Sombras de Redención

Él

Sostengo a Jack entre mis manos después de liberarlo de la silla. No pienso en nada más que en él.
Compruebo que está vivo y respirando sin dificultad. Cuando lo confirmo, suelto un suspiro enorme de alivio.
Espero unos segundos, hasta que empieza a abrir los ojos lentamente. Lo incorporo con cuidado, como si fuera una figura frágil a punto de romperse. Cuando ya está más consciente, lo abrazo sin pensarlo y empiezo a llorar: de desesperación, de miedo y de alivio porque sigue aquí.
Siento cómo mueve la cabeza de un lado a otro, rápido, como buscando entender qué pasó. Y entonces noto lo que había ignorado: destruí gran parte del lugar… pero algunas zonas quedaron intactas, como si algo hubiera decidido qué arrasar y qué no.
—¿Tú hiciste esto? —pregunta con cautela.
—Yo… sí.
No tiene sentido mentirle. Él sabe que fui yo.
Se pone de pie. Su rostro cambia por completo: miedo puro. Da unos pasos hacia atrás, alejándose de mí mientras yo sigo tirada en el suelo.
—Maldito monstruo. Eso es lo que eres —me grita.
Me quedo paralizada.
Lo veo alejarse como puede, casi tambaleando, pero huyendo.
Y con cada paso siento cómo se derrumba mi mundo entero. Me quedo vacía, hueca, como si él se hubiera llevado lo último que quedaba vivo dentro de mí.
No tengo fuerzas ni para levantarme.
De pronto siento unos brazos jalándome hacia algún lugar. No sé a dónde, porque todo se vuelve negro. No porque me desmaye, sino porque siento que mi alma salió de mi cuerpo y no piensa volver.
Escucho gritos lejanos, distorsionados. Algo enorme golpea mi espalda con fuerza, pero ni así reacciono. No escucho nada. No veo nada.
Solo oigo la voz de Jack repitiendo: “monstruo”.
Una y otra vez.
Y cada vez siento que arrancan otro pedazo de algo que ya casi no existía.
Su cara de terror está clavada en mi mente.
Cómo pasamos de besarnos a que él me mirara como si fuera algo repulsivo.
¿Era una trampa?
¿Caí directo?
¿Nunca me quiso?
¿Para él siempre fui un juego?
Las preguntas se repetían sin parar, pero nada me devolvía a la realidad. No podía moverme. No podía sentir otra cosa.
La Miranda Mai que existió hace unas horas… estaba muerta.
Lo único que quedaba en este cuerpo era MT.
Como siempre, la vida me usó y luego me dejó tirada para que resolviera qué hacer con mis pedazos. Pero esta vez ya no había nada que rescatar.
Ahora solo quedaba reconstruir a MT desde cero.
Porque lo único que existía…
era el monstruo que Jack había despreciado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.