El detective John Anderson llegó al lujoso apartamento del empresario asesinado. La escena del crimen estaba meticulosamente organizada, como si alguien hubiera intentado borrar cualquier rastro de evidencia. Anderson sabía que este no era un asesinato común y corriente.
Mientras examinaba el cuerpo, Anderson notó un extraño tatuaje en el brazo del empresario. Era un símbolo que no reconocía, lo que le hizo sospechar que había más en juego de lo que parecía. Decidió investigar a fondo la vida del empresario y descubrir qué conexiones tenía con el mundo del crimen.