Sombras de un nosotros

2 - Alba

Cuando subíamos a la zona de controles, vi cómo saludaba a todos sus amigos con alegría, como siempre, aunque esta vez algo era diferente: se notaba un poco más serio de lo normal. Me pareció extraño, ya que siempre parecía alegre, aunque en realidad la alegría no era algo que lo caracterizara todos los días. Llevaba puestos sus audífonos, que no se quitó en todo el viaje de ida.

Pasamos a la zona de embarque a esperar el avión. Mientras tanto, me puse a hablar con Denisse sobre cualquier cosa hasta que llegó la hora de abordar. No me fijé en la distribución de los asientos, así que simplemente busqué el mío y me senté. Tenía pensado ver una película con Denisse, pero mi plan se arruinó cuando apareció Dylan, un chico de mi clase.

—¿Este es el asiento de Denisse? —preguntó. Asentí, algo confundida. Notó mi expresión y explicó — Ella me pidió que le cambiara el asiento para poder sentarse con su novio.

Maldita sea, Denisse. Sabe que no me gusta hablar con desconocidos y aun así me hace esto. No me quedó más remedio que aceptar y mirar por la ventanilla todo el vuelo. Estaba cansada, así que terminé quedándome dormida hasta que aterrizamos.

Al bajar del avión, busqué a Denisse. Aunque estaba un poco enojada, me alegró verla, ya que no tenía con quién más estar. Salimos del aeropuerto y la agencia con la que viajamos nos explicó el plan para este año antes de llevarnos a nuestras casas asignadas. Denisse y yo estaríamos juntas, lo cual me pareció genial. Había visitado Miami antes, pues tengo familia aquí, y volver me trajo hermosos recuerdos de mi infancia.

Después de dejar nuestro equipaje y hablar con los dueños de la casa, decidimos salir a dar una vuelta. Fuimos a la playa y a un parque lleno de ardillas. Les tomamos fotos y las alimentamos con comida que compramos. Cuando revisamos la hora, ya eran las seis de la tarde. Empezaba a hacer frío y no nos habíamos abrigado, así que decidimos regresar.

En el camino, me llegó una notificación en el teléfono: era mi mamá, pidiéndome mi nuevo número. Aproveché para enviarle varias fotos de la playa. Al llegar, cenamos con nuestra familia adoptiva. Eran encantadores, casi la familia perfecta. El señor y la señora Stevens eran altos, rubios, de ojos azules y delgados. Molly, su hija de ocho años, era la niña más adorable que había visto y una copia exacta de sus padres. Después de cenar, subimos a nuestra habitación y encontramos a Roco, el perro de la familia. Era un dóberman de seis meses, bastante grande pero muy cariñoso.

Denisse y yo nos pusimos a acariciarlo hasta que la señora Stevens entró a desearnos buenas noches y se lo llevó a pasear. Nos quedamos en la habitación: Denisse hablando con su novio y yo ordenando mi maleta para dormir tranquila y estar lista para el día siguiente.



#6128 en Novela romántica

En el texto hay: romance, friendstolover

Editado: 09.02.2025

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