estás a cargo y espero los informes al final de día.

—Igual que siempre que viajas.

—Sí.

—¿Y puedo preguntar el motivo por el que estarás allá? ¿Negocios?

—No, no puedes. Ya sabes que si es cuestión personal no comparto nada y si es algo de compañía, te informo cuando debo hacerlo.

—Tienes razón, Gideon. Lo siento. Haré que mi asistente te envié el informe mañana al final de nuestro día.

—Gracias.

Finalizo la llamada y exhalo un suspiro de agotamiento. Llevar un negocio a distancia no es fácil, no cuando quiero controlar todo y saber cada movimiento de mi empresa. Es difícil confiar en las personas y delegar tareas, y cuando delego, me aseguro de que se haga como corresponde. Soy perfeccionista y exigente.

Mis empleados, la mayoría, me tienen miedo y sé que intentan no cruzarse conmigo cuando ando por la empresa. Tanto hombres como mujeres.

Solo una mujer intentó coquetear conmigo y la despedí de inmediato porque no tolero esas insinuaciones, pues la contraté para trabajar, no para no coquetear.  

Algunos dicen que soy duro y autoritario, tal vez lo soy, y no me importa. Si hacen bien su trabajo, reciben un buen sueldo, prestaciones y beneficios, las horas extras se pagan y accedí que los días viernes fuera día informal siempre que la ropa fuera adecuada, eso significa que las mujeres no podían usar mini shorts, faldas cortas o blusas demasiado escotadas que pudiera distraer al personal masculino. Hay que dar libertades con ciertos límites o todo es un caos.

La verdad, prefiero que me teman y respeten, antes que me crean el jefe genial que deja pasar ciertas cuestiones.

No apruebo las relaciones entre empleados porque suele generar conflictos. Ya pasó con el jefe de recursos humanos que se acostó con una de su sector y resultó que salía con un programador. Se armó un escándalo en horario laboral y terminé despidiendo al jefe de recursos y a la mujer. La razón por la cual los despedí fue porque el sexo compartido fue en la oficina en horario laboral. Creo que creyeron que no había cámaras de seguridad dentro del archivero. El programador se salvó porque lleva trabajando desde la empresa desde que comencé con él y otro ingeniero. Es leal, bueno en su trabajo y tiene una hija que mantener. Prometió no volver a hacer reclamos dentro de la empresa y que evitaría tener otra relación con alguien del trabajo. Eso fue hace tres años y ha cumplido, al igual que todos.

Mi empresa siempre ha sido mi prioridad, al igual que desmantelar la compañía de mi tío poco a poco y ahora hay alguien en mi vida que se está volviendo mi prioridad, y es una pequeña de ojos marrones verdosos que me llama señor Gideon cuando deseo que me diga papá.

Miro la hora y espero que Trey llegue para que me muestre la casa que está frente a mí. Quise que Regina viniera conmigo a ver la casa para saber si le gusta o no, por ende, veré a Nika.

Nika. No dejo de pensar en ella. Me gustó y la deseé desde la primera vez que la vi y la evité después de eso sabiendo que no tendría una oportunidad, no solo por estar con Iñaki, sino porque mi mente estaba en otras cuestiones que requería mi atención por completo.

Me mentí a mí mismo diciendo que no lo hacía porque él la quería y no deseaba ser un canalla como él lo fue conmigo cuando se acostó con Carol y yo no podría darle a ella lo que Iñaki sí, luego se comprometió y entendí que no habría posibilidad. No por causa de Iñaki, sino por ella, porque sabía que Nika no engañaría a su prometido, no actuaría como lo hizo mi ex Carol. 

Todo estuvo bien hasta que la tuve en mi cama, entre mis brazos y me convertí en su primer hombre. Me sentí algo culpable y también posesivo por ese hecho. Una parte mía se alegraba de que Iñaki no la hubiera tenido porque no la merecía. Probablemente, yo tampoco, pero yo no la hubiera engañado.

Y cuando le pregunté si estuvo con otros y no respondió, sentí celos del hombre que se haya acostado con ella.

Una parte mía quiere pensar que no hubo nadie después de mí, que tuvo citas que terminaron en nada, y que por eso ella no quiso responder; Sin embargo, por otro lado, pienso que sí lo hubo y no quiso decirlo. Me inclino por la segunda opción porque habló del desamor y del sexo con frialdad, como si no importara lo que creía antes.

Nika era una mujer dulce, amorosa, divertida, inteligente que sonreía y veía el lado bueno de todas las personas, una creyente en el amor sincero, como diría mi tía si estuviera viva. Y ahora pude notar que ha madurado, convirtiéndose en una mujer más realista y menos idealista.  

Es una pena que cambiara debido a la infidelidad de Iñaki, aunque también influyó que se acostara con la traidora y desleal de su hermana.

Debería estar bien con que Nika sea menos soñadora y más realista y práctica en el amor porque podría hablarle acerca de casarnos por Regina, pero no es así. Es triste. Una cosa soy yo, que no creo en el amor eterno y transparente; otra cosa es ella.

—¡Señor Gideon!

Guardo el celular en mi chaqueta y sonrío al divisar a Regina. Ella agita la mano saludando sin soltar la mano de su madre mientras cruzan la calle.




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