El eco de la explosión de energía oscura retumbó por todo el Palacio de las Sombras. El aire estaba cargado, denso, como si las mismas paredes estuvieran respirando la magia desatada. Lilianne, aún rodeada por un manto de oscuridad, observó el lugar donde Mordain había estado, pero su figura había desaparecido por completo.
Las sombras se disiparon lentamente, y el palacio volvió a la calma, aunque la atmósfera seguía impregnada de una tensión palpable. Eldric se acercó cautelosamente, mirando a su alrededor como si esperara que algo más surgiera de la oscuridad.
—¿Lo hiciste? —preguntó, su voz llena de una mezcla de asombro y preocupación.
Lilianne asintió lentamente, sus ojos brillando con un resplandor oscuro, pero había algo diferente en su expresión. Un cambio profundo que no solo se debía a la victoria sobre Mordain, sino a la nueva comprensión que había alcanzado de su poder.
—Sí, pero esto no ha terminado. —respondió Lilianne, su voz firme pero cargada de una gravedad inusual. —Mordain no es el único que me busca. Hay otros. Y ahora que he alcanzado este poder, hay quienes vendrán a reclamarlo. No sé si estoy lista para todo lo que eso implica… pero ya no puedo dar un paso atrás.
Eldric la observó, preocupado. Sabía que la magia oscura que Lilianne había desatado no solo la cambiaba, sino que también traía consigo peligros de los que ni siquiera ella estaba completamente consciente. A lo lejos, las puertas del palacio se abrieron con un crujido, como si el mismo lugar estuviera invitándolos a avanzar.
—Si esto se convierte en una caza, entonces necesitamos estar listos para lo que venga. —dijo Eldric con determinación. —Pero lo que te espera no será solo magia o monstruos. Hay secretos más oscuros que podrían ponerte en peligro, Lilianne.
Ella lo miró y, por un instante, parecía que los recuerdos de su vida pasada se alineaban en su mente. Poderes ancestrales, fuerzas arcanas que aún no comprendía completamente, pero que sentía latir en cada fibra de su ser.
—No tengo miedo de los secretos, Eldric. Lo que me preocupa es lo que aún no sé. Lo que aún no he despertado en mí misma. —respondió, su tono frío, pero con una profunda comprensión.
De repente, un murmullo lejano hizo que ambos se detuvieran. El aire se volvió aún más pesado, y la oscuridad parecía retorcerse alrededor de ellos.
—¿Qué fue eso? —preguntó Eldric, su mano en la empuñadura de su espada, preparado para cualquier eventualidad.
Lilianne cerró los ojos, concentrándose. A través de las sombras, podía sentir una presencia que no pertenecía a este mundo. Un poder distante, como un eco del pasado, una magia mucho más antigua y peligrosa que la suya.
—Es él. —murmuró Lilianne, abriendo los ojos con una mirada sombría. —El que me sigue.
Eldric frunció el ceño, pero no dijo nada. Sabía que, con Lilianne, cada palabra tenía peso, especialmente cuando se trataba de aquellos que parecían estar tras su poder.
Un resplandor oscuro surgió de entre las sombras, como una sombra inmaterial que se deslizaba hacia ellos. El aire mismo parecía cortarse mientras la presencia se acercaba más y más. Era una energía fría, casi de otro mundo, que se deslizaba hacia el centro del palacio.
—Vas a tener que ser más fuerte, Lilianne. —dijo Eldric, su tono grave. —Este poder que has desatado atrae a más que solo enemigos comunes. Lo que se acerca es algo mucho más grande.
El resplandor aumentó, y de las sombras surgió una figura envuelta en una neblina oscura. Su rostro estaba cubierto por una máscara, y su cuerpo estaba completamente envuelto en una capa negra que brillaba con un resplandor sombrío.
—Así que al fin has despertado. —la voz de la figura resonó, profunda y desmesuradamente fría. —Pensé que te llevaría más tiempo, pero ahora veo que no soy el único que busca el poder perdido.
Lilianne apretó los dientes. Reconoció la voz de inmediato. Un antiguo enemigo, pero más allá de eso, algo más.
—Tú… —dijo Lilianne, su voz tensa, mientras sus ojos se entrecerraban al reconocer la presencia que se desbordaba de la figura. —Eres uno de los Guardianes de la Oscuridad, ¿verdad?
La figura se detuvo, su risueño tono desbordando confianza.
—Así es, pero no solo eso. Soy quien guarda los secretos que ni tú ni Mordain pueden comprender. —respondió con una sonrisa casi burlona. —Y ahora, has hecho lo imposible, Lilianne. Has despertado el camino hacia el poder perdido, un poder que pertenece a los antiguos guardianes, a los que han estado esperando el regreso de alguien digno de reclamarlo. Y parece que tú, por fin, eres esa persona.
Eldric miró a Lilianne, preocupado. Sabía que este no era solo otro enemigo más, sino alguien que poseía una magia ancestral que podría desafiar incluso a la propia oscuridad que Lilianne había desatado.
—¿Qué quieres de mí? —preguntó Lilianne, su tono implacable. —¿Acaso has venido a detenerme?
La figura rió suavemente, una risa que resonó en todo el palacio.
—Detenerte no es mi objetivo. —dijo con voz profunda. —Mi único propósito es ver si eres lo suficientemente fuerte como para superar lo que te espera. Si no eres capaz de dominar lo que está por venir, serás consumida por lo mismo que buscas controlar. La magia oscura te marcará, y nada podrá salvarte.
#1839 en Fantasía
#314 en Magia
realeza y nobleza, reencarnacion y segunda vida, academia y magia
Editado: 10.06.2025