Sombras de Neón. (volumen 1)

Capítulo 3: Ecos de un Pasado Borrado

​I. La Sombra en el Espejo.
Ramsés se detuvo frente a un panel reflectante en uno de los pasillos inmaculados. Se vio a sí mismo: un soldado impecable del Enjambre, su rostro libre de la confusión y la dureza del pasado. Pero ahora, algo había cambiado. En el reflejo, por una fracción de segundo, el glitch de sus implantes Gen 1 distorsionó su imagen. Vio los ojos cansados del cazador, la cicatriz sobre su ceja, el rastro de la furia y la determinación.
​«¿Quién soy?», la pregunta no se formuló en voz alta, sino que resonó en el eco silencioso de su mente, una disonancia perturbadora contra la melodía de la "Pureza".
​La lealtad al Enjambre era una fuerza poderosa, una corriente que lo arrastraba. Pero el mensaje de la hacker, "No estás solo", había encendido una chispa, un fragmento de una memoria que se negaba a ser borrada por completo.
​II. La Infiltración Invisible.
Su primera misión, según el Enjambre, era la Zona Roja, el nido de corrupción donde El Fantasma se escondía. Era irónico. Ese mismo lugar era ahora la única conexión con su pasado fragmentado.
​Al salir de la fortaleza del Enjambre, los filtros ambientales de Neo-Sevilla cambiaron el aire, de estéril a denso y cargado. Ramsés, ya no monitoreado tan de cerca, activó un protocolo de rastreo secundario, uno que había descifrado de los datos basura de la hacker. No buscaba a El Fantasma. Buscaba la señal de la araña verde.
​Mientras se deslizaba por los niveles inferiores de la ciudad, el ruido de los aerocars y los hologramas publicitarios a lo lejos le recordaron el mundo que había dejado atrás. Pero lo que le impactaba eran los recuerdos fugaces: la voz del cocinero cyborg, el olor a aceite quemado del "Templo de Churro-Mago". Era como si su mente estuviera reconstruyendo un rompecabezas con piezas que no le pertenecían.
​III. El Templo Vacío.
Ramsés llegó al Distrito 8. El "Templo de Churro-Mago" estaba más oscuro de lo que recordaba (o más oscuro de lo que la hacker le había mostrado). Las lámparas de vapor amarillo apenas iluminaban la entrada. Los clientes de cromo barato ya no estaban. El local estaba vacío.
​Entró. El silencio era ensordecedor, solo roto por el goteo constante de una tubería rota. El mostrador estaba limpio, el trapo sucio había desaparecido. No había rastro del cocinero cyborg.
​Pero en una de las mesas pegajosas, grabada con un láser de baja potencia, había una nueva araña. Esta vez, la araña era negra, pero su círculo central brillaba con una luz verde pulsante. Y debajo, unas coordenadas, acompañadas de un mensaje:
​[SEGUIR EL HILO. LA AGUJA ESTÁ CERCA.]
​IV El Primer Contacto..
Ramsés memorizó las coordenadas. Eran para un sector aún más profundo de la Zona Roja, un subnivel abandonado conocido como "Las Catacumbas".
​Mientras se giraba para salir, el glitch en sus implantes se volvió incontrolable. Su visión se inundó de la voz de la hacker, ahora cristalina, urgente:
​«¡Ramsés! ¡No confíes en nadie! ¡El Maestro lo sabe! ¡Va tras El Fantasma!»
​El mensaje de la hacker, antes solo una sugerencia, ahora era una advertencia. La lealtad del Enjambre se resquebrajaba aún más, enfrentada a la inminente amenaza. Ramsés no solo tenía dos presas, ahora también tenía dos peligros.
​Con cada paso que daba hacia Las Catacumbas, la imagen del cazador en el espejo se volvía más clara, la sombra de su pasado más definida. ​V. El Descenso a las Catacumbas.
Ramsés no dudó. La orden impuesta por el Enjambre de rastrear a El Fantasma coincidía, convenientemente, con las coordenadas dejadas por el símbolo de la araña verde. Activó el rastreador en su implante de muñeca, ignorando la advertencia del sistema interno de que esa era una "Zona de Corrupción Extrema".
​El camino hacia Las Catacumbas era un descenso literal, un viaje a las venas más oscuras de Neo-Sevilla. El aire se volvió más denso, el olor a moho y aguas residuales electrónicas reemplazando el vapor quemado. Los túneles eran un laberinto de tuberías rotas y cables expuestos, una red de hierro oxidado que parecía viva.
​La lealtad forzada lo impulsaba hacia adelante con un enfoque de cazador implacable. Pero el glitch, la voz de la hacker, se negaba a ser silenciada.
​«Te están usando como una llave. El Fantasma no es la presa; es la carnada.»
​VI. La Araña y la Aguja.
