I. El Plan del Fantasma.
La oscuridad en Las Catacumbas era casi total, solo rota por el tenue brillo de los implantes de Ramsés y la terminal de El Fantasma. El grito distorsionado del Maestro de Marionetas seguía resonando en los pasillos, creando una atmósfera de terror psicológico.
«El plan es simple: sobrevivir», dijo El Fantasma, su voz sorprendentemente calmada en medio del caos. «El Maestro tiene a sus "purificados" buscando. Pero yo conozco este laberinto mejor que él. Y tú, Cazador, eres una fuerza que no esperaba.»
El Fantasma tecleó furiosamente en su terminal. «Estoy intentando restaurar la energía en algunos sectores, para al menos tener una ventaja visual. Y para comunicarme con ella.»
«¿Con la hacker?», preguntó Ramsés, sintiendo un resquicio de esperanza.
«No solo la hacker. Nuestra verdadera ventaja. Ella es la que tiene la aguja para coser este mundo. Se llama Nix. Y ella es la que nos sacará de aquí.»
II. La Red del Maestro.
Un destello de luz ultravioleta pulsó en la distancia. Eran los "purificados" del Maestro de Marionetas, los mismos soldados del Enjambre que Ramsés había sido hace apenas unos minutos. Sus ojos, ahora desprovistos de emociones, brillaban con una luz interna.
«Ya están aquí», murmuró El Fantasma. «El Maestro utiliza a sus marionetas como exploradores. Sus mentes están conectadas, comparten todo lo que ven.»
Ramsés sacó su vieja pistola plasma-caster. El Fantasma se la había devuelto. La carga seguía al 50%. No era mucho, pero era algo.
«No los mates si puedes», dijo El Fantasma. «Son víctimas, no enemigos. Pero no dudes si es necesario.»
III. La Persecución Silenciosa.
Ramsés y El Fantasma se movieron por los túneles oscuros, el mapa de la araña verde parpadeando en el implante de Ramsés. Cada sombra era una amenaza potencial.
De repente, una figura apareció en la distancia. Un purificado, con la mirada vacía, avanzando hacia ellos. Ramsés se cubrió detrás de una pila de escombros.
«No dispares», susurró El Fantasma. «Esperemos. Mira.»
El purificado se detuvo, su cabeza se inclinó. Un zumbido apenas audible, como el de una mente procesando datos, emanó de él. Estaba compartiendo información con el Maestro.
«Está escaneando. Compartiendo nuestra ubicación», dijo El Fantasma. «Ahora.»
Antes de que el purificado pudiera reaccionar, El Fantasma lanzó un pequeño dispositivo que se adhirió a su espalda. Un pulso electromagnético lo inhabilitó al instante. Cayó al suelo, inerte.
«Un disruptor temporal. Lo tengo programado para no causar daño permanente», explicó El Fantasma. «Pero solo tengo unos pocos.»
IV. El Canto de Nix.
Mientras avanzaban, las luces de algunos sectores de Las Catacumbas comenzaron a parpadear, y luego se encendieron de forma intermitente. El control de energía estaba volviendo poco a poco.
«Nix», dijo El Fantasma con una sonrisa tensa. «Ella está trabajando. Está tejiendo su tela.»
Pero con la luz, también llegó el peligro. El zumbido del bastón del Maestro de Marionetas se hizo más fuerte. No era solo un sonido, sino una resonancia que parecía vibrar en los huesos.
«Está cerca», advirtió Ramsés. Su visión se inundó de un breve glitch: la imagen de Aura Sol, sus ojos llenos de terror. Esa visión, que antes era una programación, ahora era un impulso visceral.
«Tenemos que encontrar a Aura», dijo Ramsés. «Ella es la clave. El Maestro la está usando.»
«Lo sé, Cazador», replicó El Fantasma, su mirada fija en el mapa. «Ella está en un nivel inferior, en la cámara de cristal. Pero llegar allí será una trampa.»
Y justo en ese momento, una nueva voz resonó en el implante de Ramsés, clara y cristalina, pero llena de urgencia. No era Seraphina, ni la hacker. Era Nix.
«Cazador. La trampa no es para vosotros. Es para él.». V. La Estrategia de Nix.
