Vanessa se encontraba en la habitación del hospital, en medio de un torbellino de emociones. A pesar de haber estado atrapada en su propia mente durante semanas, finalmente había emergido de las profundidades de su coma. Su tía Alicia la había recibido con una mezcla de alivio y emoción, y ahora estaba en el proceso de presentarle a alguien.
— Vanessa, quiero que conozcas al detective Evans—, anunció su tía,un hombre joven de aspecto serio y profesional que estaba parado en la puerta se acerca junto a la cama.
El detective extendió su mano hacia Vanessa con una expresión compasiva en sus ojos.
— Lamento mucho la pérdida de tu familia, Vanessa. Me alegra que estés despierta y fuera de peligro.
Vanessa simplemente miró al detective sin decir una palabra, su rostro estaba lleno de una mezcla de desconfianza y ansiedad.
El detective Evans parecía entender su actitud y continuó con calma.
— Entiendo que estés frustrada y enojada. Lamentablemente, hasta ahora no hemos tenido pistas concretas sobre el caso. Pero quiero que sepas que estamos haciendo todo lo posible para resolverlo.
Vanessa finalmente rompió su silencio, con su voz cargada de una urgencia palpable.
— No me importa que estén haciendo, quiero saber qué avances tienen. Necesito saber quién hizo esto y por qué.
El detective asintió con empatía.
— Comprendo tu necesidad de respuestas, Vanessa. Estoy tratando de reconstruir la escena del crimen y analizar cada detalle para encontrar cualquier indicio. Pero es un proceso complicado y lleva tiempo.
Alicia interrumpió la conversación.
— Vanessa, el detective Evans personalmente pidió que el caso se reabriera. Quiere justicia tanto como tú.
Vanessa se sorprendió al escuchar esto, pero aún mantenía su actitud defensiva. Mantuvo su mirada fija en el detective y luego en su tía, sin decir una palabra.
En ese momento, un doctor entró en la habitación, rompiendo la tensión en el aire.
—Ah, veo que estás despierta y en buen estado—, dijo con una sonrisa. Sin embargo, cuando notó la presencia del detective, su expresión cambió sutilmente, una sombra de desprecio pasaba por sus ojos antes de desaparecer rápidamente en otra sonrisa forzada.
El detective Evans asintió al médico y luego se volvió hacia Vanessa una vez más.
— Vanessa, espero que podamos trabajar juntos para encontrar respuestas. Estoy aquí para ayudarte en lo que pueda.
Vanessa mantuvo su mirada fija en él, su rostro su rostro enmascaraba determinación y dolor. Aunque sus palabras eran pocas, el torbellino de emociones que se reflejaba en sus ojos era innegable. Con el detective Evans a su lado y el misterio del asesinato aún sin resolver, Vanessa estaba a punto de embarcarse en un camino que la llevaría a explorar las profundidades más oscuras de su pasado y enfrentar sus propios demonios.
El doctor llevaba las mangas de su delantal arremangadas mientras terminaba de examinar a Vanessa. En ese momento, en un rápido movimiento, dejó al descubierto una parte de un tatuaje en su brazo derecho. Vanessa, que estaba observando atentamente su examen, se quedó inmóvil al ver el tatuaje, que le resultaba extrañamente familiar.
Un flash de memoria inundó su mente, llevándola de regreso a esa noche aterradora. Recordó la escena horrenda que había presenciado, el símbolo siniestro grabado en la pared de la sala. Era similar, pero no el mismo tatuaje que tenía el doctor.
El corazón de Vanessa comenzó a latir descontroladamente mientras las imágenes de esa noche aterradora se agolpaban en su mente. Pánico y confusión la invadieron, y empezó a balbucear palabras incoherentes.
— Es... es... tú... estás aquí... Lucas... ¿¡POR QUÉ!?
El detective Evans, que había estado a su lado, actuó rápidamente. Empujó al doctor fuera de la sala, a pesar de la reticencia de este último, y cerró la puerta detrás de él.
Vanessa estaba temblando, con lágrimas en los ojos, cuando el detective se acercó a ella. La abrazó con suavidad y le susurró palabras de consuelo.
— Tranquila, Vanessa. Estás a salvo ahora. Nadie te hará daño. Estoy aquí para protegerte y para encontrar a los culpables.
Vanessa, aunque todavía nerviosa, se calmó gradualmente bajo el abrazo reconfortante del detective. Sin embargo, cuando finalmente recuperó la compostura, lo apartó bruscamente.
— ¡No vuelvas a tocarme!— , le dijo con voz temblorosa pero firme.
El detective se disculpó con sinceridad.
— Lamento si te asusté. Mi única intención es ayudarte.
Vanessa asintió, aunque aún se mostraba reservada. El detective la felicitó nuevamente por su recuperación y se despidió con amabilidad.
— ¡Nos veremos en unos días Vanessa! Aún necesito terminar de armar algunas pistas del caso.— Dijo mientras cerraba la puerta de la habitación tras de si.
Mientras Vanessa regresaba a casa de su tía, la transición entre el hospital y su llegada a casa le pareció un túnel de emociones turbias y pensamientos confusos. Sabía que tendría que enfrentar una serie de desafíos en su camino hacia la recuperación y la búsqueda de respuestas.
Al llegar a casa, Vanessa se encontró con la directora de su escuela, la Sra. Martinez, que estaba esperando en la entrada. La Sra. Martinez expresó su alivio por ver a Vanessa fuera del hospital y le aseguró que la escuela estaría lista para recibirla nuevamente cuando se sintiera preparada.
Vanessa, aún afectada por el encuentro con el detective y las emociones que habían surgido en el hospital, agradeció a la directora pero parecía distante y distraída.
Después de la partida de la Sra. Martinez, Vanessa se sentó en su habitación y miró por la ventana. La tarde caía lentamente, y la luz del atardecer se reflejaba en sus ojos mientras sus pensamientos la llevaban de nuevo a esa fatídica noche.
¿Quiénes eran los responsables de la masacre en su casa? ¿Qué significaba el tatuaje que había visto en el brazo del doctor? ¿Podría el detective Evans ayudarla a encontrar respuestas? La determinación de Vanessa por resolver estos misterios la consumía, pero también sentía miedo por lo que pudiera descubrir.