Sombras de cristal

Capítulo 8: El Arte de la Guerra

**La Estrategia de Sebastián**

De pie frente al amplio ventanal de su despacho en **Blackthorn Hall**, Sebastián observaba cómo la lluvia golpeaba con fuerza los cristales. Cada gota parecía marcar el paso del tiempo que no estaba de su lado. Sabía que no podía seguir esperando, que cada día que dejaba pasar solo fortalecía el control del Marqués sobre Isolde.

—Edward, tráeme los documentos del contrato marítimo con la India. Creo que nuestra próxima jugada debe ser más... pública —ordenó Sebastián, con el tono decidido de un comandante en batalla.

Su leal mayordomo apareció poco después, portando una carpeta de cuero envejecido.

—Milord, si me permite... ¿Está seguro de que esto no atraerá aún más atención indeseada? —preguntó Edward, con cautela.

Sebastián giró lentamente, sus ojos grises brillando con intensidad bajo la luz de las lámparas.

—La atención es inevitable, Edward. Pero si voy a enfrentarme al Marqués, debo hacerlo con todas mis armas. No dejaré que Isolde sea sacrificada en nombre de una alianza política —respondió, con una firmeza que no admitía réplica.

El contrato marítimo era mucho más que un simple documento comercial. Representaba la alianza de Blackthorn con poderosos empresarios internacionales, quienes estarían más que dispuestos a respaldarlo en cualquier enfrentamiento social. **Si el Marqués creía que podía intimidarlo con títulos y conexiones, estaba a punto de descubrir que Sebastián no era un adversario común.**

**El Dilema de Isolde**

En la mansión Ashcroft, Isolde se encontraba en su habitación, rodeada de papeles y cartas que no podía concentrarse en leer. Las palabras del Marqués sobre los beneficios de su unión resonaban en su mente, al igual que las promesas ardientes de Sebastián.

Su reflejo en el espejo le devolvía una imagen de fragilidad, pero también de lucha. Llevaba puesto un vestido sencillo de muselina azul, sin las joyas que usualmente adornaban su cuello y muñecas. Los círculos oscuros bajo sus ojos traicionaban noches enteras de insomnio.

Alice, su doncella, entró con una bandeja de té, pero titubeó al ver la expresión en el rostro de Isolde.

—Mi Lady, ¿está bien? Se ve... diferente esta mañana —dijo Alice, con una mezcla de preocupación y ternura.

Isolde levantó la vista, intentando ofrecer una sonrisa.

—Estoy bien, Alice. Solo... cansada de pensar demasiado —respondió, dejando escapar un suspiro.

Alice se acercó, depositando la bandeja sobre la mesa.

—Si puedo ser honesta, mi Lady, creo que tiene usted un espíritu más fuerte de lo que cree. A veces, lo que se necesita no es pensar, sino actuar —dijo, con una valentía poco característica.

Las palabras de Alice hicieron eco en la mente de Isolde. Quizás tenía razón. Quizás era hora de tomar las riendas de su destino.

**El Banquete de Confrontación**

Esa misma noche, el Conde Ashcroft organizó un pequeño banquete en honor al Marqués de Greystone, en lo que todos sabían que era una velada destinada a sellar oficialmente el compromiso. La mansión brillaba con candelabros de cristal y flores frescas adornando cada rincón. Isolde, ataviada con un vestido color marfil y con perlas enredadas en su cabello oscuro, parecía la encarnación de la elegancia. Pero detrás de su porte regio, su corazón latía con fuerza.

Cuando Sebastián apareció en la entrada, acompañado de su socio Jonathan y otros aliados influyentes, el salón pareció detenerse. Vestido con un elegante traje negro y una expresión que irradiaba confianza, Sebastián no necesitó anunciarse. Su sola presencia era suficiente para alterar el equilibrio de la velada.

—¿Qué está haciendo aquí? —susurró el Marqués al Conde Ashcroft, lanzando una mirada gélida hacia Sebastián.

—No tengo idea, pero lo descubriré pronto —respondió el Conde, claramente incómodo.

Sebastián, sin embargo, no perdió tiempo. Se dirigió directamente hacia Isolde, ignorando las miradas de desaprobación que llovían sobre él.

—Lady Ashcroft, está más radiante que nunca esta noche —dijo, inclinándose ligeramente mientras su mirada gris atrapaba la de ella.

Isolde, atrapada entre el asombro y el miedo, apenas pudo responder.

—Sebastián, no debería estar aquí —susurró, casi inaudible.

—Quizás. Pero hay cosas que necesitan ser dichas, y no pienso callar más —respondió él, su voz baja pero firme.

El Marqués, que había estado observando el intercambio con creciente furia, finalmente intervino.

—Lord Blackthorn, este no es el lugar para sus... interrupciones —dijo, con una sonrisa tensa.

Sebastián se giró hacia él, su postura relajada pero con un filo evidente en su tono.

—Milord, si se siente amenazado por mi presencia, eso es un asunto suyo. Estoy aquí únicamente para asegurarme de que Lady Ashcroft tenga todas las opciones antes de tomar una decisión que cambiará su vida para siempre.

El salón quedó en silencio. Isolde, sintiendo el peso de todas las miradas, supo que el momento de la verdad había llegado.



#2530 en Novela romántica

En el texto hay: amor, valentia, retos.

Editado: 19.03.2025

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