La voz de Nix, clara y resonante en el implante de Ramsés, era una inyección de adrenalina. «Cazador. La trampa no es para vosotros. Es para él.»
El Fantasma asintió, su rostro iluminado por el tenue brillo de su terminal. «Nix ha desviado la energía a un sector clave, la antigua sala de incineración. Allí hay un generador de pulsos EMP. Suficiente para freír a un manipulador neural. Pero tenemos que atraerlo.»
«¿Cómo?», preguntó Ramsés.
«Con la verdad», replicó El Fantasma. «El Maestro se alimenta de información, de control. Pero odia la disidencia. Y tú, Cazador, eres ahora la disidencia personificada. Lo que te ha hecho no es purificación. Es una perversión de su propia tecnología.»
Mientras hablaban, el sonido de los purificados se hizo más cercano. No eran solo pasos; eran arrastres, el roce metálico de sus prótesis contra el suelo.
VI. El Rastro del Odio.
«El Maestro de Marionetas se cree un dios», continuó El Fantasma. «Cree que puede reescribir la realidad. Pero Aura Sol es la prueba de su fracaso. Ella intentó resistir su "purificación". Y su conciencia... aún está ahí. Luchando.»
Ramsés sintió una punzada de dolor al recordar el grito silencioso de Aura. Ese dolor era ahora su combustible.
«La cámara de cristal donde tiene a Aura está conectada directamente al generador EMP», explicó El Fantasma. «Cuando el pulso se active, no solo lo freirá a él, sino que… la liberará. Pero también será peligroso para ella.»
«Ella lo aguantará», dijo Ramsés con determinación. «Ella es fuerte.»
De repente, una figura corrió por el pasillo oscuro. No era un purificado, sino un dron araña, más grande y agresivo que los anteriores. Era una unidad de reconocimiento avanzado.
«¡Maldita sea! Ha encontrado nuestro rastro directo», exclamó El Fantasma. «Nos ha rastreado hasta aquí.»
VII. La Carnada Final.
El dron araña se detuvo a unos diez metros, sus múltiples ojos ópticos enfocados en ellos. Su cuerpo emitía un zumbido de alta frecuencia, transmitiendo datos al instante al Maestro de Marionetas.
«Este es el momento, Cazador», dijo El Fantasma. «Tenemos que ser la carnada. Necesitamos que nos siga directamente a la sala de incineración.»
Ramsés asintió. Se puso de pie, su pistola plasma-caster en alto, apuntando al dron.
«Cuando dispares, correremos. Tú por el lado izquierdo, yo por el derecho. La sala de incineración está a dos cruces. Nos encontraremos en la entrada.»
El Fantasma activó su terminal, mostrando una cuenta atrás de diez segundos en su pantalla.
«Diez segundos para que el Maestro llegue aquí. Cinco segundos para que el EMP se cargue. Esto tiene que ser preciso.»
«Entendido», dijo Ramsés, sintiendo la adrenalina bombear por sus venas. Miró el dron araña. Sus ojos brillaron con una furia fría y controlada.
VIII. El Último Engaño.
Ramsés disparó. El rayo de plasma impactó en el dron, desintegrándolo en una explosión de chispas.
«¡Ahora!», gritó El Fantasma.
Ambos se lanzaron en direcciones opuestas. Ramsés corrió por el túnel oscuro, el pulso verde de su implante guiándolo. Escuchó el zumbido furioso del bastón del Maestro de Marionetas, ahora muy cerca.
La voz de Nix resonó en su mente una vez más: «Él cree que te tiene acorralado. Cree que eres la presa. Pero tú eres el cazador, Ramsés. Y él está a punto de caer en su propia tela.»
Ramsés llegó a la entrada de la sala de incineración. Un túnel de acceso más amplio, con maquinaria pesada y una compuerta de seguridad al fondo. El Fantasma ya estaba allí, esperando, con la terminal brillando.
«Justo a tiempo», jadeó El Fantasma. «Ahora, Maestro de Marionetas, ¡ven a por tu premio!»
Detrás de ellos, los pasos del Maestro de Marionetas resonaron, y una figura se materializó en la oscuridad, su silueta alta y amenazante. IX. El Monólogo del Maestro..
