**La Fuga**
El amanecer llegó con un cielo cubierto de nubes grises, como si el mundo estuviera en expectativa del inminente escape de Isolde y Sebastián. En el patio trasero de la mansión Ashcroft, un carruaje esperaba, con un discreto cochero contratado por Sebastián para garantizar su anonimato.
Alice, con los ojos llorosos pero resuelta a ayudar, ayudó a Isolde con su pequeño equipaje. Apenas unos vestidos sencillos y algunas pertenencias personales.
—Mi Lady, no importa dónde esté, su espíritu siempre será el de una Ashcroft. No lo olvide nunca —dijo Alice, abrazándola con fuerza antes de que subiera al carruaje.
Isolde asintió, agradecida por la lealtad de su doncella.
—Gracias, Alice. Nunca olvidaré lo que ha hecho por mí —respondió, sintiendo un nudo en la garganta.
Sebastián apareció poco después, con su habitual aire de confianza, pero con la vigilancia de un hombre acostumbrado a las amenazas. Ayudó a Isolde a subir al carruaje y le dedicó una mirada que prometía seguridad absoluta.
—Nos moveremos rápido y con discreción. Antes de que Altshire se dé cuenta de lo que hemos hecho, estaremos en Londres —dijo, mientras subía y cerraba la puerta.
A medida que el carruaje avanzaba por los sinuosos caminos del bosque, Isolde no pudo evitar mirar hacia atrás una última vez, viendo cómo la mansión que había sido su hogar toda su vida desaparecía entre las sombras.
**El Descubrimiento**
Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que el Conde Ashcroft descubriera la ausencia de su hija. Alice, fiel a su promesa de no traicionar a Isolde, se enfrentó al interrogatorio del Conde con valentía.
—¿Adónde ha ido mi hija, Alice? ¿Y con quién? —exigió el Conde, con el rostro rojo de furia.
—No puedo decirlo, mi señor. Lo único que sé es que Lady Isolde ha hecho lo que cree correcto para su felicidad —respondió Alice, con la cabeza en alto.
El Conde golpeó la mesa con el puño, mientras enviaba órdenes para que los criados buscaran en todas las direcciones. El orgullo herido del Conde y su temor por el escándalo lo impulsaban a recuperar a su hija a toda costa.
Pero no era el único que actuaba. El Marqués, al enterarse de la fuga, sintió que su propia reputación estaba en juego.
—Envíen a mis hombres. Encuéntrenla. Si Blackthorn cree que puede arrebatarme lo que es mío, se equivoca —dijo, con un tono que helaba la sangre de los presentes.
**El Viaje a Londres**
Mientras tanto, el carruaje avanzaba velozmente por los caminos cada vez más concurridos que llevaban a Londres. Dentro, Isolde y Sebastián mantenían una conversación en susurros, conscientes de que cada palabra podía ser escuchada por oídos indiscretos.
—¿Está segura de esto, Isolde? —preguntó Sebastián, con una mezcla de preocupación y esperanza.
Ella lo miró, sus ojos azules firmes y serenos.
—Nunca he estado tan segura de nada en mi vida. Mi lugar está con usted, Sebastián, sin importar lo que venga.
Sebastián tomó su mano y la sostuvo entre las suyas.
—Londres será un lugar de nuevas oportunidades, pero también de nuevos desafíos. Allí tengo aliados, pero también enemigos que no dudarán en atacar. Debemos estar preparados para todo.
Isolde asintió, con el corazón acelerado pero dispuesto a enfrentar lo que viniera.
**Un Nuevo Aliado**
Cuando llegaron a Londres, fueron recibidos en una elegante residencia que Sebastián había mantenido en secreto incluso para sus socios más cercanos. Allí los esperaba un hombre que irradiaba poder y respeto: **Lord Henry Vance**, un antiguo amigo y mentor de Sebastián.
—Así que finalmente has decidido traer un huracán contigo, Sebastián —dijo Lord Vance, con una sonrisa que no alcanzaba del todo a sus ojos.
—A veces, los huracanes traen nuevas vidas, Henry. Necesito tu ayuda para garantizar la seguridad de Lady Ashcroft y frustrar los planes del Marqués de Greystone —respondió Sebastián, sin rodeos.
Lord Vance miró a Isolde, evaluándola con una intensidad que habría intimidado a cualquiera menos a ella.
—Lady Ashcroft, debe saber que asociarse con este hombre es equivalente a caminar en una cuerda floja. Pero si lo ha elegido, entonces tiene mi respeto. Haré lo que pueda para ayudarlos —dijo, con un tono más suave.
Isolde inclinó ligeramente la cabeza.
—Gracias, Lord Vance. Confío en que con aliados como usted, podremos enfrentar lo que sea.
**El Contraataque del Marqués**
Mientras Isolde y Sebastián comenzaban a planear su nueva vida en Londres, el Marqués no perdió tiempo en intensificar su búsqueda. Usó toda su red de contactos, esparciendo rumores sobre la relación de Isolde con Sebastián y cuestionando su carácter.
Pero lo que el Marqués no esperaba era la reacción de la sociedad londinense. Mientras algunos nobles conservadores rechazaban a Isolde y Sebastián, otros, cansados de las rígidas reglas de la aristocracia, comenzaron a apoyarlos en secreto.
El primer movimiento de Sebastián para contrarrestar al Marqués fue organizar una cena con los comerciantes más influyentes de Londres. Allí, presentó no solo su visión para el futuro de sus negocios, sino también su compromiso con Isolde.
—He oído los rumores y quiero dejarlos claros: Lady Ashcroft no es una fugitiva, sino una mujer que ha decidido reclamar su libertad. Y yo, como su futuro esposo, la apoyaré en cada paso —dijo Sebastián, con una voz que resonaba en la sala.
Isolde, sentada a su lado, no pudo evitar sentirse conmovida por su valentía y devoción.