Sombras de Cristal y Fuego

Capítulo 5 – La sombra despierta

La noche avanzó sobre Lyrien con una quietud engañosa. Las antorchas ardían firmes en las murallas, y el murmullo habitual del castillo se fue apagando hasta quedar reducido a pasos lejanos y puertas cerrándose con suavidad. Aun así, algo se movía bajo esa calma.

Lyra no pudo dormir.El cristal latía con una insistencia nueva, más profunda, como si llamara desde un lugar que no alcanzaba a ver. Se sentó en el borde de la cama, respiró despacio y aceptó lo inevitable. Cuando la magia despertaba así, ignorarla era un error.

Atravesó los corredores envuelta en su manto. El santuario la recibió con un frío distinto al del amanecer, más denso, más antiguo. El cristal ya no brillaba con luz clara, sino con un resplandor opaco, como si algo intentara nacer en su interior.

—No es tu voz —susurró Lyra—. ¿Qué eres?

La respuesta llegó como una presión en el pecho. Vio fragmentos dispersos: tierras marchitas, ciudades silenciadas, un trono envuelto en oscuridad. Y una figura sin rostro, observando desde la sombra.

Lyra dio un paso atrás, sobresaltada.

En ese mismo instante, al otro extremo del castillo, Kael despertó con el pulso acelerado. El fuego ardía bajo su piel, inquieto, indócil. Se incorporó, tomó la espada y salió sin pensarlo. Había aprendido a escuchar ese llamado mucho antes de comprenderlo.

Se encontraron en el pasillo que conducía al santuario.

—Lo sientes —dijo Lyra, sin necesidad de preguntar.

Kael asintió.

—La sombra no duerme —respondió—. Solo espera.

Entraron juntos. El cristal vibró con fuerza al reconocerlos. Por un instante, la luz y el fuego parecieron rechazar aquello que se filtraba entre ambos, pero la presión aumentó, densa, asfixiante.

—No es un ataque —dijo Lyra con dificultad—. Es un anuncio.

La oscuridad se retiró de golpe, como si hubiera obtenido lo que buscaba. El cristal quedó en silencio, agotado. Lyra apoyó una mano sobre la superficie fría, intentando estabilizar el pulso de su propia magia.

—Ha despertado —murmuró—. Sea lo que sea… ya sabe que existimos.

Kael envainó la espada con un gesto tenso.

—Entonces vendrá —dijo—. Y no lo hará solo.

Se miraron, conscientes de que la advertencia había sido clara. No quedaba tiempo para dudas ni para negaciones.

A lo lejos, más allá de las murallas, algo se movió entre las sombras del mundo.

Y por primera vez en siglos, la oscuridad comenzó a avanzar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.