Sombras de un nuevo imperio

Capítulo 2: Ecos del pasado

La lluvia caía incesante sobre la ciudad, transformando las calles en un mosaico de charcos y luces reflejadas. Desde la ventana de su ático, Sofía observaba el paisaje, perdida en sus pensamientos. La nota seguía sobre la mesa de su oficina, como un recordatorio de que el pasado jamás se había ido.

Camila entró en la habitación, su andar seguro y su expresión seria. En sus manos llevaba un sobre cerrado, protegido del agua por una funda plástica. Sofía no desvió la mirada de la ventana, pero su atención estaba completamente en ella.

—Encontramos algo, pero es extraño, Sofía. Este papel... no es cualquiera. Es italiano, importado, usado solo en documentos oficiales o cartas privadas de alto nivel.

Sofía giró lentamente hacia Camila, tomando el sobre que le ofrecía. Lo abrió con cuidado, sacando un informe detallado. El análisis forense del papel y la tinta no había arrojado mucho más, pero algo resaltaba: un logotipo casi imperceptible grabado en una esquina. Sofía frunció el ceño, reconociéndolo al instante.

—Esta marca... pertenece a Alexei.

El nombre salió de sus labios con la suavidad de un susurro, pero con el peso de un recuerdo imborrable. Alexei había sido su mayor aliado y su peor enemigo, el hombre que había prometido protegerla y que, al final, la había traicionado.

—¿Es posible que esté vivo? —preguntó Camila, cruzando los brazos.

Sofía dejó el informe sobre la mesa y se recostó en la silla, dejando escapar un largo suspiro. Durante dos años había vivido con la certeza de que todos los involucrados en su caída estaban muertos o irrelevantes. Pero si Alexei seguía vivo, eso significaba que no había calculado bien su jugada final.

—Si lo está, lo sabremos pronto —respondió finalmente, con una calma que enmascaraba la tormenta dentro de ella.

Camila asintió y salió de la habitación, dejando a Sofía sola con sus pensamientos. La mención de Alexei había removido algo profundo en su interior, una mezcla de odio, miedo y una chispa de lo que alguna vez fue confianza.

Esa noche, decidió dar el siguiente paso. Sofía se dirigió a un club clandestino en el corazón de la ciudad, un lugar donde las respuestas se compraban al precio adecuado. Lorenzo, un informante de confianza y un hombre que siempre tenía un ojo en las sombras, la esperaba en una mesa del fondo.

—Es raro verte por aquí, Sofía —dijo Lorenzo, levantando su copa en un saludo burlón.

Sofía se sentó frente a él, sin perder tiempo en cortesías.
—Necesito información.

Lorenzo arqueó una ceja, su sonrisa ensanchándose.
—Siempre directa, ¿eh? Bien, ¿sobre qué?

—Alexei Ivanov. ¿Sigue vivo? ¿Dónde está?

Lorenzo dejó su copa sobre la mesa, su expresión relajada cambiando a una más seria.
—Alexei... Eso no lo esperaba. Hace años que nadie menciona su nombre, al menos no en los círculos en los que me muevo. Pero ahora que lo dices... sí, hay rumores.

Sofía se inclinó ligeramente hacia adelante, sus ojos clavados en los de Lorenzo.
—¿Qué clase de rumores?

—Que está reuniendo aliados. Que busca algo grande. Y que está obsesionado con un nombre: el tuyo.

El aire pareció detenerse por un instante. Sofía se recostó en la silla, procesando la información. Si Alexei estaba buscando aliados y usaba su nombre como bandera, significaba que la guerra no había terminado; apenas estaba comenzando.

—¿Dónde puedo encontrarlo? —preguntó finalmente.

Lorenzo negó con la cabeza, su sonrisa volviendo con un dejo de cautela.
—Esa es la parte complicada. Alexei no es fácil de rastrear. Pero... podría tener un contacto. Aunque no será barato.

—El precio no es un problema.

Lorenzo asintió y sacó una tarjeta de su bolsillo, deslizándola por la mesa.
—Este tipo trabaja para alguien que conoce a Alexei. Es tu mejor opción.

Sofía tomó la tarjeta sin mirarla y se levantó.
—Como siempre, Lorenzo, ha sido un placer.

Antes de que él pudiera responder, Sofía ya estaba saliendo del club. Afuera, la lluvia seguía cayendo, empapando el pavimento y el abrigo que llevaba. Miró la tarjeta en su mano: un nombre y una dirección escritos a mano.

Mientras se alejaba, no podía evitar pensar en las palabras de Lorenzo. Alexei estaba cerca, y si él estaba buscando aliados, eso solo significaba una cosa: Sofía tendría que enfrentarse no solo a su pasado, sino a todo lo que había construido en su ausencia.




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