Santiago, el abogado de Ethan, era un hombre de principios y una determinación férrea. Conocía el caso de Ethan y comprendía la verdad detrás de las mentiras de Lucian. Cuando recibió la noticia del arresto de Ethan, no perdió tiempo en dirigirse a la comisaría para ayudar a su cliente y amigo.
Santiago llegó a la comisaría con una mezcla de urgencia y resolución. Al entrar, vio a Ethan sentado en una celda, su rostro marcado por la desesperación y el cansancio. Santiago sintió una punzada de compasión y determinación. Sabía que debía actuar rápido.
— Ethan, vamos a sacarte de aquí — dijo Santiago con una voz firme pero reconfortante.
Ethan levantó la mirada, sus ojos llenos de gratitud y esperanza renovada.
— Gracias, Santiago. No sé qué haría sin ti.
Santiago trabajó incansablemente para conseguir la fianza de Ethan. Presentó argumentos sólidos y apeló a la justicia, luchando contra las acusaciones infundadas de Lucian. Finalmente, después de horas de negociación y papeleo, logró asegurar la liberación de Ethan bajo fianza.
Cuando Ethan salió de la cárcel, fue recibido por una horda de periodistas y cámaras. Los flashes y los gritos eran ensordecedores, un mar de caos y preguntas que lo rodeaban, buscando cualquier señal de debilidad o confesión.
— Ethan, ¿cómo te sientes después de tu arresto? ¿Qué tienes que decir sobre las acusaciones de Lucian?
Cada pregunta era una herida abierta, cada flash una daga de luz en sus ojos. Ethan sentía que la presión era insoportable, que el mundo entero lo observaba y lo juzgaba sin piedad por algo que jamás hizo ni haría. Sin embargo, recordó las palabras de Santiago y la verdad por la que luchaba. Mantuvo la cabeza alta y avanzó, decidido a no dejarse vencer.
El camino desde la cárcel hasta el apartamento de Ethan fue un viaje de introspección y dolor. Sentía que su corazón era un campo de batalla, cada latido una explosión de emociones contradictorias. La desesperación y la fortaleza se enfrentaban en su interior, cada una luchando por el control.
Las calles por las que pasaba parecían un reflejo de su mente. Los edificios altos y oscuros eran sombras de su propia alma, y las luces parpadeantes de los coches y las farolas eran chispas de esperanza que se negaban a apagarse. Ethan caminaba como un hombre perseguido por sus demonios, cada paso un esfuerzo para no sucumbir a la oscuridad.
Finalmente, Ethan llegó a su apartamento, un refugio que ultimamente se asemejaba más a una celda que un hogar. Se dejó caer en el sofá, sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros. Cerró los ojos, intentando encontrar un momento de paz.
De repente, un golpe fuerte resonó en la puerta, sacándolo de sus pensamientos. Ethan se levantó con el corazón acelerado, sintiendo una mezcla de miedo y curiosidad. Abrió la puerta lentamente, y su sangre se heló al ver a Lucian parado allí, una sonrisa sombría y posesiva en su rostro.
— Buenas noches, Ethan — dijo Lucian suavemente, sus ojos brillando con un deseo oscuro. — He venido a verte.
Ethan sintió que el aire se volvía espeso, que la habitación se llenaba de una tensión opresiva. La presencia de Lucian era una sombra que lo envolvía, una amenaza tangible que lo paralizaba.
— ¿Qué haces aquí, Lucian? — preguntó Ethan, su voz temblando.
— Solo quería hablar — respondió Lucian, dando un paso adelante. — Creo que tenemos mucho de qué discutir.
Ethan retrocedió, sintiendo el frío de la pared contra su espalda. La mirada de Lucian era como un fuego oscuro que lo consumía, una llama que buscaba devorar su alma.
— No tienes nada que hacer aquí — dijo Ethan, intentando sonar firme. — Déjame en paz.
Lucian sonrió, una sonrisa que no alcanzó sus ojos.
— ¿De verdad crees que puedes librarte de mí tan fácilmente, Ethan? No tienes idea de cuánto te deseo, de cuánto te necesito. De cuanto anhelo tener el control total sobre tu persona.
La tensión en el ambiente era palpable, un campo de energía oscura que amenazaba con aplastar a Ethan. Sentía que estaba atrapado en una red de posesividad y control, una prisión invisible de la que no podía escapar.
Mientras Lucian permanecía en la puerta, su presencia una sombra opresiva, Ethan se dio cuenta de que la verdadera batalla apenas comenzaba. La lucha por su alma y la de Lucas estaba lejos de terminar, y debía encontrar una manera de enfrentarse a su acosador con valentía y determinación.
El mundo exterior era un campo de batalla lleno de enemigos y desafíos, pero Ethan sabía que debía enfrentarlo con todo lo que tenía. La oscuridad que Lucian había sembrado podría ser densa y opresiva, pero la luz de la verdad y la justicia aún tenía la capacidad de brillar, incluso en los momentos más oscuros.
Con un último vistazo a la sonrisa sombría de Lucian, Ethan cerró la puerta, decidido a no dejarse vencer. La batalla por la verdad y la justicia continuaba, y aunque el camino por delante sería arduo y lleno de obstáculos, Ethan estaba dispuesto a luchar con todas sus fuerzas. Después de todo tenía que salvar a Lucas de la prisión paicologica y mental en la que ese enfermo de Lucian lo tenía encerrado.