Sombras de amor y traicion

Capitulo 17

El olor a desinfectante y alcohol llenaba el aire cuando Isabella abrió lentamente los ojos. La luz blanca y brillante la cegó momentáneamente, haciéndola parpadear mientras su visión se ajustaba.

Intentó moverse, pero un dolor agudo atravesó su pecho, arrancándole un gemido involuntario. La herida... el disparo... el cuervo...

—Tranquila. —La voz suave y familiar la hizo girar la cabeza. Marco estaba sentado junto a su cama, su rostro demacrado por el cansancio y su mirada oscura llena de preocupación. —No te muevas. La bala estuvo cerca de tu corazón.

Isabella lo miró en silencio, sus recuerdos regresando como un torrente imparable. La cabaña... la traición... la máscara cayendo... el rostro revelado...

—Él... —su voz era áspera, su garganta seca. —Él era...

Marco asintió lentamente, su mirada sombría. —Sí. Luca. Tu guardia de confianza. Él era el cuervo.

Isabella cerró los ojos, sintiendo cómo la furia y el dolor se mezclaban en su pecho. Había confiado en él. Le había dado un lugar en su familia... y él la había traicionado desde el principio.

—¿Cómo...? —jadeó, sus ojos llenos de rabia. —¿Cómo pudo... engañarme tanto tiempo?

—Era inteligente. —admitió Marco, su voz baja. —Jugó el papel a la perfección. Se hizo pasar por un cobarde... un seguidor leal... alguien insignificante. Nunca sospechaste de él... porque nunca lo consideraste una amenaza.

—Y esa... fue mi debilidad. —murmuró Isabella, su rostro endureciéndose. —Creí que el peligro venía de arriba... de los poderosos. Nunca pensé que el enemigo podía estar... bajo mi propio techo.

—No fue tu culpa. —Marco se inclinó hacia ella, sus ojos llenos de intensidad. —Él era un maestro de la manipulación. Engañó a todos... incluso a mí.

Isabella lo miró fijamente, su mente aún luchando por procesar todo. —¿Cómo lo descubriste?

Marco apretó los labios, su expresión llena de dolor. —Después de que fingiste tu retirada... lo seguí. Lo vi reunirse con hombres que no eran tuyos... y supe que había algo mal.

—¿Por qué no me dijiste nada? —exigió Isabella, su tono afilado como una cuchilla. —¡Pudiste haberme avisado!

—No tenía pruebas. —respondió Marco, su voz llena de frustración. —Sabía que alguien estaba jugando contigo... pero no sabía que era él. No hasta que te vi sangrar en esa cabaña.

Isabella sintió cómo su cuerpo se tensaba, el recuerdo del disparo aún fresco en su mente. —¿Está muerto?

Marco asintió, su rostro sombrío. —Sí. Yo mismo me aseguré de ello.

Isabella cerró los ojos, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. Había desenmascarado al cuervo... pero a un precio demasiado alto.

—¿Qué pasó... después?

—Llevé tu cuerpo aquí. —dijo Marco, su voz temblando ligeramente. —Llamé al médico de confianza de tu padre. Le disparé a Luca dos veces más... para asegurarme de que no se levantara. Y luego... esperé.

—¿Esperaste...?

Marco la miró, su rostro contorsionado por el dolor. —Esperé a que despertaras... o a que murieras.

Isabella sintió cómo su corazón se apretaba al ver su expresión. Había estado allí... todo el tiempo... esperando su destino junto a ella.

—Creí... que te había perdido. —admitió Marco, sus ojos oscuros brillando con lágrimas contenidas. —Creí que... no podría salvarte.

—¿Por qué te importa...? —preguntó Isabella, su voz quebrándose. —¿Por qué te quedaste...?

Marco se inclinó hacia ella, sus ojos ardiendo con una intensidad que la dejó sin aliento. —Porque te amo, Isabella. Porque me enamoré de ti... incluso cuando sabía que estaba mal. Incluso cuando sabía que no podía tenerte.

Isabella sintió cómo su pecho se apretaba, sus emociones girando en un torbellino caótico. Quiso gritarle, golpearlo, acusarlo de mentiroso... pero sus palabras murieron en su garganta.

—No digas eso... —susurró, sus ojos llenos de lágrimas. —No después de todo lo que hiciste... no después de todo el dolor...

—Lo sé. —admitió Marco, su voz rota. —Sé que te traicioné... que fui una pieza en el tablero de Russo... que te lastimé más que nadie. Pero también sé que... haré lo que sea para protegerte. Incluso si eso significa morir por ti.

Isabella cerró los ojos, sus lágrimas cayendo libremente. Quería odiarlo... pero su corazón se negaba a obedecer. Lo amaba... y eso la destruía por dentro.

—No puedo... confiar en ti. —admitió, su voz temblando. —No puedo... amarte.

—Entonces ódiame. —respondió Marco, sus ojos brillando con dolor. —Ódiame con toda tu fuerza... pero vive. Sobrevive... y destruye a tus enemigos.

—¿A mi lado...? —preguntó Isabella, su voz apenas un susurro.

—Hasta el último aliento. —prometió Marco, su mirada intensa. —Soy tuyo, Isabella. Tu guardián... o tu verdugo. Lo que tú decidas.

Isabella sintió cómo su corazón se rompía en mil pedazos. No podía perdonarlo... pero tampoco podía perderlo.

—Entonces... quédate. —dijo finalmente, su voz temblando. —Quédate conmigo... hasta que esta guerra termine.

Marco asintió, sus ojos llenos de una lealtad feroz. —No me iré a ninguna parte.

Isabella cerró los ojos, permitiéndose respirar por primera vez desde que despertó. Había sobrevivido... pero la guerra aún no había terminado.

Russo estaba muerto. Ricci también. El cuervo había caído.

Pero las sombras aún acechaban. Y su nombre aún estaba en juego.

—Entonces prepárate. —dijo Isabella, abriendo los ojos con renovada determinación. —Porque aún hay enemigos ahí fuera. Y no descansaré hasta verlos a todos caer.

Marco sonrió, esa sonrisa peligrosa que tanto la enfurecía como la atraía. —A tus órdenes, jefa.

Isabella sintió cómo la rabia y el amor se entrelazaban en su pecho. Tenía una guerra que ganar. Y un legado que proteger.

Y no mostraría piedad.



#496 en Thriller
#188 en Suspenso
#4795 en Novela romántica
#1360 en Chick lit

En el texto hay: mafia, romanceprohibido, romance #traicion

Editado: 16.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.