"Sombras de Sangre y Corona"

Capítulo 17: El Camino de las Sombras.

El aire alrededor de Lilianne se espesó, vibrando con una energía oscura tan intensa que parecía llenar el espacio con una presión insoportable. Mordain no retrocedió ni un paso. Su postura era firme, y su magia oscura resplandecía a su alrededor como un manto de oscuridad.

Eldric, que estaba detrás de Lilianne, dio un paso hacia adelante, como si quisiera protegerla, pero ella levantó la mano, señalándole que no lo hiciera. Este no era un enfrentamiento que él pudiera detener, no con sus habilidades actuales.

Mordain observó a Lilianne con una sonrisa llena de misterio, pero también con una sombra de desdén.

¿De verdad crees que puedes dominar las sombras, Lilianne? —dijo con voz grave, su mirada fija en ella. —Eres una maga poderosa, sin duda, pero hay fuerzas que van más allá de tu control. Las sombras son parte del mundo, pero no son tuyas. No importa cuánta magia oscura tengas, nunca serás más que una servidora de su voluntad.

Lilianne no vaciló. Sentía la oscuridad corriendo a través de su cuerpo, sus poderes despertando con cada palabra que Mordain pronunciaba.

¿Y tú, Mordain? —respondió con una voz que resonaba como un eco, profundo y lleno de intención. —¿Qué eres tú, sino un esclavo de esas mismas sombras?

La sonrisa de Mordain desapareció por un momento, y sus ojos brillaron con una luz peligrosa.

He sido muchas cosas, Lilianne. Pero nunca he sido esclavo. La diferencia entre tú y yo es que yo sé cómo usar las sombras para mis propios fines. —dijo mientras levantaba la mano, y el aire a su alrededor comenzó a cambiar, tornándose aún más pesado.

Lilianne sintió la presencia de la magia oscura del entorno. El poder de Mordain no era algo que pudiera subestimar, pero ella no estaba dispuesta a ceder. En su interior, la magia que había heredado de su vida pasada, la magia oscura ancestral, estaba despertando, guiándola.

No necesito usar las sombras como tú lo haces. —Lilianne dijo, su voz imponente. —Las sombras son mi aliada, no mi carcelera. He aprendido lo que tú nunca pudiste: a dominarme a mí misma.

Un destello de ira pasó por los ojos de Mordain, pero no hizo movimiento aún. La magia oscura que los rodeaba se intensificó a medida que las tensiones crecían. Eldric, incapaz de mantenerse al margen, observaba la escena con creciente preocupación. Sabía que esta batalla no solo era de magia oscura, sino también de voluntades, y en ese campo, Lilianne tenía una ventaja.

Las sombras respondieron a la llamada de Lilianne. El suelo bajo sus pies tembló, y las paredes del palacio comenzaron a crujir. La oscuridad que la rodeaba pareció turbulentarse a medida que Lilianne extendía sus manos.

Mordain levantó ambas manos al cielo, desatando una explosión de energía oscura que se lanzó hacia Lilianne, pero ella reaccionó rápidamente. Con un giro brusco, las sombras a su alrededor se elevaron como látigos de oscuridad, deflectando el ataque con facilidad.

No puedes detenerme, Mordain. —dijo con firmeza, mientras las sombras de su magia comenzaban a tomar forma. —La oscuridad me ha elegido, y tú solo eres una pieza más en este tablero.

El suelo se agrietó bajo sus pies, y sombras líquidas comenzaron a fluir hacia su cuerpo, como si la propia oscuridad estuviera integrándose con ella. Mordain se movió rápidamente, desatando un campo de energía oscura que empujó a Lilianne hacia atrás. Sin embargo, las sombras no la dejaron caer, sosteniéndola en el aire como si fueran brazos invisibles.

Crees que eres especial, Lilianne. —Mordain dijo, su tono lleno de veneno. —Pero lo que no entiendes es que todo lo que te ha dado poder, lo mismo te lo puede quitar. Las sombras no perdonan.

Eldric observó, atrapado entre la incertidumbre y la admiración por el poder que Lilianne estaba desplegando. La magia oscura de Lilianne no solo desbordaba la sala, sino que parecía expandirse a través de las vibraciones del aire, creando un campo de poder que estaba haciendo temblar las estructuras del palacio.

Estás equivocada, Mordain. —dijo Lilianne, con una calma temible. —Este poder no es una maldición. Es una bendición. Y tú nunca entenderás cómo usarla hasta que tu orgullo te destruya.

La batalla alcanzó su punto máximo. Eldric se vio forzado a alejarse, viendo cómo la magia oscura de ambos magos chocaba con una intensidad tan grande que el aire mismo parecía arder. Los dos se enfrentaban con una violencia imparable, cada uno buscando la superioridad, pero ninguno dispuesto a ceder.

Lilianne sintió que el control sobre las sombras que la rodeaban comenzaba a afianzarse. Recuerdos de su vida pasada volvieron con una claridad aterradora. La oscuridad no la consumía; ella era la dueña de la oscuridad, y el poder que ahora poseía era mucho más que lo que Mordain había alcanzado jamás.

Sin embargo, no era suficiente aún. Mordain no se rendiría tan fácilmente.

Lo que no entiendes, Lilianne, es que el poder absoluto no es algo que se pueda poseer. —dijo mientras una nueva oleada de sombras se levantaba de su alrededor, más poderosa que antes. —Es algo que debe ser liberado, dejado ir… Y eso es lo que te hará caer.




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