Sombras de un nuevo imperio

Capítulo 6

Sofía salió del almacén con pasos vacilantes, pero su mente era un torbellino. Alexéi había vuelto, más manipulador que nunca, y lo peor era que no estaba solo. La figura enmascarada que había permanecido a su lado le generaba más inquietud que el propio Alexéi. Algo en la forma en que se movía, la postura rígida y el silencio, hacía que su instinto le gritara que corriese lo más lejos posible. Pero no podía. No todavía.

Con el sobre aún apretado en su mano, tomó un taxi que la llevó al pequeño apartamento que ahora llamaba hogar. Era modesto, anónimo, el lugar perfecto para alguien que había pasado los últimos años intentando ser invisible. Sin embargo, el regreso de Alexéi cambiaba todo.

Ya en su apartamento, abrió el sobre de nuevo y esparció las fotografías sobre la mesa. Imágenes de lugares que reconocía, personas que creía haber dejado atrás. Una de las fotografías le heló la sangre: era ella, en la estación de tren, el día en que desapareció. Alguien la había estado observando desde el principio.

El sonido de un golpe suave en la puerta la sacó de sus pensamientos. Se levantó de un salto, con el corazón latiendo a mil por hora. Agarró un cuchillo de la cocina antes de abrir la puerta lentamente.

—¿Quién eres? —preguntó, su voz firme a pesar de su nerviosismo.

Del otro lado de la puerta estaba una mujer joven, de cabello castaño desordenado y ojos oscuros que parecían cargados de secretos. Su ropa era sencilla, pero sus manos temblaban como si acabara de correr un maratón.

—Me llamo Elisa. No tienes que confiar en mí, pero necesitas escucharme.

Sofía no dijo nada, pero no cerró la puerta. Elisa dio un paso hacia adentro, como si supiera que la curiosidad de Sofía la obligaría a escuchar.

—Alexéi no es tu único problema. Él está buscando algo, algo que tú no recuerdas pero que le pertenece. Y yo... yo estoy aquí porque quiero ayudarte.

—¿Ayudarme? —replicó Sofía con una risa amarga—. Nadie me ayuda sin esperar algo a cambio.

Elisa asintió lentamente, como si esperara esa reacción.
—Quiero mi propia revancha. Alexéi destruyó mi vida, igual que la tuya. No espero que confíes en mí ahora, pero... —Sacó una pequeña llave de su bolsillo y la dejó sobre la mesa—. Esto es para una caja en un banco del centro. Ahí encontrarás las respuestas que necesitas.

Sofía tomó la llave y la miró con desconfianza.
—¿Por qué debería creerte?

Elisa sonrió, pero era una sonrisa llena de tristeza.
—Porque soy todo lo que tienes ahora.

Antes de que Sofía pudiera responder, Elisa salió del apartamento, dejándola sola con sus pensamientos y la llave.

En otra parte de la ciudad

Mientras tanto, en un lujoso despacho iluminado solo por la luz de una lámpara de pie, Alexéi conversaba con la figura enmascarada.

—¿Ella lo tiene? —preguntó Alexéi, sirviéndose un vaso de whisky.

La figura asintió lentamente, quitándose la máscara para revelar el rostro de un hombre joven, con cicatrices cruzando su mandíbula.
—Todavía no lo sabe, pero sí. Sofía tiene lo que estamos buscando.

Alexéi sonrió, levantando su vaso en un gesto de triunfo.
—Perfecto. Mantén a Elisa bajo vigilancia. Sabía que esa niña no resistiría la tentación de interferir. Y asegúrate de que Sofía no se salga del camino que necesitamos que recorra.

—Entendido.

El hombre enmascarado salió, dejando a Alexéi sumido en sus pensamientos. Sus planes comenzaban a tomar forma, pero sabía que Sofía no sería fácil de manipular.

De vuelta con Sofía

Al día siguiente, Sofía se dirigió al banco con la llave en el bolsillo. Sentía que la observaban, pero no pudo identificar a nadie sospechoso en las calles abarrotadas del centro. Al llegar, entregó la llave al encargado, quien la condujo a una pequeña sala privada.

Dentro de la caja había un sobre grueso y un cuaderno de tapas negras. Abrió el sobre primero, y lo que encontró dentro la dejó sin aliento: documentos que detallaban transacciones ilegales, nombres de políticos y empresarios, y entre ellos, el suyo.

Tomó el cuaderno con manos temblorosas y lo abrió. Reconoció la letra de inmediato. Era su propia escritura, pero no recordaba haber escrito esas palabras.

"La organización se pudre desde adentro. Alexéi no lo sabe, pero tengo la clave para destruirlo. Todo lo que necesito es tiempo."

Sofía cerró el cuaderno de golpe, sintiendo que el aire se le escapaba. La clave para destruir a Alexéi estaba en sus manos, pero no entendía cómo. Lo único que sabía era que, si alguna vez pensó que podía escapar de su pasado, había estado equivocada.

Ahora estaba atrapada en un juego que no comprendía del todo, y las piezas comenzaban a moverse.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.