Sombras de Redención

Terror

Desperté de un brinco; no había dormido bien, las pesadillas me habían perseguido toda la noche y apenas lograba conciliar el sueño.
Las voces de todas las personas que maté volvieron a mí, nublando mi mirada, como si el mundo se pusiera negro. Me estaban torturando y necesitaba alcohol, pero no tenía ni podía conseguir. Mi cabeza no dejaba de dar vueltas, y no entendía por qué estos recuerdos regresaban; era ilógico, después de todo siempre me pasaba después de matar a alguien, pero ahora no había hecho nada para provocarlo.
Sacudí la cabeza tratando de despejarme, pero no funcionó. Me di cuenta de que estaba empapada en sudor. Me levanté y fui al baño, el agua estaba fría cuando abrí la llave. Respiré hondo, intentando calmarme, y de golpe empecé a toser violentamente, como si mi cuerpo reclamara aire después de tanto tiempo conteniéndolo. Me estremecí y casi pierdo el equilibrio.
Me quité la ropa hasta quedar completamente desnuda y entonces empecé a bañarme, dejando que el agua fría lavara el tormento de la noche.
Cuando salí, me sentía aliviada; el nublado en mi mente se había disipado y podía respirar con calma. Me vestí rápido, peiné apenas mi cabello para quitar los nudos y salí de la habitación, solo para encontrarla invadida: Kaila, Vaser y tres soldados desconocidos estaban allí.
Kaila me hizo señas para que me sentara frente a ella. Obedecí sin decir palabra.
Me entregó una hoja de papel sobre la mesa; mi nombre y un número que no supe interpretar.
—¿Qué se supone que significa esto? —pregunté, confundida.
—Este es el resultado de los estudios que te hicimos ayer. Normalmente, obtenemos un número entre quinientos y mil… pero contigo fue diferente: superaste todo récord que jamás hemos tenido.
Miré el número: 45,687. Perturbador.
—El mayor número que hemos tenido ha sido 23,329, el récord de Jack. Tú lo duplicas. Ya te imaginas lo demás.
Me quedé helada, pero no más que los soldados detrás de Jack; cuando Kaila se retiró, ellos salieron temblando de miedo. Sabía que era mucho más fuerte que todos, pero nunca pensé que tanto. El comandante Vaser es el mejor en su trabajo; nadie puede superar su poder. Y aquí estoy yo. Quieren usarme a su favor. No voy a negar que me interesa, pero si juegan con fuego, terminarán quemados.
—Miranda, necesito asegurarme de que estás 100% de nuestro lado. Si de verdad quieres redimir lo que hiciste, ayúdanos con tu poder. Solo tú puedes ayudarnos a acabar con esto y ganar.
De reojo vi cómo Jack tensaba la mandíbula; probablemente se sentía ofendido. Lo entiendo: decir que no sirves para nada, por más que das, es horrible.
Asentí hacia Kaila y pregunté:
—¿Qué quieres de mí?
—De ahora en adelante, irás con Jack a algunas misiones. Nada muy grande; es solo para asegurarnos de que estás de nuestro lado. Pero no te preocupes: si todo va bien, es muy probable que te demos un lugar decente donde vivir, y no este lugar horrible.
Asentí, segura, y me sorprendió algo que dijo Kaila:
—Bien, gracias, cariño. Confío en ti. Una cosa más: Jack dice que quiere hablar contigo a solas. Espero que no te moleste.
Ladeé la cabeza y sonreí maliciosamente. Observé cómo la rubia se iba dando golpes con los tacones, y detrás de ella los soldados salieron temblando de miedo por mi presencia.
Jack tomó el lugar donde estaba Kaila, apoyó los brazos sobre la mesa y juntó las manos, posando la cabeza mientras suspiraba. Me sentí incómoda y miré hacia otro lado, pero lo escuché:
—Siento lo de ayer. Me sobrepasé contigo. Tenías razón al decir que deberíamos llevarnos bien.
Lo volví a mirar y sentí sinceridad mezclada con miedo en su disculpa. No le tomé importancia y hablé:
—No te preocupes, yo fui la que se sobrepasó contigo.
—Aunque aún así quiero saber tus verdaderas intenciones. ¿Por qué todo esto de la nada? Esto no es un interrogatorio; nada saldrá de tu boca sobre esta conversación una vez acabe.
Me sorprendió tanto que casi se me salen los ojos. Era raro escucharlo así; recordé las voces apenas presentes, agradeciendo que no dominaran toda mi atención.
—Supongo que en realidad es porque no soporto la culpa. Sentir que maté gente por gusto y pensar que sus familias lloran su muerte… todo por mi culpa. Es horrible. No soporto ver esas imágenes.
Las voces empezaron a hacerse más presentes, pero todavía no me incomodaban del todo.
—Ya veo. Espero que no estés mintiendo. Y si no lo haces, debes saber que puedes hablar de eso conmigo. He matado a cientos de personas; aunque fueran criminales, entiendo lo que sientes. Es duro hacerlo; no imagino el dolor que debes sentir.
Me sorprendió su empatía. ¿No será que tiene miedo del número de antes?
Asentí. Jack se levantó y se fue de mi habitación. Justo cuando cerró la puerta, las voces explotaron y me torturaron una vez más. Comencé a ver negro, sintiendo cómo mi visión se nublaba, y me sujeté la cabeza con dolor. No pararon en ningún momento, hagas lo que hagas. Me desgastaron mentalmente durante todo el día.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.