Sombras del Corazón

CAPITULO 4: DESEOS PROHIBIDOS

La luna llena ilumina el cielo sobre San Gabriel, y las luces del pueblo reflejan una tranquilidad que contrasta con la tormenta interna que Lucía siente. Después de su encuentro con Carolina y la promesa que Alejandro le hizo en la colina, sus emociones están más confusas que nunca. Se ha pasado la noche tratando de concentrarse en la música, pero su mente vuelve constantemente a él.

Finalmente, cierra su violín y decide dar un paseo por la playa. Necesita despejar su cabeza, aunque sabe que no es tan simple. Mientras camina, el sonido de las olas y la brisa nocturna no logran calmar la tensión en su pecho. Sin embargo, al doblar una esquina en el malecón, se sorprende al ver a Alejandro de pie junto al agua, con la mirada perdida en el horizonte.

Lucía: (con una mezcla de sorpresa y alivio) "Alejandro… No esperaba verte aquí."

Alejandro: (girándose hacia ella con una sonrisa suave) "No podía dormir. Este lugar tiene algo que me atrae, aunque no sabía que también te encontraría aquí."

Se acercan el uno al otro de manera natural, como si fuera lo más lógico estar juntos en ese momento. La brisa acaricia suavemente sus rostros, pero hay una electricidad palpable entre ellos, una tensión que ambos han intentado ignorar, pero que ahora se vuelve imposible de evadir.

Alejandro: (con voz baja) "Desde la primera vez que te vi, Lucía, supe que había algo en ti, algo que me atraía. Y cuanto más te conozco, más difícil se me hace estar lejos de ti."

Lucía: (sintiendo un nudo en la garganta) "Alejandro, yo… No quiero que te hagas ilusiones. Mi vida es complicada."

Alejandro da un paso más cerca, sus ojos fijos en los de ella, transmitiendo una intensidad que la hace temblar.

Alejandro: "No me importa lo complicada que sea tu vida, Lucía. Lo único que me importa ahora es esto… nosotros."

En ese instante, cualquier resistencia que Lucía había mantenido se desmorona. Las palabras de Alejandro despiertan un deseo que había mantenido enterrado por miedo, por culpa. Pero ahora, en la oscuridad de la noche y bajo la luz de la luna, todo lo que importa es este momento.

Lucía: (con voz temblorosa) "No sé si puedo hacer esto, pero… no quiero alejarme de ti."

Alejandro no necesita escuchar más. Da un paso más, cerrando la distancia entre ellos, y toma el rostro de Lucía entre sus manos, con una suavidad que contrasta con la intensidad de sus sentimientos. Ella cierra los ojos, sintiendo el calor de su toque, y en un susurro apenas audible, cruza la distancia que los separa, presionando sus labios contra los de él.

El beso es suave al principio, pero rápidamente se intensifica, cargado de una pasión reprimida durante demasiado tiempo. Los brazos de Alejandro la rodean, acercándola más, mientras sus labios se mueven con urgencia, como si el tiempo se detuviera. Lucía responde con la misma intensidad, sus manos deslizando por la espalda de Alejandro, sintiendo el latido acelerado de su corazón bajo sus dedos.

El aire se llena del sonido del mar rompiendo contra la orilla y de los susurros entrecortados que escapan de sus labios. Alejandro desliza una mano por la espalda de Lucía, atrayéndola más hacia él, mientras su otra mano se enreda en su cabello, inclinando su cabeza para profundizar el beso. El calor entre ellos crece, envolviéndolos en un fuego que ninguno había anticipado.

Finalmente, cuando ambos se quedan sin aliento, se separan ligeramente, sus frentes tocándose mientras respiran con dificultad. Los ojos de Alejandro buscan los de Lucía, como si intentara asegurarse de que lo que acaba de suceder es real.

Alejandro: (con voz ronca) "Lucía… nunca he sentido algo así antes."

Lucía: (con un susurro) "Yo tampoco…"

Pero en ese momento, la realidad regresa, y con ella, las preocupaciones de Lucía. Aunque todo en su interior grita que se deje llevar, una parte de ella sabe que no puede permitir que esto siga adelante sin ser honesta con Alejandro sobre su enfermedad.

Lucía: (apartándose ligeramente) "Alejandro, hay algo que debes saber… No puedo seguir ocultándotelo."

La preocupación en la voz de Lucía es evidente, pero Alejandro coloca un dedo en sus labios, deteniéndola.

Alejandro: "No digas nada ahora. Sea lo que sea, lo enfrentaremos juntos. Solo prométeme que no te alejarás de mí."

Lucía siente que su corazón se aprieta. Quiere creer en sus palabras, en la posibilidad de un futuro juntos, pero el miedo la consume.

Lucía: "No puedo prometerte eso… No sin que sepas la verdad."

Alejandro la mira intensamente, dándose cuenta de que Lucía está lidiando con algo serio. Aunque no sabe exactamente qué es, su determinación solo se fortalece.

Alejandro: "Entonces, dime la verdad, cuando estés lista. Y pase lo que pase, no te dejaré sola."

Lucía siente una mezcla de alivio y temor. Sabe que eventualmente tendrá que contarle todo, pero por ahora, se permite un momento más en sus brazos, sintiendo la calidez y la seguridad que él le ofrece, algo que había olvidado que podía tener.




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