Sombras de Redención

Prueba

Había pasado al menos un mes y ya me sentía mucho mejor. No me dolían las piernas y ya hasta podía correr con facilidad. Había tenido unas quince sesiones con Kaila para darle información, y me estaba quedando sin ideas de qué decir sin revelar nada realmente relevante.
Veo cómo las agujas del reloj se mueven, y sé que dentro de un par de minutos entrará María en el cuarto. Siempre era muy puntual y amable conmigo. No me trataba como una criminal; simplemente le gustaba conversar de temas triviales y hacer su trabajo tranquila.
Desde hoy comenzarían los exámenes de habilidad. Según me había explicado Kaila, iban a medir mi fuerza y qué tan capaz era de someterme a misiones especiales. Gracias a mi renombre y mis antiguos crímenes, había formado una reputación impecable: tenía una habilidad mágica excepcional.
Oigo que suena la manilla de la puerta principal y, en un segundo, se abre dejando ver a María, y detrás de ella, a Jack.
-Señorita Miranda, veo que hoy se levantó muy temprano. Me alegra, porque mi superior, el comandante Jack Vaser, desea que lo acompañe -me informa la criada mientras se dirige al baño.
-Limpiaré el lugar y repondré algunos insumos. Si ya desayunó, le recomiendo que se marche de una vez.
Asiento y me levanto de mi lugar. Camino hacia la salida y me despido de María.
Cuando salgo, veo al comandante con los brazos cruzados y un gesto inusualmente más crudo, como si su día no estuviera yendo bien. Se gira y, sin emitir sonido, empieza a caminar. Lo sigo, ya que no tengo opción.
-¿Qué tal estás hoy? -pregunto, algo curiosa. Mi intención no es hacerlo enojar más, pero probablemente es justo lo que provoco.
-¿Por qué de repente te interesa hablar conmigo? -gruñe sin dejar de caminar, dándome la espalda.
-Kaila me había dicho que probablemente me volvería tu compañera pronto. Supuse que sería mejor si nos llevábamos bien.
-Escucha, niñata -para abruptamente y se gira para tomarme del cuello-. No hago esto por gusto. Si fuera por mí, te mataría aquí y ahora. No intentes manipularme, porque no lo lograrás.
Su ceño está fruncido, y a cada palabra que dice siento su ira. Sus ojos están más oscuros de lo normal y nuestras caras a menos de diez centímetros.
La única reacción que tengo es sonreír con malicia y alzar una ceja.
-¿Y por qué mejor no me besas? -digo.
Siento cómo su enojo me absorbe y veo que se le pone la cara algo roja. Me empuja, haciendo que caiga de culo al suelo.
-Si no quieres morir aquí y ahora, mejor deja de insinuarte. He matado a cientos de criminales, y contigo dudo que sea diferente.
Me levanto y veo cómo empieza a alejarse a paso veloz. Corro para alcanzarlo.
Al cabo de unos minutos llegamos a nuestro destino: una sala excesivamente grande. Estoy en un balcón que da al interior de una especie de laboratorio con paredes blancas. A mi izquierda, un cristal gigante donde probablemente me observarán.
Cuando me doy vuelta, veo que Jack cierra la puerta y se queda afuera. Es ahí cuando noto los parlantes en las esquinas de la pared. De pronto, comienzan a emitir sonido.
-Bienvenida, Miranda, a la sala de pruebas. Aquí puedes utilizar tu poder todo lo que quieras. Las paredes están hechas para recibir la onda mágica que emitas y registrar una cifra de tu nivel. Trata de no contenerte. Dentro de un momento te daremos indicaciones sobre qué ataques realizar, y después analizaremos los resultados.
Asiento, mirando hacia el cristal que aún está oscuro.
-Muy bien, comencemos con algo sencillo. A tu derecha hay una báscula y una cinta métrica. Quiero que tomes tus medidas y las anotes en la pantalla que está en la pared.
Camino hacia donde me indica y tomo mis medidas: 169 cm y 58 kg. Las apunto en la pantalla y selecciono "enviar".
-Perfecto. Ahora quiero que te pares en la plancha a tu izquierda. No te muevas; vas a caer. Quiero que no muevas tu cuerpo durante la caída.
Hago lo que dice, y cuando siento que ya no tengo suelo, la caída me resulta extraña. Es de al menos un metro, pero no siento nada.
-Bien, todo está en orden. Ahora, comencemos con lo importante. Quiero que lances una pequeña explosión hacia una de las paredes.
Respiro un momento y lanzo la explosión sin contenerme. En cuanto toca la pared, emite una onda impresionante.
Continuamos con la prueba hasta que llegamos al final.
-Por último quiero que lances el ataque más fuerte que conozcas, sin contenerte.
Suspiro ante sus palabras.
-¡No puedo! -grito, aunque probablemente me habría escuchado igual si hablaba fuerte.
-¿Por qué no puedes? -su voz suena curiosa.
-Porque destruiría todo este lugar, sin importar de qué esté hecho -respondo, más calmada.
Pasan unos segundos en silencio, luego unos minutos. Hasta que escucho:
-Bien, vuelve al balcón. Jack irá por ti y te llevará a tu habitación. Mañana tendremos los resultados de la prueba de hoy. Puedes descansar por ahora. Un gusto verte, cariño.
Llego hasta el balcón y espero a que me abran la puerta. Pasa un rato y, por fin, puedo salir. Vaser me espera afuera con una cara de espanto total. Me da miedo pensar qué habrá pasado mientras Kaila estaba en silencio.
Caminamos de vuelta hacia mi habitación, y de pronto se le cae algo del abrigo a Jack. Lo agarro: es una moneda. Toco su espalda y se queda rígido. Espero su regaño, pero no dice nada. Se da vuelta, y su rostro está pálido, casi muerto. Le alzo la moneda, y él la toma con rapidez.
-Gracias Miranda Con mucho gusto, Jack -murmuro con sarcasmo, pero veo miedo en sus ojos. Asiente y vuelve a caminar, mucho más rápido, como si le urgiera alejarse de mí.
Cuando llegamos, abro la puerta y él espera a que entre. Cuando lo hago, sale casi corriendo. Me doy la vuelta: todo está limpio. María hizo un excelente trabajo.
Voy a mi habitación, tomo algo de ropa y me dispongo a darme un baño relajante.




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