Sombras de tinta

decimoquinto: donde se pierde la inspiración (+18)

¿Se imaginan un mundo donde las palabras que escribas se vuelva realidad?

No, pero en serio. Que mientras escribes tu historia de lobos, vampiros, sugar daddys; eso este literalmente sucediendo. Eres como un dios.

Y, no quiero caer en el narcisimo. Sin embargo, que poderoso debe ser tener ese nivel de poder. Yo decido, yo creo, yo invento. Nada se sale de mis manos, toda acción esta calculada y aún si no lo está, ¿a quién le importa? yo soy la que decide, la que con la mente domina todo. Poder cambiar completamente la vida de un personaje solo con escribir: te amo o se murió. Sorprendente.

Ser el todo, la nada, la luz y la oscuridad para tus personajes. ¿y si salen a vengarse por haber matado a su pareja? ¿Cómo harían? ¿Yo que haría?

De igual forma y por noches enteras he querido que la imaginación salga de ese mundo y se vuelva realidad. Noches de planear una venganza, una fiesta, una meta, una cogida. ¡Y que se vuelva realidad! Seguramente hay miles de peliculas con esa tématica, ahora no puedo pensar en ninguna, dejenme saber si existe.

También he querido entrar a un libro, manga o webtoon. Ayer pase horas leyendo mangas histórcos de Corea. Literalmente empecé a planear como sobrevivir como concubina. (Mucho veneno incluido, sorrynotsorry).

Entre las cosas con las que mi mente voló fue con un hombre alto y músculoso, que me hacía sentir la suavidad y el calor de sus manos por todo mi cuerpo. Tocaba mi rostro con ternura e introducia sus dedos en mi boca y podía ver con claridad la excitación en su rostro. Estaba acostada en mi cama y se subia sobre mí, arracando el viejo vestido de pijama, dejando en descubierto mis senos, que sin previo aviso devoraba con su fría boca. Su mano en mi cintura me obligaba a acercarme más a él. Su boca se convertía una bestia que marcaba, comía y lamía cada parte de mí. Sus manos heladas subían y bajaban suavemente en mi núcleo hasta que choros de húmedad salían de esa cueva.

No lograba desvertirse en su totalidad. Su deseo era tan intenso que apenas y pudo desabrochar sus pantalones. Su miembro erecto relucia con una singularidad electrizante obligandome a estirar la mano y tocarlo. Empezando por la delicada punta rosada, suaves vueltas a su alrededor con tortura. Con ambas manos iniciaba el vaivén usando mi misma húmedad como lubricante.




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