El Maestro de Marionetas entró en la sala de incineración, su figura alargada y amenazante recortada contra el tenue resplandor violeta de su bastón. Sus ojos, ocultos bajo el ala ancha de su sombrero, parecían perforar la oscuridad. Los purificados se quedaron fuera, formando un perímetro silencioso.
«Pensasteis que podríais escapar, pequeños juguetes», dijo el Maestro, su voz resonando en la vasta sala, llena de un eco metálico. Su tono era una mezcla de desprecio y una fría superioridad. «La pureza siempre encuentra su camino. Y tú, Cazador, eres una pieza rota que voy a reparar.»
Apuntó su bastón hacia Ramsés. La punta violeta brilló con una intensidad cegadora. Ramsés sintió un intento de infiltración en su mente, una presión para reescribir sus pensamientos, para borrar su recién recuperada identidad. Pero esta vez, resistió. El datapad de la hacker había creado una barrera, y la furia por Aura Sol lo fortalecía.
«¡Aura Sol no está purificada! ¡La estás torturando!», espetó Ramsés, su voz llena de rabia.
«Aura es una crisálida», replicó el Maestro con una risa seca. «Pronto renacerá. Mi obra maestra. Ella traerá la verdadera pureza al mundo. Y vosotros… solo sois basura que estorba.»
X. La Cuenta Atrás Final.
Mientras el Maestro hablaba, El Fantasma tecleaba frenéticamente en su terminal. La cuenta atrás para el pulso EMP ya estaba en marcha, visible en la pantalla. Cinco segundos.
«Nix, ¿estás lista?», susurró El Fantasma, sin apartar la vista de la pantalla.
La voz de Nix resonó en el implante de Ramsés: «Siempre lista, aguja. Solo da la orden.»
El Maestro se percató del brillo de la terminal de El Fantasma. Sus ojos, finalmente visibles por un instante, eran fríos y calculadores.
«¿Qué estás haciendo, rata?», gruñó el Maestro, levantando su bastón con intención asesina.
Cuatro segundos.
XI. El Pulso y la Liberación.
«¡Ahora!», gritó El Fantasma, golpeando la terminal con la palma de su mano.
Una descarga masiva de energía recorrió la sala. Las luces parpadearon y se apagaron por completo. Un pulso electromagnético ensordecedor estalló, seguido de un silencio sepulcral, solo roto por el crujido de los sistemas eléctricos al freírse.
Ramsés sintió una descarga, una punzada que recorrió sus implantes, pero el datapad de la hacker lo protegió de lo peor.
El Maestro de Marionetas se derrumbó. Su bastón, antes brillante, ahora era una varilla inerte. Su cuerpo se sacudió violentamente, los implantes neurales sobrecargados. Un grito gutural escapó de su boca, un sonido de pura agonía y desesperación.
Las luces de la cámara de cristal, donde Aura Sol estaba retenida, se encendieron de golpe. Una figura se levantó lentamente de la camilla. Era Aura, sus ojos ahora abiertos y llenos de una confusión y un terror palpables. Estaba viva. Y libre.
XII. El Amanecer en la Oscuridad.
El Fantasma corrió hacia la compuerta de seguridad, activando un protocolo de apertura de emergencia. «¡Ramsés! ¡Vamos! ¡Nix está abriendo una salida!»
Ramsés miró al Maestro de Marionetas, ahora un amasijo de carne y tecnología frita. Ya no era una amenaza.
Sus ojos se encontraron con los de Aura Sol. En ellos, vio el dolor, pero también un atisbo de reconocimiento. Era ella. Era la razón por la que había luchado.
«Cazador. La trampa funcionó. Ahora, ¡salvadla!», la voz de Nix, triunfante, los impulsó hacia adelante.
Con el Maestro neutralizado y Aura Sol liberada, el verdadero juego estaba a punto de comenzar. Las sombras de Neón seguían siendo profundas, pero ahora había un nuevo amanecer en la oscuridad.
#172 en Ciencia ficción
#445 en Detective
investigacion policial, ciencia ficción oscura, misterio y intriga
Editado: 20.11.2025