Sombras de cristal

Capítulo 3: Entre Intrigas y Pasiones

La noticia del interés del Marqués de Greystone corrió como la pólvora entre las familias nobles de Altshire. Las invitaciones para cenas y bailes comenzaron a llegar a la mansión Ashcroft, todas con la excusa de "celebrar" lo que aún no había sido anunciado oficialmente. Isolde se sentía atrapada en una telaraña tejida por expectativas ajenas. Sin embargo, su corazón, inquieto y rebelde, no podía dejar de pensar en los ojos grises y tormentosos de Sebastian Blackthorn.

**Un Paseo Inesperado**

Unos días después, Isolde decidió cabalgar para despejar su mente. Su fiel yegua, Aria, la llevaba a través de los vastos campos que rodeaban la propiedad familiar. Vestida con una chaqueta de montar color carmesí y un sombrero de plumas negras, era un espectáculo impresionante contra el paisaje otoñal.

El viento acariciaba su rostro cuando, al llegar a un pequeño claro cerca del lago, notó la presencia de otro jinete. Era él. **Lord Blackthorn**, montado sobre un imponente caballo negro, la observaba con una leve sonrisa que hablaba de secretos que solo él conocía.

—¿Debo asumir que este es un encuentro casual, Lord Blackthorn? —preguntó Isolde, con un tono que pretendía ser frío, pero que no lograba ocultar del todo su curiosidad.

—¿Cree usted en las casualidades, mi Lady? —respondió Sebastian, acercándose lentamente.

Isolde apretó las riendas de Aria, sintiendo cómo su corazón empezaba a latir más rápido.

—Quizás creo en coincidencias, pero nunca en encuentros orquestados. No estoy de humor para juegos hoy, milord —dijo, intentando desviar la conversación.

Sebastian detuvo su caballo a unos metros de ella. Sus ojos, como siempre, parecían penetrar hasta el fondo de su alma.

—Lo lamento, Isolde. Esta no es una coincidencia, ni un juego. Necesitaba verla —dijo con sinceridad, su voz baja y cargada de emoción.

Isolde sintió que su guardia comenzaba a derrumbarse, pero no podía permitirse ser débil frente a él.

—Lo que necesita usted, Lord Blackthorn, es aprender a respetar los límites —respondió, girando a Aria con intención de marcharse.

Pero antes de que pudiera avanzar, la voz de Sebastian la detuvo.

—¿Por qué sigue luchando contra esto, Isolde? ¿Acaso no siente lo mismo que yo? —preguntó, sus palabras cargadas de una mezcla de desafío y vulnerabilidad.

Isolde apretó los labios y se obligó a no mirarlo. Pero su silencio fue una respuesta suficiente para ambos.

**El Baile en Greystone Manor**

Esa misma noche, la familia Ashcroft fue invitada a un baile en honor al cumpleaños del Marqués de Greystone. La majestuosa Greystone Manor estaba iluminada por cientos de lámparas de gas, y los jardines estaban decorados con arcos de flores y cintas doradas.

Isolde llegó vestida con un deslumbrante vestido de satén color esmeralda, adornado con bordados dorados. Su cabello, recogido en un moño bajo, estaba decorado con pequeños diamantes que brillaban bajo las luces. Cada paso que daba atraía las miradas de los presentes, pero ella se sentía como una marioneta en una obra que no había elegido interpretar.

El Marqués, un hombre de unos cincuenta años, con cabello canoso y modales impecables, la recibió con una sonrisa.

—Lady Isolde, es un honor tenerla aquí esta noche. Espero que me conceda el primer baile —dijo, extendiendo su mano.

Isolde, atrapada entre la cortesía y su propia desesperación, asintió. Mientras danzaban, sintió el peso de las miradas de los invitados. Pero una mirada en particular la quemaba más que ninguna otra. Al girar ligeramente la cabeza, lo vio. Sebastian estaba allí, apoyado contra una de las columnas del salón, observándola con una intensidad que hacía imposible concentrarse.

**Un Encuentro en la Terraza**

Después del baile, Isolde escapó a la terraza para tomar aire fresco. El frío de la noche le devolvió algo de claridad, pero no por mucho tiempo. Pronto escuchó pasos a su espalda y, sin necesidad de girarse, supo quién era.

—¿Satisfecho con lo que ha presenciado, Lord Blackthorn? —preguntó, intentando sonar indiferente.

Sebastian no respondió de inmediato. Se acercó lentamente, hasta estar a un paso de ella.

—Me pareció que necesitaba rescatarla de esa danza interminable con el Marqués. Aunque debo admitir que verlo tan cerca de usted me resultó… incómodo —dijo, sus palabras envueltas en un celoso control.

Isolde se giró para enfrentarlo.

—¿Incómodo? ¿Tiene usted algún derecho, Lord Blackthorn, a opinar sobre mis decisiones o mis acompañantes? —respondió, con la furia chispeando en sus ojos.

Sebastian sonrió, pero no era una sonrisa amable.

—Puede que no tenga derecho, pero eso no significa que me quede callado. Isolde, usted no pertenece a los brazos de un hombre como él. Y lo sabe —dijo, acercándose aún más.

El corazón de Isolde latía con fuerza. Quería rechazarlo, quería gritarle que se fuera, pero no podía. Había algo en él, algo peligroso y adictivo, que la hacía quedarse.

—¿Y entonces, Lord Blackthorn? ¿A qué brazos pertenezco? —preguntó, en un susurro que era más un desafío.



#2529 en Novela romántica

En el texto hay: amor, valentia, retos.

Editado: 19.03.2025

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