Sombras de amor y traicion

Capitulo 16

El plan estaba en marcha. Isabella sabía que para atrapar al cuervo, tendría que arriesgarlo todo, incluida su reputación. Tenía que parecer derrotada, vulnerable... justo como el cuervo quería verla.

Se reunió con Marco en una habitación secreta de la mansión, un cuarto oculto tras una estantería falsa. Las paredes estaban cubiertas de mapas, fotografías y notas garabateadas en tinta roja. Era su cuartel general, el lugar donde diseñaban cada movimiento en esta guerra de sombras.

—Ya hablé con Enzo. —informó Isabella, su tono frío y profesional. —Le dije que estoy considerando huir. Le hice creer que estoy perdiendo el control.

Marco sonrió con aprobación. —Perfecto. Si el topo le pasa esa información al cuervo, creerá que te tiene acorralada.

—Entonces necesito hacer esto real. —Isabella se acercó al mapa de la ciudad, señalando una propiedad en las afueras. —Voy a “esconderme” aquí. Es una vieja cabaña que pertenecía a mi padre. Si el cuervo me cree vulnerable... vendrá a por mí.

—Y nosotros estaremos esperando. —Marco asintió, sus ojos oscuros brillando con anticipación. —Pero tenemos que hacerlo convincente. Tienes que actuar como si estuvieras realmente derrotada.

Isabella lo miró fijamente, sus ojos llenos de determinación. —Entonces hagámoslo real. Voy a dar una declaración pública. Voy a fingir que estoy perdiendo la guerra.

—Eso es arriesgado. —advirtió Marco, su tono sombrío. —Si el cuervo no cae en la trampa, tus enemigos aprovecharán esa debilidad. Podrían atacarte de verdad.

—Es un riesgo que estoy dispuesta a correr. —Isabella enderezó los hombros, su postura llena de autoridad. —Si quiero desenmascararlo, tengo que hacerlo salir de las sombras.

Marco sonrió levemente, impresionado. —Eres más valiente de lo que pensé.

—No es valentía. Es estrategia. —corrigió Isabella, sus ojos fríos. —Voy a ganar esta guerra... aunque tenga que sacrificarlo todo.

Marco la observó en silencio, sus ojos oscuros suavizándose por un momento. —Espero que no te sacrifiques a ti misma.

—No planeo morir. —dijo Isabella, su voz firme. —Planeo ganar.

Marco asintió lentamente, su mirada intensa. —Entonces yo estaré a tu lado. Hasta el final.

Isabella sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero se negó a mostrarlo. No podía permitirse sentir nada por él. No cuando el juego estaba en marcha.

—Entonces prepárate. —ordenó, girándose hacia el mapa. —Voy a fingir mi caída... y tú serás mi sombra.

—Entendido. —Marco sonrió, esa sonrisa peligrosa suya. —Entonces vamos a engañar al cuervo.

Horas más tarde, Isabella se encontraba en el gran salón de la mansión, de pie ante sus hombres reunidos. Todos la observaban con preocupación, sus rostros llenos de dudas y miedo. Esa era la idea.

Respiró hondo antes de hablar, fingiendo inseguridad. —He tomado una decisión. Las cosas han salido de control. Hemos perdido demasiados hombres... demasiadas batallas.

Los murmullos llenaron la sala, algunos guardias intercambiando miradas alarmadas. Isabella sintió una punzada de culpa al ver el miedo en sus ojos... pero tenía que hacerlo. Tenía que parecer derrotada.

—El cuervo ha anticipado cada uno de mis movimientos. —continuó, bajando la mirada como si estuviera avergonzada. —No puedo protegerlos. No puedo garantizar su seguridad... ni la mía.

Los susurros se intensificaron. Algunos hombres dieron un paso atrás, su lealtad tambaleándose. Isabella los observó desde las sombras de sus pestañas, tomando nota de quién dudaba... y quién permanecía firme.

—Por eso he decidido retirarme. —declaró finalmente, su voz temblando intencionalmente. —Voy a... esconderme hasta que las cosas se calmen.

Hubo un jadeo colectivo en la sala. Algunos hombres parecían sorprendidos... otros aliviados. Isabella sintió un nudo en el estómago al ver sus reacciones, pero no podía detenerse ahora. Tenía que hacerlo creíble.

—Si quieren irse... pueden hacerlo. —dijo, su voz quebrándose. —No voy a detenerlos. No puedo protegerlos.

El silencio cayó sobre la sala. Isabella contuvo el aliento, esperando ver quién traicionaría primero.

Finalmente, uno de los hombres habló. Luca, un guardia de bajo rango, dio un paso al frente, su rostro lleno de miedo. —Si... si tú te vas... ¿qué pasará con nosotros?

—No lo sé. —admitió Isabella, bajando la mirada. —Pero no puedo seguir liderando esta guerra. El cuervo ha ganado.

Los murmullos se intensificaron. Isabella observó cómo Luca retrocedía, su expresión cambiando de preocupación a resolución. ¿Era él el topo? ¿O simplemente un cobarde?

—La reunión ha terminado. —dijo Isabella, dando media vuelta. —Hagan lo que quieran.

Salió del salón con pasos pesados, su corazón latiendo con fuerza. Tenía que hacerlo creíble. Tenía que parecer derrotada.

Pero mientras caminaba hacia sus aposentos, una sombra apareció a su lado.

—Fue una actuación convincente. —dijo Marco, emergiendo de las sombras con su postura relajada.

Isabella no se inmutó. —¿Quién mordió el anzuelo?

—Luca. —confirmó Marco, su mirada oscura. —Salió corriendo del salón apenas terminaste de hablar. Se dirigió a la parte trasera de la mansión... y luego desapareció.

—¿Desapareció? —Isabella se detuvo en seco, sus ojos fríos. —¿Cómo es posible?

—Alguien lo ayudó. —Marco apretó los dientes. —El cuervo tiene ojos y oídos en todas partes.

—Entonces Luca es el topo. —concluyó Isabella, su furia ardiendo en su pecho. —Él es quien ha estado pasando información.

—Sí. —Marco asintió. —Y si sigue el patrón... le dirá al cuervo que planeas esconderte en la cabaña.

—Perfecto. —dijo Isabella, sus labios curvándose en una sonrisa peligrosa. —Entonces el cuervo vendrá a buscarme.

—Y nosotros lo estaremos esperando. —añadió Marco, su mirada llena de determinación.

—Esto acaba aquí. —juró Isabella, su voz baja y peligrosa. —Voy a desenmascararlo... y voy a destruirlo.



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Editado: 17.06.2025

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