Ramsés llegó a la entrada de Las Catacumbas: una escotilla de mantenimiento sellada con cadenas oxidadas. En el centro, el graffiti de la araña negra, con el punto verde parpadeante, era la única señal de vida.
​Extendió la mano para forzar la cerradura. El sistema de su implante, controlado por la Pureza, le proporcionó al instante el algoritmo de bypass. La escotilla se abrió con un gemido metálico.
​«Una vez dentro, el Fantasma no podrá escapar, hermano. La Pureza prevalecerá.» La voz serena de Seraphina se inyectó en su mente, reforzando el propósito del Enjambre.
​Ramsés estaba a punto de descender cuando el glitch lo golpeó con la fuerza de un rayo. No fue solo un recuerdo, sino una emoción.
​VII. El Grito Silencioso de Aura Sol.
Vio una imagen vívida: a Aura Sol, no riendo como en el holograma del Enjambre, sino acostada en la camilla de la clínica, los ojos abiertos y llenos de terror, la mano extendida hacia él mientras un cirujano del Enjambre le arrancaba su implante neural. Un grito silencioso de desesperación.
​La visión duró menos de un segundo, pero fue suficiente para que el muro de la "Pureza" se agrietara. El pánico, la ira, la traición: sentimientos que no deberían existir en su mente purificada, estallaron en su pecho.
​Ramsés se agachó. Sus manos temblaron al tocar su sien, intentando desesperadamente entender la incongruencia. Su lealtad vaciló.
​Y justo en ese momento, una pequeña aguja metálica, lanzada con una precisión increíble, se clavó en la pared a centímetros de su oído. La aguja no era un arma, sino un datapad de memoria.
​El glitch desapareció, y solo quedó la voz de la hacker, clara y concisa, saliendo de la aguja:
​«Tienes diez segundos. El Maestro de Marionetas está en camino.». VIII. La Decisión del Cazador..
Diez segundos. El tiempo se estiró y se encogió en la mente de Ramsés. La voz de la hacker, ahora nítida en su cabeza a través del datapad, era una alarma ensordecedora. El Maestro de Marionetas venía.
​Sus ojos se posaron en la aguja de memoria clavada en la pared. Instintivamente, la arrancó. Su cuerpo se movió con una agilidad que recordaba al cazador que fue, no al autómata del Enjambre. En el acto, sintió un sutil pinchazo en su sistema: el Enjambre intentaba recalibrar su lealtad, pero el datapad en su mano parecía actuar como un disruptor.
​«Conéctalo a tu implante Gen 1. ¡Rápido!», urgió la hacker.
​Ramsés no cuestionó. El miedo a perder lo que acababa de empezar a recordar, el terror por Aura Sol, era más fuerte que cualquier programación de lealtad. Localizó el puerto de datos en su muñeca y conectó la aguja.
​Una descarga de información, cruda y sin filtrar, inundó su mente.
​IX. La Inversión del Flujo.
No eran solo datos; eran fragmentos de su propia memoria, ahora sin el velo de la "Pureza". Recordó la misión original: encontrar a Aura Sol, que había desaparecido. Recordó la burla de la hacker, su sarcasmo, pero también su advertencia. Vio la cara de El Fantasma, no como un corrupto, sino como un aliado.
​El glitch se convirtió en una inundación de consciencia. La voz de Seraphina se rompió en un murmullo distante. La lealtad al Enjambre se convirtió en un eco lejano, ahogada por la rabia y la determinación de un hombre traicionado.
​«Te están usando como una llave. El Fantasma no es la presa; es la carnada.» La verdad se desplegó ante él con una claridad dolorosa. El Enjambre quería usarlo, al cazador sin memoria, para localizar y neutralizar a El Fantasma, el único que podía desenmascarar sus crímenes.
​X. La LLegada del Maestro.
Un zumbido bajo, rítmico, se hizo audible en los túneles. El inconfundible sonido del bastón del Maestro de Marionetas golpeando el suelo. Estaba cerca.
​Ramsés desconectó el datapad. El brillo de la araña verde en su pantalla se intensificó, mostrándole un nuevo camino dentro de las Catacumbas, una ruta de escape.
​«¡Sígueme, Cazador! ¡El Fantasma te espera! ¡Tenemos que sacar a Aura de aquí!» La voz de la hacker, ahora con un tono de victoria, lo impulsaba.
​No había tiempo para dudar. Ramsés miró por última vez la entrada a Las Catacumbas. El Enjambre lo había purificado, pero la hacker lo había despertado.
​Un nuevo Ramsés, un cazador con un propósito renovado y una furia helada, se lanzó a la oscuridad de las Catacumbas, con la imagen de Aura Sol gritando silenciosamente en su mente y el eco de los pasos del Maestro de Marionetas resonando a sus espaldas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.