Vanessa y Lucas se entregaron a una velada íntima y apasionada en la habitación de Vanessa. Sus cuerpos se fundieron en un abrazo ardiente mientras se exploraban con manos temblorosas y besos hambrientos. La pasión los envolvía en una danza frenética de deseo desenfrenado, cada caricia y suspiro aumentando la intensidad del momento.
Sin previo aviso, la puerta de la habitación se abrió de golpe, y Sarah irrumpió en la escena. Su rostro se llenó de asombro y furia al encontrarse con Vanessa y Lucas en pleno acto. Sarah, enojada, no pudo contener su reacción.
—¡Lucas, sal de aquí ahora mismo!— exclamó Sarah, su voz temblorosa por la mezcla de sorpresa y rabia.
Lucas, avergonzado, se separó rápidamente de Vanessa y comenzó a vestirse apresuradamente, buscando sus palabras en medio de la incomodidad. Intentó disculparse, pero Sarah no estaba dispuesta a escuchar sus excusas.
Vanessa, aturdida y desnuda ante la presencia de su hermana, intentó cubrirse con las sábanas mientras el corazón le latía desbocado en el pecho. Los ojos de Sarah se encontraron con los suyos y Vanessa pudo leer la preocupación en ellos.
—Vanessa, necesito hablar contigo—, dijo Sarah con una mezcla de seriedad y preocupación en su voz.
—No puedo quedarme callada mientras te engañan. Lucas solo está jugando contigo. No te ama de verdad.
Vanessa, aún desnuda y con el calor de la pasión palpitando en su piel, se encontró en una encrucijada emocional. Las palabras de su hermana resonaron en su mente, pero su corazón se negaba a creerlas. No podía aceptar que el hombre al que había entregado su cuerpo y su corazón pudiera ser tan cruel.
—No entiendes, Sarah—, dijo Vanessa, su voz temblorosa de desafío— Lucas me ama, y yo lo amo. No puedes venir aquí y arruinarlo todo. Lárgate.
Sarah, consternada y frustrada, comprendió que su intento de proteger a su hermana había sido en vano. Con un suspiro resignado, abandonó la habitación, dejando a Vanessa sola con sus emociones y su terca negación.
Vanessa, sintiéndose desafiante y decidida, se dirigió al baño para darse una ducha. El agua caliente acariciaba su piel, pero la sombra de las palabras de Sarah persistía en su mente. A pesar de todo, se aferraba a la esperanza de que el amor que sentía por Lucas pudiera superar cualquier obstáculo que el resto del mundo quisiera poner en sus caminos para alejarlos.
El agua caliente de la ducha acariciaba la piel de Vanessa mientras pasaba sus manos sensualmente por su cuerpo, evocando en su mente las palabras susurradas de Lucas durante su encuentro apasionado. Cada toque, cada caricia, resonaba en su memoria y avivaba la pasión que aún ardía en su interior.
Al salir de la ducha, Vanessa se envolvió en una suave toalla y se dirigió a su habitación para vestirse. Con cuidado, seleccionó una combinación de ropa que le brindara confianza y seguridad, a pesar del torbellino de emociones que la había envuelto en las últimas horas.
Con el uniforme del colegio perfectamente ajustado, Vanessa se preparó para enfrentar el día. Su mirada en el espejo reflejaba una determinación feroz mezclada con la vulnerabilidad que aún no había desaparecido por completo.
Mientras caminaba hacia el colegio, Vanessa se encontró con Emily, su mejor amiga desde la infancia. El rostro de Emily se iluminó al ver a Vanessa, y ambas se abrazaron efusivamente, compartiendo una conexión única.
—¡Vanessa! ¡No sabes lo que te has perdido anoche!— exclamó Emily con entusiasmo.
Vanessa sonrió, dejando de lado temporalmente los pensamientos y preocupaciones que la atormentaban. La energía y alegría de Emily siempre eran contagiosas, y era justo lo que necesitaba en ese momento.
—Cuéntame todo, Emily—, respondió Vanessa, sus ojos brillando de curiosidad.
Las dos amigas caminaron juntas mientras Emily relataba con entusiasmo las últimas aventuras nocturnas de la ciudad y las travesuras de algunos compañeros de clase. Las risas llenaron el aire, aliviando la tensión que Vanessa había sentido en su interior.
Finalmente, Vanessa mencionó las palabras de su hermana Sarah, compartiendo sus preocupaciones y dudas sobre la verdadera intención de Lucas. Esperaba encontrar consuelo y apoyo en Emily, buscando respuestas en su amistad inquebrantable.
Emily, con una mirada de complicidad, respondió con una sonrisa juguetona:
—¡No le des importancia a Sarah! Está celosa porque nunca ha experimentado algo así. Está tratando de arruinarlo para ti. Sigue adelante con Lucas, Vanessa. Tú mereces ser feliz.
Las palabras de Emily resonaron en el corazón de Vanessa, llenándola de esperanza y confianza. En ese momento, decidió dejar de lado las dudas y los consejos bienintencionados de su hermana, aferrándose a la creencia de que el amor que compartía con Lucas podría superar cualquier obstáculo.
Juntas, Vanessa y Emily continuaron su camino hacia el colegio, compartiendo risas y confidencias.
Después de las clases que le resultaban aburridas, Vanessa esperaba ansiosamente a la salida del colegio, anhelando el encuentro con Lucas. Observaba con impaciencia a los estudiantes que se dispersaban a su alrededor, buscando su figura conocida entre la multitud.
Finalmente, divisó a Lucas a lo lejos, hablando muy cerca de una chica. Una punzada de celos se apoderó de Vanessa, mientras su corazón se hundía en una mezcla de inseguridad y temor. El nudo en su estómago se hizo más apretado a medida que Lucas se acercaba.
Cuando Lucas finalmente estuvo frente a Vanessa, las emociones se desbordaron. Ella lo miró con ojos llorosos, llena de confusión y dolor.
—¿Quién era ella? ¿Por qué estabas tan cerca?—, preguntó Vanessa, su voz quebrada por el descontento y la desconfianza.
Lucas intentó calmarla, rodeándola con sus brazos y plantando un beso apasionado en sus labios. Mientras sus cuerpos se unían en ese abrazo, él comenzó a susurrarle palabras suaves y convincentes.