La victoria de Lilianne en el duelo había dejado una marca imborrable en la Conclave. Sus ojos ahora se encontraban en el centro de todas las conversaciones, y mientras algunos la consideraban una heroína, otros veían en ella una amenaza demasiado grande para ser ignorada. Los magos de las casas más pequeñas comenzaron a acercarse a ella, buscando apoyo para sus propios intereses. Pero Lilianne no estaba interesada en simples alianzas. Ella quería el poder absoluto, y para conseguirlo, debía ser estratégica.
Lady Morgana Vellmont, la matriarca de la Casa Vellmont, se acercó a Lilianne una vez que el duelo había terminado, su mirada cargada de calculadora inteligencia. Había quedado impresionada por su destreza en el combate, pero también sabía que la joven maga aún necesitaba una guía sutil para comprender los verdaderos secretos del poder.
—Ese duelo fue solo el comienzo, querida Lilianne —comentó Morgana, mientras caminaban por los pasillos de la Conclave, rodeadas por murmullos de los asistentes. —La verdadera batalla aún está por venir. La magia oscura es poderosa, pero también peligrosa. A veces, la magia no es lo único que necesita ser dominado.
Lilianne la miró de reojo, observando la sonrisa en los labios de Morgana, una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
—¿A qué te refieres? —preguntó Lilianne, sin perder la compostura. Sabía que Morgana no ofrecía consejos sin tener algo que ganar.
—A la política, querida. La magia es solo una parte del juego, pero para mantener el poder, debes controlar los hilos invisibles de la corte. Si no dominas eso, aunque tengas el poder mágico más fuerte, serás destruida en cuanto te descuides.**
Lilianne asintió lentamente, comprendiendo que Morgana estaba ofreciéndole una lección más valiosa que cualquier conjuro. Sin embargo, aún no confiaba completamente en ella. La matriarca de la Casa Vellmont tenía sus propios intereses, y Lilianne no sería una simple peón en su juego.
Mientras tanto, Eldric se mantenía en las sombras, observando la conversación con una sonrisa calculadora. Sabía que, aunque Lilianne estaba tomando su lugar como una de las figuras más poderosas de la Conclave, había muchos que intentaban manipularla. Él, sin embargo, no sería uno de esos. Había reconocido el potencial de Lilianne desde el principio, y su lealtad, aunque discreta, seguía firme.
—¿Crees que ella nos ayudará? —preguntó Eldric, mientras se acercaba a una mesa cercana, donde se encontraban varias cartas con símbolos de las casas más importantes.
—No aún —respondió Lilianne, su tono decidido. —Pero quizás Morgana pueda ser útil en el futuro. Por ahora, tengo otros planes.
El ambiente en la Conclave se volvió cada vez más denso. Alianzas invisibles se tejían entre bastidores, y enemigos observaban con recelo los movimientos de Lilianne. Nadie quería enfrentarse a la maga oscura, pero tampoco querían estar bajo su control total. La situación estaba al borde de una crisis.
Esa noche, cuando la Conclave finalmente se disolvió, Lilianne recibió una carta, sellada con el emblema de la Casa Wyrmwood, una de las casas más antiguas del reino. El mensaje era claro, aunque críptico:
—Sabemos lo que buscas, Lilianne Ashford. Si deseas poder, ven a nosotros. Pero cuidado, no todos en la corte tienen buenas intenciones. La traición se esconde en las sombras, y hay quienes preferirían verte caer.
La carta no contenía una firma, solo una marca con el símbolo de un dragón. La Casa Wyrmwood tenía una reputación de ser expertos en secretos y manipulaciones, y no era un mensaje que Lilianne pudiera ignorar.
Eldric observó a Lilianne mientras leía la carta, su expresión preocupada.
—Es una advertencia —dijo él, con un tono grave. —La Casa Wyrmwood no se involucra sin razón. Quieren algo de ti, y no será algo fácil de conseguir. No confíes en ellos por completo.
Lilianne sonrió con frialdad, guardando la carta en su capa.
—No confío en nadie. Pero si quieren jugar, jugaremos con sus reglas. Es hora de mostrarles que la oscuridad no solo puede ser manipulada, sino que también puede ser la que controle todo.
El tiempo estaba corriendo, y Lilianne sabía que la próxima jugada debía ser la más peligrosa de todas. Los hilos del destino comenzaban a entrelazarse, y la traición se acercaba como una sombra en la oscuridad.
Fin del Capítulo 11.
¡Vamos a por el Capítulo 12!
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Editado: 10.06.2025