"Sombras de Sangre y Corona"

Capítulo 7: El Juego de Sombras.

El castillo de los Ashford ahora parecía un lugar extraño, un lugar que Lilianne ya no reconocía como su hogar. Las paredes, antes llenas de gloria y pompa, ahora reflejaban solo la quietud y el miedo. Tras el enfrentamiento con su padre y la humillación pública de Lady Celeste, algo había cambiado en el aire. La gente susurraba cuando ella pasaba, pero ya no con el mismo desprecio de antes. Ahora era algo más profundo, algo más temeroso.

Lilianne sabía que había comenzado una nueva etapa de su vida, y su padre no tardaría en mover ficha. Él, que siempre había sido el jugador más astuto en la corte, ahora tendría que enfrentarse a una hija que era mucho más que una noble malcriada. Ella era la oscuridad personificada, y no había vuelta atrás.

Eldric, quien se había convertido en su aliado más cercano y mentor, estaba en su habitación en el ala este del castillo, esperando su llegada. El hombre de cabellos oscuros y ojos fríos parecía siempre estar en las sombras, observando, analizando cada movimiento que ella hacía.

—¿Lo has hecho? —preguntó sin mirarla, su voz baja pero cargada de curiosidad.

Lilianne asintió, sin borrar la expresión fría de su rostro. —Lo he hecho. He dado el primer paso. Mi padre sabe que no soy una niña a la que pueda controlar.

Eldric la observó finalmente, sus ojos brillando con una mezcla de respeto y calculo. —Bien. Esto es solo el comienzo. Sabes que ahora las casas rivales empezarán a moverse. El reino está a punto de despertar ante tu poder, y no todos lo verán con buenos ojos.

—Lo sé. —Lilianne dio un paso hacia él, acercándose lo suficiente como para que sus voces no pudieran ser escuchadas más allá de la habitación. —Es por eso que tengo que actuar rápido. Pero no solo quiero que mis enemigos teman. Quiero que vean que no hay nadie que pueda desafiarme.

Eldric asintió, dándole un toque de aprobación. —Eso es lo que quiero ver. Pero también hay algo más que debes hacer. La Conclave de Magos se reúne pronto, y es un lugar clave para consolidar tu poder. Tienes que asistir. Muchos de los magos más poderosos del reino estarán allí, y si logras ganarte su respeto, tu influencia crecerá aún más.

Lilianne frunció el ceño, pensativa. La Conclave de Magos no era solo un evento social. Era una arena en la que se medían los magos más poderosos del reino, y donde se decidían las alianzas y los enfrentamientos. Asistir no solo significaba ganar poder, sino que también exponía sus ambiciones a todos aquellos que no la conocían. Pero era necesario. El poder solo se forja en la batalla, y Lilianne ya no temía a la oscuridad. Ella era la oscuridad.

—Iré —dijo con firmeza, sus ojos brillando con una determinación implacable. —Me ganaré a esos magos, y no solo a ellos. Me ganaré a todos los que se atrevan a desafiarme.

El día de la Conclave llegó rápidamente. El palacio donde se celebraba era vasto, su arquitectura un reflejo del poder y la riqueza que contenía. Lilianne había elegido cuidadosamente su atuendo: un vestido negro con detalles dorados, símbolo de su creciente poder, su manto fluía detrás de ella como una sombra en movimiento. Su porte era imponente, pero la belleza de su rostro aún mantenía un aire de misterio. La magia oscura que fluía en su interior irradiaba desde ella, tocando todo lo que tocaba.

A su llegada, la sala de la Conclave se llenó de murmullos. Magos y brujas de todas las casas nobles se encontraban allí, vestidos con capas imponentes, sus varitas de poder descansando a su lado, preparados para enfrentarse a cualquier desafío. Algunos la observaban con desdén, otros con cautela, y unos pocos, con lo que parecía ser admiración.

—¿Quién es esa? —susurró un mago de la Casa Gentry, un hombre de cabello plateado y ojos azules brillantes. —¿Una novata que viene a hacer alarde de su poder?

—No es cualquier novata, por lo que he oído. —La voz suave de una bruja de la Casa Vael, la cual llevaba una capa roja con bordados plateados, respondió. —Es Lilianne Ashford, la hija de Lord Gregory. Y dicen que ha comenzado a mostrar un poder oscuro que ni siquiera los más experimentados magos comprenden.

En ese momento, un mago de la Casa Vellmont, conocido por su ambición, se acercó a ella. Sus ojos brillaban con una mezcla de arrogancia y curiosidad.

—¿Así que tú eres la famosa Lilianne Ashford? —dijo con una sonrisa desafiante. —He oído que no eres precisamente lo que se espera de una noble. ¿Te atreves a competir con los grandes aquí?

Lilianne lo miró fijamente, su sonrisa helada y su mirada penetrante. —No estoy aquí para competir. Estoy aquí para dominar.

La atmósfera cambió en ese instante, como si el aire mismo se espesara. Los murmullos se apagaron, y todos los ojos se fijaron en ella. La oscuridad había llegado a la Conclave, y nadie podía predecir lo que sucedería a continuación.

Fin del Capítulo 7.




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