Los días siguientes a la confesión de Lucía fueron una mezcla de emociones intensas. Aunque Alejandro había prometido no dejarla, la realidad de su situación se volvía cada vez más palpable. La idea de un futuro incierto se cernía sobre ellos como una sombra, y ambos luchaban por mantener la esperanza a pesar de todo.
Una mañana, mientras el sol apenas comenzaba a iluminar el horizonte, Lucía se despierta con una sensación de inquietud. La conversación con Alejandro la había dejado vulnerable, pero también más conectada a él que nunca. Sin embargo, una parte de ella no podía evitar pensar en el peso que su relación podría tener sobre él, especialmente si su salud seguía deteriorándose.
Decidida a aclarar sus pensamientos, Lucía decide pasar el día sola, caminando por los senderos del bosque que rodea San Gabriel. La tranquilidad del lugar le ofrece un respiro de la tormenta interna que enfrenta, pero no logra apaciguar las dudas que la consumen.
Al caer la tarde, mientras regresa al pueblo, se encuentra con Elena, la dueña de la tienda de antigüedades del pueblo y una vieja amiga de su familia. Elena siempre había sido como una segunda madre para Lucía, alguien en quien podía confiar.
Elena: (con una sonrisa cálida) "Lucía, querida. Hace días que no te veía. ¿Cómo estás?"
Lucía sonríe débilmente, sintiendo la calidez en las palabras de Elena.
Lucía: "Estoy… lidiando con algunas cosas."
Elena asiente, como si entendiera sin necesidad de más explicaciones. La invita a entrar en su tienda, un lugar lleno de objetos antiguos y recuerdos, donde el tiempo parece haberse detenido.
Elena: (sirviendo dos tazas de té) "Sabes que siempre puedes hablar conmigo, ¿verdad? A veces, necesitamos la perspectiva de alguien que ha visto un poco más de la vida."
Lucía suspira, sintiendo que las palabras se forman en su mente, listas para salir.
Lucía: "He conocido a alguien, Elena. Alguien que significa mucho para mí… pero no sé si debo seguir adelante con esto."
Elena la mira con curiosidad, pero sin juzgar.
Elena: "¿Es por tu enfermedad?"
Lucía asiente, sintiendo que las lágrimas amenazan con salir de nuevo.
Lucía: "Sí. No quiero que él sufra por mí, que se quede atado a alguien que tal vez no estará aquí mucho tiempo. Pero al mismo tiempo… no puedo imaginarme sin él ahora."
Elena toma un sorbo de su té antes de hablar, eligiendo cuidadosamente sus palabras.
Elena: "El amor, Lucía, no siempre es fácil. A veces, se trata de tomar decisiones difíciles, de aceptar que no podemos controlar todo. Pero también se trata de vivir el presente, de disfrutar cada momento que nos es dado. Si este hombre te ama de verdad, no será tu enfermedad lo que lo aleje, sino tu miedo a dejarlo entrar por completo."
Lucía escucha las palabras de Elena y siente que una parte de su carga se aligera, aunque la decisión sigue pesando en su corazón.
Lucía: "Tengo tanto miedo, Elena. Miedo de lo que vendrá, de lo que él tendrá que enfrentar."
Elena: (tomando la mano de Lucía) "El miedo es natural, querida. Pero el amor verdadero es más fuerte que el miedo. Si lo amas, dale la oportunidad de estar contigo, de decidir por sí mismo. No le robes esa posibilidad por temor a lo que podría pasar."
Lucía asiente, agradecida por las palabras de Elena. Sabe que tiene razón, pero eso no hace que la decisión sea más fácil.
Esa noche, de regreso en su pequeña casa, Lucía se sienta en la mesa con una hoja de papel y un bolígrafo, decidida a escribir sus pensamientos, como lo hacía cuando era niña. El acto de escribir siempre la había ayudado a aclarar su mente.
Lucía: (escribiendo en su diario) "Querido diario, hoy me enfrento a una decisión que podría cambiar todo. Alejandro me ha mostrado un amor que nunca pensé que merecía, pero también me ha mostrado lo vulnerable que soy. Tengo miedo de lo que podría significar para él, para nosotros. ¿Es justo dejarlo entrar en un camino que sé que será difícil y doloroso? ¿O es más injusto alejarlo cuando sé que lo amo profundamente? Elena me dijo que el amor verdadero es más fuerte que el miedo. Quiero creer en eso, pero ¿cómo puedo estar segura? Solo sé que, pase lo que pase, no quiero vivir con el arrepentimiento de no haber intentado. Mañana lo veré, y entonces sabré qué camino debo tomar."
A la mañana siguiente, Lucía decide que es hora de hablar con Alejandro. Lo cita en el mismo lugar donde le había confesado su enfermedad, la colina que ahora tiene un significado especial para ambos. Cuando él llega, la preocupación en su rostro es evidente, pero también lo es el amor que siente por ella.
Alejandro: (acercándose) "Lucía, he estado pensando mucho desde nuestra última conversación… No puedo dejar de preocuparme por ti."
Lucía siente su corazón acelerarse al verlo, y sabe que la decisión que tomará hoy será crucial.
Lucía: (con voz firme) "Alejandro, he estado pensando también. Y sé que no será fácil, pero quiero que sepas que te amo. Y si tú estás dispuesto a enfrentar esto conmigo, entonces quiero intentarlo. No quiero perder lo que tenemos por miedo a lo que podría suceder."
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Editado: 20.08.2024