"Todo debe tener un orden, no existe el bien y el mal, si lo pensamos bien, si alguien no nos impone lo que ellos creen para nosotros sería lo mismo, llamar malo a matar es estúpido, solo siguen leyes que alguien les impuso, pero si tu no conoces estas leyes te vuelves una maquina de matar para ti estaría bien, no es simple, tu decides en tu mente que esta bien y que esta mal, si existe el agua existe el fuego, si existe el cielo existe la tierra, si existe la ira existe la alegría, son cosas que se contrarrestan, pero que sin la conciencia humana no tendrían un significado" Narra la voz del mismo Afat mientras ve el enorme templo, caminando con tanta naturalidad y paciencia que desespera.
Sus pasos resuenan en el lugar y lentamente va abriendo los ojos para encontrarse fijamente con Lakshe.
Los dos a los pies de la entrada a las escaleras del templo mirándose a los ojos.
"Y lo mismo pasa con las reglas, nunca serán perfectas, entre mas las reinicies nunca serán perfectas, les diste a todos la capacidad de usar magia y empezaron a usarlo para hacer destrucción en el mundo, buscabas que nadie muriera ni sufriera, pero paso lo contrarío, te debes sentir horrible ¿No Afat?" Dice Lakshe caminando hasta estar frente a frente con Afat.
La presión se siente en el aire, el viento sopla con elegancia mientras los dos se miran con creciente tensión.
"A diferencia de todos a mi no me gusta el drama, prefiero atacar directamente mi objetivo y terminar con esto de una vez, despertare a los dragones, los matare a todos, seré la persona mas poderosa sobre la tierra y activare la sombra de Erythalis y reiniciare todo por completo y haré que el mundo sea mas pacifico y no me importa las veces que tenga que reiniciarlo" Exclama Afat apretando sus manos manteniendo su mirada fija con determinación.
"En el lugar ya llegaron los invasores, regresa a las sombras, esto dentro de poco será una masacre" Pide Lakshe dando una media vuelta y empieza a subir las escaleras para dejar el lugar.
Afat suspira y deja el lugar con algo mas de calma.
En el punto mas alto de la Pangea, un hombre llega al lugar, detrás de esa persona vienen dos mas, una chica y otro hombre.
"Finalmente llegamos, ya pueden respirar gente de Cylas" Celebra el hombre de adelante soltando un suspiro profundo con calma.
"Ya era hora, no puedo creer que nos hayas hecho caminar todo eso" Se queja la otra chica, una semi-humana, orejas de gato naranja y cola felina, ojos naranjas y pelo amarrado en una cebolla de color celeste.
A su lado un hombre callado de ojeras, piel blanca y pálida, ojos oscuros y pelo de color verde oscuro, un tapa bocas y una cachucha y este hombre no dice nada y solo mira el paisaje.
El hombre que los guiaba es alto, de pelo rojo y ojos dorados, mientras suelta un suspiro aliviado.
"En fin, nosotros nos perdimos, el ejercito ya debió haber llegado" Dice el chico de pelo rojo entrecerrando los ojos mientras busca por el lugar.
Mientras que ellos se encontraban perdidos, en medio de la selva espesa como un laberinto, se encontraba ese ejercito enorme, siendo guiados por otro chico, pelo largo hasta el hombro de color azul, ojos de color negros y gafas cuadradas, un traje de comandante de color negro con bordes rojos.
Ese hombre se encontraba herido, tirado contra el tronco de un enorme árbol, su mano derecha sostiene su brazo izquierdo tapando una herida profunda, tenía una cortada en diagonal desde el hombro hasta el abdomen, sangre en su rostro, sus ojos apagados mientras intenta volver a ponerse en pie.
"Mierda, mierda, esto es muy malo, perdimos a mas de la mitad de nuestras tropas" Señala el hombre empezando a caminar, pero apenas da un paso se escucha como una rama cruje.
Él hombre se asusta y cuando se voltea ve como algo lo ataca, saltando desde la rama de un árbol.
Esta era una bestia peligrosa, dientes afilados, pelaje de un color verdoso oscuro y marrón musgo, con manchas irregulares negras, alargado, garras firmes y una mirada penetrante.
"¡Cuidado capitán, es un Sahkral, les atrae la sangre!" Advierte un soldado desde atrás, ese soldado se encontraba apoyándose sobre el tronco de un árbol mientras respira agitadamente.
Antes de que el Sahkral pudiera hacer algo, él capitán se mueve con elegancia dando un paso atrás, estira su mano hacía su espalda e invoca un enorme báculo negro, hace un movimiento rápido atravesando todo el cuerpo de la bestia, partiéndola a la mitad de forma vertical.
"No me subestimes, puede que este herido pero puedo defenderme bien" Añade él capitán sacudiéndose la ropa como si nada.
El cuerpo de la bestia se desvanece en el aire y desaparece.
"Que raro... normalmente saldría sangre" Exclama él chico con confusión mirando en donde eso se desvanecía.
Cuando él se voltea ve como en ese centro entre tantos arboles en toda la selva habían cuerpos de soldados, partidos a la mitad o con partes desgarradas o vivos pero muy débiles.
"Solo sobrevivieron unos doce soldados" Señala la voz de un señor mientras ayuda a levantar a un herido de gravedad del piso.
"Mizu, ¿Qué fue lo que paso? Fue solo en un momento..." Pregunta él capitán con resignación apretando con fuerza su báculo mientras este se desvanece también.
"No tengo la menor idea Hasato, es como si nos hubieran dado una paliza y luego nos hubieran borrado la memoria" Señala Mizu, un hombre con un mechón largo de pelo tapando uno de sus ojos, este mechón es negro, mientras que el resto de su pelo es blanco y su ojo es verde, esta vez su traje es rojo con bordes negros.
"Y los demás se separaron de nosotros, esto es malo, teníamos ochenta hombres y ahora solo doce, esto es imperdonable" Se queja Hasato apretando con fuerza sus manos clavando sus uñas en la piel al punto de sacarse sangre.
"Tranquilo, tranquilo, dejemos que los heridos descansen en un lugar seguro y vamos a buscar a los demás, nosotros somos demasiado fuertes también" Propone Mizu levantando su mano de forma relajada.
#2252 en Fantasía
#1049 en Thriller
#480 en Misterio
misterio amistad segundas oportunidades, acción drama muerte, mundo magico en guerra por el poder
Editado: 08.11.2025