Capitulo 09— El Lobo Observa

Capítulo 9 – El Lobo observa.

Punto de vista: Nikolai

La lluvia seguía cayendo sobre Moscú, como si el cielo intentara lavar la sangre de sus calles, sin éxito.

Nikolai Volkov permanecía frente al ventanal de su despacho en la sede de los Volchya, un cigarro medio consumido en su mano izquierda, y los ojos grises clavados en la ciudad que nunca dormía.

La marca seguía allí, grabada en su antebrazo como un recordatorio ardiente de lo imposible:

"Irina Romanova"

Una parte de él todavía no podía creerlo.

El destino, ese concepto absurdo en el que nunca creyó, había decidido unirlo a su enemiga más letal.

La sombra de los Krov.

La asesina de rostro impenetrable y mirada de acero.

—¿Jefe? —la voz de Igor, su segundo al mando, lo sacó de sus pensamientos.

—¿Qué tienes? —preguntó sin volverse.

—Todo lo que pudimos reunir sobre Romanova. Expedientes, movimientos, contactos. Y... algunas cosas que no constan en los registros oficiales.

Nikolai giró lentamente y se acercó a la mesa. Igor desplegó los documentos con eficiencia militar.

Fue recogida por Arkadi cuando tenía nueve años. Entrenada desde entonces como parte del programa de formación interna de los Krov.

No tiene familia.

No tiene amigos.

Solo órdenes.

—Un arma perfecta —murmuró Nikolai, pasando los dedos por una fotografía de ella.

En la imagen, Irina tenía una expresión neutral, casi fría. Pero había algo en sus ojos.

Una chispa de rabia contenida. De dolor encerrado tras una coraza de acero.

—¿Y qué hay de ahora? —preguntó Nikolai.

—Volvió a su base. La recibieron, pero... hay tensión.

Nuestro informante dice que Arkadi no está satisfecho con lo que pasó. No se sabe mucho más. Están cerrando filas.

Nikolai dejó caer el cigarro en un cenicero de cristal y se recostó en la silla.

La luz tenue del despacho recortaba su silueta con dureza. Su mente giraba como una espiral.

Recordaba el roce de su piel, la reacción inmediata, el calor. El brillo dorado de esas letras malditas apareciendo.

Y luego... la forma en que ella lo miró.

Como si prefería estar muerta antes que unida a él.

Pero por más que lo intentara, había algo en ella que lo atraía como una maldita obsesión. No era solo deseo.

Era curiosidad.

¿Qué se escondía detrás de esa máscara de hielo? ¿Qué voz acalló de tantos años dentro de sí? ¿Quién era Irina sin el nombre de Romanova?

—Dime, Igor... ¿alguna vez creíste en las almas destinadas?

Igor lo miró como si acabara de hablarle de unicornios.

—No, jefe. En esta vida, lo único destinado es la muerte.

Nikolai soltó una risa baja.

—Sí. Eso creía yo también.

Se levantó de la silla y se acercó al mapa de Moscú colgado en la pared. Marcó con una chincheta una zona al sur, cerca del último lugar donde la vio.

—Quiero vigilancia total sobre ella. Discreta. No interfieran, solo observen. Si se mueve, lo sabremos.

Si se reúne con Arkadi, también.Quiero saber con quién habla, qué dice, cómo respira.

—¿No sería mejor eliminarla antes de que esa marca se vuelva un problema?

Nikolai giró lentamente. Sus ojos grises eran dos cuchillas afiladas.

—Si alguien se atreve a tocarla sin mi orden, lo mato yo mismo.

Igor asintió con un leve gesto de cabeza, aunque no pudo ocultar cierta incomodidad.

Sabía que algo en Nikolai había cambiado. Y no estaba seguro de que fuera para bien.

Nikolai volvió a mirar por la ventana. Las luces de la ciudad parpadeaban como luciérnagas enfermas.

El viento arrastraba la lluvia en oleadas, azotando los cristales como si intentara colarse dentro.

Irina Romanova.

Fría

letal

y ahora...

su marca,su destino.

Molesto. Sí. Estaba molesto.Por la marca. Por la vulnerabilidad. Por lo que ella representaba.

Pero también había algo más.

Algo que ardía bajo la piel, justo donde su nombre brillaba:

Un deseo que no sabía si quería extinguir... o avivar hasta que los consumiera a ambos.

Y lo peor de todo era que, aunque odiaba admitirlo, lo estaba disfrutando.

"La cacería apenas comenzaba"