La noche envolvía la ciudad en un manto de sombras mientras Isabella se preparaba para la caza.
Adriano había traicionado su amor. Había dejado su cama vacía y su corazón roto... una vez más.
Y esta vez... no habría perdón.
—Quiero... que lo encuentren. —dijo Isabella, su voz fría como el hielo. —Quiero... que lo traigan ante mí... vivo... o muerto.
Enzo asintió lentamente, su mirada intensa. —¿Entonces... no hay piedad...?
—No. —respondió Isabella, sus ojos oscuros ardiendo con furia. —Porque él... eligió... ser mi enemigo.
Enzo hizo una reverencia, su postura poderosa. —Entonces... la caza ha comenzado.
—Sí. —dijo Isabella, su tono cortante. —Porque voy a destruirlo... incluso si me rompe... por última vez.
Enzo salió rápidamente, dejando a Isabella sola en su despacho. Ella permaneció en silencio, su cuerpo temblando mientras intentaba contener sus lágrimas.
Había creído en él. Había bajado sus defensas. Había permitido que volviera a su vida, que compartiera su cama... y su amor roto.
Y él... había elegido... destruirla.
—Entonces... esto acaba ahora. —susurró Isabella, su voz temblando. —Voy a cazarlo... y voy a destruirlo... porque no puedo... seguir amándolo... cuando me rompe... así.
Horas más tarde, Isabella se encontraba en el balcón de su habitación, observando las luces de la ciudad. Sabía que Adriano estaba allí afuera, escondido en las sombras, conspirando contra ella.
Sabía que él había elegido ser su enemigo... incluso cuando aún la amaba.
—Entonces... ¿vas a matarlo...? —la voz de Marco llegó suavemente desde detrás de ella.
Isabella giró lentamente, sus ojos oscuros llenos de dolor al ver a Marco de pie en el umbral de la puerta. Él la observaba en silencio, su mirada intensa.
—Sí. —dijo Isabella, su voz fría. —Porque no puedo... permitir que me destruya... otra vez.
Marco asintió lentamente, su rostro mostrando comprensión. —Entonces... ¿aún... lo amas...?
Isabella sintió cómo sus lágrimas caían. —Sí... pero también... lo odio... por elegir... traicionarme.
—Entonces... ¿cómo... vas a matarlo...? —preguntó Marco, su tono lleno de dolor.
—No lo sé. —admitió Isabella, su voz temblando. —Pero no puedo... permitir que mi amor... me haga débil.
Marco caminó lentamente hacia ella, su mirada intensa. —Entonces... ¿quieres... que luche... a tu lado...?
Isabella sintió cómo su pecho se apretaba. —No puedo... pedirte eso... porque sé... que aún... me amas.
—Sí... pero también... te odio... por elegirlo... una y otra vez. —admitió Marco, sus lágrimas cayendo.
Isabella cerró los ojos, sus lágrimas cayendo sin control. —Entonces... ¿cómo... puedes... seguir aquí...?
Marco extendió su mano, sus dedos rozando suavemente su rostro. —Porque no sé... cómo dejar de amarte... incluso cuando me rompes.
Isabella sintió cómo su pecho se apretaba dolorosamente. —Entonces... quédate... y rómpeme... al mismo tiempo.
—No puedo... hacer otra cosa. —susurró Marco, su voz temblando. —Porque estoy... condenado... a amarte... incluso cuando te odio.
Isabella lo abrazó con fuerza, sus cuerpos temblando mientras compartían su amor roto... y su dolor. Sabían que su relación estaba condenada, sabían que sus corazones estaban destrozados.
Pero también sabían... que no podían vivir el uno sin el otro.
—Entonces... quédate... y lucha... a mi lado. —dijo Isabella, sus lágrimas cayendo. —Lucha... contra él... porque no puedo... hacerlo sola.
Marco asintió lentamente, sus labios temblando. —Entonces... lucharé... hasta el último aliento... incluso cuando duela.
—Entonces... estamos... condenados... juntos. —susurró Isabella, su voz temblando. —Porque no sé... cómo vivir... sin ti.
—Entonces... te amaré... y te odiaré... al mismo tiempo. —prometió Marco, sus ojos llenos de emoción.
Isabella cerró los ojos, sus lágrimas cayendo mientras lo abrazaba con más fuerza. Sabía que su corazón estaba dividido. Sabía que aún amaba a Adriano... incluso cuando planeaba destruirlo.
Pero también sabía... que no podía confiar... en nadie.
—Entonces... vamos a cazarlo. —dijo Isabella, su voz baja y peligrosa. —Vamos a cazar... a mi amor roto... y a mi mayor enemigo.
Marco asintió lentamente, su mirada intensa. —Entonces... vamos a destruirlo... antes de que él... te destruya a ti.
—Sí. —dijo Isabella, sus ojos ardiendo con determinación. —Porque no puedo... seguir amándolo... cuando me rompe... así.
Se separaron lentamente, sus cuerpos temblando mientras compartían su dolor. Sabían que la caza de Adriano no sería fácil. Sabían que enfrentarse a su amor roto sería su prueba más difícil.
Pero también sabían... que no tenían otra elección.
—Entonces... esto acaba ahora. —dijo Isabella, su voz fría. —Voy a cazarlo... y voy a destruirlo... porque no me dejó... otra elección.
Marco hizo una reverencia, su postura poderosa mientras salía de la habitación. Isabella observó cómo la puerta se cerraba lentamente, su pecho latiendo dolorosamente mientras sus lágrimas caían sin control.
Había elegido cazar al hombre que amaba. Había elegido destruir a su enemigo... y a su corazón roto.
—Entonces... ven por mí... Adriano. —susurró Isabella, su voz baja y peligrosa. —Porque voy a cazarte... voy a destruirte... y no voy a detenerme... hasta que uno de los dos... caiga.
Se giró lentamente hacia la ventana, observando las sombras de la ciudad. Sabía que Adriano estaba allí afuera, escondido en la oscuridad, esperando su próximo movimiento.
Sabía que él la amaba... y la odiaba... al mismo tiempo.
Pero también sabía... que él había elegido... traicionarla.
Y esta vez... no habría... perdón.
—Esto... acaba ahora. —dijo Isabella, sus ojos ardiendo con furia. —Voy a cazarlo... y voy a destruirlo... porque no puedo... seguir amándolo... cuando me rompe... así.