El Neón y la Podredumbre.
La lluvia ácida de Neo-Sevilla no limpiaba; solo dispersaba la mugre. A las 02:00 Ciclos de la noche, las luces de neón de la Zona Roja se reflejaban en los charcos, tiñendo el suelo de un magenta y cian enfermizos.
En la cima de un edificio abandonado, con vistas a un laberinto de cables aéreos y tráfico de aerocars, estaba Ramiro "Ramsés" Cruz.
Ramsés no era un hombre del futuro. Era un residuo. Su gabardina de cuero sintético goteaba, y sus implantes oculares Gen 1, obsoletos y propensos a fallar, le daban al mundo una capa de glitch digital constante. Había sido un policía respetado, un "Lobo Gris" de la Central, hasta que una bala (que él nunca vio venir) lo retiró. Ahora era un detective privado de segunda, un Tech-Noir, que se ganaba la vida con rastreos baratos y chantajes menores.
La Llamada del Cristal.
Ramsés se puso un cigarro sintético en la boca. Su comm-link implantado vibró, mostrando un número cifrado y el logo de la Corporación Sol. La Corporación era la dueña de la mitad del cielo y toda la tecnología de la ciudad. El tipo de cliente que Ramsés no quería.
Aceptó la llamada. Una voz fría y con un acento británico impecable resonó en su cráneo.
—Detective Cruz. Necesitamos sus servicios. Exclusivos.
—No hago recados corporativos. Soy alérgico al aire acondicionado de las torres.
—Esto es diferente. Es sobre Aura Sol. La heredera. Desapareció hace 36 horas.
Ramsés escupió el cigarro. Aura Sol. El rostro de la pureza corporativa, la mujer más protegida de la ciudad.
—La Central tiene veinte mil bots para esto.
—La Central no puede tocar esto. Su desaparición se relaciona con una Modificación Genética prohibida en la Zona Roja. Un rastro de algo que llamamos "El Lirio". Necesitamos a alguien que pueda moverse sin dejar un rastro limpio.
El Precio y el Pacto.
Ramsés sintió una punzada de interés. El Lirio. El rumor de una biotecnología que prometía la inmortalidad a cambio de la locura. Un mito urbano.
—¿El precio? —preguntó Ramsés.
—Un millón de créditos. Y le garantizamos una actualización completa de sus implantes neurales. Gen 4. Dejaremos de ver ese molesto parpadeo, Detective.
Ramsés miró el glitch en su visión. La promesa de la tecnología moderna era seductora.
—Hecho. Pero si hay sangre, mi precio se duplica, y la sangre es mi problema.
—Solo tráiganos a Aura. Viva. Los archivos de su última ubicación están siendo enviados a su chip ahora mismo.
La llamada se cortó, dejando a Ramsés con el peso de la información y la vibración del implante de alta tecnología.
El Descenso.
Ramsés se dirigió hacia la salida del edificio. Tenía que descender a los bajos fondos, un laberinto de túneles y cloacas donde la ley corporativa no existía.
Mientras bajaba las escaleras heladas, su implante óptico capturó un destello de movimiento rápido en un callejón. Una silueta oscura, demasiado ágil para ser un humano no modificado.
Una voz sintetizada y susurrante apareció en su comm-link, interrumpiendo el flujo de datos de Corporación Sol.
«Cuidado, Ramsés. La pureza siempre miente. Si buscas a la Diosa Sol, primero tienes que mirarte en el espejo.»
La voz era femenina, con un eco digital. La hacker misteriosa ya estaba jugando.
Ramsés sonrió, un destello de vida en su rostro cínico. —Que empiece el juego, muñeca.
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investigacion policial, ciencia ficción oscura, misterio y intriga
Editado: 19.11.2025