Sombras de Erytharis

Primer capitulo: Tierra de Erythalis

<<¿Así es? ¿En qué parte de esta historia me quedé?...>>

La nieve cae con cuidado sobre la nariz de un niño.

Abre los ojos y sonríe con una dulzura frágil.

"Está nevando" Murmura el niño con felicidad, levantándose. Se encontraba en esa montaña, mirando la hermosa ciudad de Erythalis.

Su rostro se ilumina. La nieve en las ramas de un árbol empieza a caer a su alrededor, decorando su cabello blanco.

Se incorpora rápidamente y toma apresuradamente un libro que estaba a su lado, uno de historia, para después salir corriendo.

Su alegría era imposible de ocultar.

<<Algo que aprendí y que me parece increíble en este mundo es que, en el continente donde vivo, nieva los 15 meses del año. Así es, aquí hay 15 meses, cada uno de 48 días. Todo se debe a que estamos muy cerca de la zona con mayor densidad de los Pecados de Origen: magia creada por los antiguos dragones de siete bases. Lo típico: agua, fuego, tierra, hielo, viento, oscuridad y luz. Solo puedes usar una, y la desarrollas mediante una marca en tu ser que te permite moldear tu propia magia. En teoría, usarla es un pecado —de ahí su nombre—, ya que los dragones no es que sean las bestias más santas>> Se explica el niño a sí mismo mientras corre por la plaza.

Un lugar repleto de gente: algunos robots, caballeros, e incluso bestias humanas, caminaban todos entre el bullicio del mercado.

El niño observa. La multitud convive en armonía, pero la sonrisa en su rostro se desvanece poco a poco. Sus manos tiemblan y, presa del miedo, se esconde detrás de un puesto.

"Al fin te encontré, Kael Aldrak" Dice una voz más aguda que la suya, atrapándolo en un abrazo.

"¡Ah! Suéltame, Eryss" Pide el chico, separándose de ese niño, un pequeño igual que él.

"Ya, ya, eres muy tímido, hermano. Ven, nuestra madre nos está buscando" Dice su hermano con una sonrisa dulce, levantándose.

"S-Sí..." Responde Kael, pero de pronto su rostro se llena de preocupación.

"¿Qué pasa?" Pregunta Eryss, algo confundido, inclinando la cabeza hacia un lado.

"¡Del susto se me perdió mi libro, ya casi lo terminaba!" Murmura Kael con frustración, dándose la vuelta.

"Sí, ya, busquémoslo rápido" Pide Eryss, acompañando a su hermano mayor entre la multitud.

<No lo puedo perder> Piensa Kael, agachándose a mirar entre la nieve.

De pronto, choca contra alguien de contextura enorme, cayendo al suelo.

"¿Estás bien?" Pregunta la voz grave. Kael levanta la mirada y se encuentra cara a cara con un minotauro musculoso, cuya imponente figura lo deja paralizado. El hombre le extiende la mano, pero Kael solo tiembla, buscando una salida.

Y finalmente, como un perrito asustado, se escapa entre la gente, dejando al minotauro confundido.

"Jeje, perdón, es algo tímido. No es mala persona, solo le da miedo socializar" Llega Eryss con una sonrisa incómoda, al ver lo que hizo su hermano mayor.

"Sí, tranquilo" Responde el minotauro, siguiendo su camino.

Eryss suspira y continúa la búsqueda de Kael.

Los minutos pasan. Kael se deja caer sobre la nieve, sin saber qué hacer. Mira al cielo, cansado.

"¿Adónde estará?" Se pregunta, frunciendo ligeramente el ceño.

"Al fin te encontré, eres escurridizo" Dice una voz gruesa que deja petrificado a Kael. Este desvía la mirada, incómodo, buscando cómo escapar.

"Espera, encontré un libro tirado. Según tu hermano, lo estabas buscando" Explica el minotauro, tratando de detenerlo.

Kael se detiene, confundido, y se voltea.

"¿Mi libro?" Pregunta, sentándose nuevamente en la nieve.

"Así es" Responde el tauro, sacando un libro. Era el suyo, y se lo entrega.

Kael lo observa con desconfianza, pero finalmente lo toma.

"Gra-Gracias, señor" Agradece, inclinándose en una reverencia.

"No tienes por qué hacer una reverencia a un perdedor como yo" Responde el tauro, algo avergonzado, moviendo su mano en señal de respeto.

<Qué raro... normalmente las bestias de su tamaño serían muy agresivas> Nota Kael, enderezando la postura.

"Mi nombre es Korn" Se presenta el tauro, extendiendo la mano a Kael.

"Sí, un gusto" Kael se queda confundido, mirando la mano sin saber qué hacer.

"En esta parte es donde la tomas y nos volvemos amigos" Explica Korn, con una sonrisa amable.

"No estoy acostumbrado a esto" Resalta Kael, tomando la gran mano de Korn.

Korn la aprieta con tanta fuerza que no puede contener su felicidad: comienza a agitar a Kael en el aire con emoción.

"¡Vaya, es un gusto conocerte! Soy un tauro muy débil, me ven como presa fácil. Debería ser fuerte... acabo de ser despedido de un grupo" Señala Korn, muy emocionado.

"Ehm... sí, mi brazo agradecería que tu debilidad lo suelte antes de que se rompa" Pide Kael, tratando de zafarse.

"Ah, qué descortés. ¿Cómo podría lastimar a un amigo?" Responde Korn, liberándolo finalmente.

Kael se soba el brazo, algo incómodo.

"¿Dónde encontraste mi libro?" Pregunta, mirándolo de abajo arriba.

"Pues verás, iba caminando a mi casa con mi dulce esposa y mi hija, y me lo encontré. La gente lo estaba pisando sin darle importancia" Explica Korn, recordando la escena.

"Ya veo..." Murmura Kael, mirando el libro. Su cubierta estaba desgastada, y lo contemplaba con cierto dolor.

"¡AL FIN TE ENCUENTRO, HERMANO!" Grita Eryss, llegando al lugar y agitando la mano en el aire.

"Miren nada más, otro amigo mío" Saluda Korn, levantando la mano hacia Eryss.

Eryss llega jadeando, algo cansado.

"Me hubieras avisado que ya tenías el libro" Regaña, limpiándose el sudor y mirando a Korn con despreocupación.

<Qué envidia... él sí sabe comunicarse con la gente> Analiza Kael, frunciendo el ceño ligeramente.

Luego de despedirse de Korn, los dos hermanos retomaron el camino a casa.

Al entrar, lo primero que vieron fue la imagen de su madre: una mujer de cabello blanco como el de ellos, ojos carmesí, una sonrisa helada pero cariñosa al recibirlos por la puerta.




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