Lilianne despertó con una sensación extraña, como si el peso de un nuevo poder hubiera anidado en su interior. Los recuerdos que había visto, las visiones de su vida pasada, habían cambiado algo dentro de ella. La magia oscura se sentía más cerca, más viva, más fuerte. A cada paso que daba, el aire parecía vibrar con un poder que solo ella podía sentir.
Al abrir los ojos, se dio cuenta de que estaba sola. Eldric ya no estaba a su lado. El hecho de que se hubiera apartado sin una palabra no la sorprendió. A medida que el poder de Lilianne crecía, más se alejaba de los que una vez habían sido sus aliados. Era un precio inevitable.
Se levantó y caminó hacia el espejo, observando su reflejo. ¿Era ella realmente la misma persona? Había algo en su mirada, algo en la intensidad de su expresión que ya no era humano. Era un espectro de poder, una sombra hecha carne, pero con un propósito claro: la venganza.
En ese instante, la puerta se abrió con un crujido suave. Una figura familiar entró en la habitación: Eldric. Su rostro estaba tenso, pero su mirada reflejaba respeto. Sabía que la mujer ante él ya no era solo la noble Lilianne Ashford; era algo más, algo mucho más peligroso.
—¿Cómo te sientes? —preguntó él, observando sus movimientos, su aura oscura que parecía envolverla.
Lilianne lo miró, sin perder su compostura.
—Más fuerte. Mucho más fuerte. —respondió, su voz fría y decidida. —Y más cerca de mi objetivo. He visto lo que necesitaba ver. Ahora sé quiénes son mis enemigos y qué estoy dispuesta a hacer para destruirlos.
Eldric se acercó lentamente, sus ojos llenos de preocupación.
—¿Sabes lo que esto significa? —dijo, su tono grave. —Estás caminando por un sendero peligroso, Lilianne. La venganza consume a aquellos que la buscan. Y te está consumiendo a ti.
Lilianne lo miró fijamente, sus ojos ardían con una intensidad que parecía hacer temblar el aire a su alrededor.
—La venganza es solo el principio. Lo que realmente busco es el poder absoluto. Quiero ver a aquellos que me traicionaron caer ante mi fuerza. Quiero que todo este mundo se arrodille ante la oscuridad que les he traído.
Eldric no respondió de inmediato. Sabía que Lilianne estaba más allá de sus advertencias. Lo que había comenzado como un deseo de venganza personal ahora se había transformado en una ambición que podría destruir todo a su paso.
De repente, la atmósfera en la habitación cambió. Un aire helado recorrió el espacio, como si una presencia desconocida estuviera observándolos desde las sombras. Lilianne se tensó, sus sentidos alertas.
—¿Escuchas eso? —preguntó Eldric, frunciendo el ceño. —Hay algo en el aire.
Lilianne se acercó a la ventana y miró hacia el horizonte. El cielo estaba oscuro, las nubes se acumulaban en espirales, como si algo ominoso se estuviera acercando. Pero lo que realmente captó su atención fueron las sombras que se deslizaban entre los árboles del jardín, casi como si tuvieran vida propia.
—Es el comienzo, Eldric. La oscuridad ya está aquí. —dijo Lilianne con una sonrisa sombría, mientras la magia oscura comenzaba a envolverse alrededor de sus dedos.
El jardín que antes parecía tranquilo ahora se veía extraño y hostil. Lilianne no tenía tiempo para preocuparse por las sombras; la traición que había vislumbrado en sus visiones ahora se sentía más cercana, más real. Sabía que la Casa Wyrmwood había jugado su parte en todo esto, pero aún quedaba por descubrir quién había sido el verdadero traidor.
—Es hora de actuar. —Lilianne dijo con voz firme. —Prepara lo necesario. Tenemos que ir al Palacio. Algo me dice que allí encontraré lo que estoy buscando.
Eldric la miró, sabiendo que no había forma de detenerla. Ella ya estaba más allá de cualquier razonamiento. El poder la había transformado en alguien que ahora iba por todo.
A medida que el carruaje avanzaba por las calles empedradas, el sonido de las ruedas era el único ruido que rompía el silencio que los rodeaba. La ciudad estaba sumida en la quietud de la noche, pero la energía oscura que emanaba de Lilianne parecía provocar que las sombras se movieran con vida propia.
El Palacio de las Sombras, como era conocido, se alzaba ante ellos como una fortaleza. Sus altos muros de piedra y los intrincados adornos de hierro parecían desbordar poder, pero Lilianne sabía que dentro de esas paredes se escondían secretos oscuros, secretos que la llevarían más cerca de desvelar la verdad.
Al llegar, un guardia se adelantó, su rostro inexpresivo.
—Señorita Ashford, dijo con voz monótona. —Está esperándola.
Lilianne asintió, su expresión seria. Sin decir una palabra más, cruzó el umbral del palacio, sus pasos resonando en el pasillo silencioso. Eldric la siguió de cerca, sabiendo que cada momento en ese lugar podría ser decisivo.
Dentro del palacio, las luces parpadeaban débilmente, como si algo en el aire estuviera perturbando la magia protectora del lugar. El silencio era absoluto, y el frío que recorría el lugar no solo provenía de las paredes de piedra, sino de la atmósfera misma.
Llegaron a una sala central, donde un hombre esperaba de pie. Era Lord Vincent Wyrmwood, el líder de la Casa Wyrmwood, conocido por su astucia y su manipulación política. A pesar de su juventud, su mirada reflejaba el peso de muchas decisiones tomadas bajo las sombras.
—Lilianne Ashford, —dijo con una sonrisa fría. —Qué grata sorpresa verte aquí.
#1857 en Fantasía
#319 en Magia
realeza y nobleza, reencarnacion y segunda vida, academia y magia
Editado: 10.06.2025