Sombras Del Destino

Capitulo 18—Ecos Entre Sombras

Capítulo 18: Ecos entre sombras

Refugio desconocido, afueras de Moscú. Medianoche.

La nieve golpeaba los cristales rotos como si el viento quisiera entrar. Irina estaba sola, rodeada por documentos esparcidos, mapas manchados y cenizas de cigarro. Había sangre seca en su brazo, una herida superficial que no le dolía tanto como el nudo en el pecho.

La orden de Arkadi yacía en la mesa. Roja, sellada. Fría como la traición.

Había leído cada línea cinco veces. No era un error. No era una confusión. Arkadi quería verla muerta.

Su puño golpeó la mesa. El sonido resonó en el refugio como un disparo.

Sacó el teléfono. Dudó.

Luego marcó.

—¿Vaya, me extrañabas tanto que no podías dormir? —respondió Nikolai con esa voz que parecía siempre rozar la ironía.

—No estoy de humor para tus idioteces. Tengo pruebas. Arkadi me quiere fuera.

Un silencio breve. Luego una voz más seria.

—¿Dónde estás?

Treinta minutos después…

La puerta se abrió de golpe. Irina giró con el arma lista, pero lo reconoció en la silueta. Nikolai, empapado por la nieve, con los ojos más oscuros que la tormenta.

—Tienes cinco segundos para explicarme por qué me hiciste cruzar media ciudad por una conversación que podríamos haber tenido con una bala —dijo él, entrando sin pedir permiso.

—Mira esto —lanzó los papeles sobre la mesa—. ¿Suficientemente claro?

Nikolai los revisó sin prisa. Luego la miró. Sus labios se curvaron, pero no sonrió.

—Fascinante. Aunque no me sorprende. Arkadi nunca soportó que alguien más tuviera poder... y tú tienes demasiado.

—¿Y tú? ¿Qué tanto sabías?

—Lo suficiente para no confiar en nadie. Ni siquiera en ti.

—Entonces, ¿qué haces aquí? —replicó ella, con el pulso acelerado.

—Tal vez... me gustas —dijo él, con un tono burlón—. O tal vez me gusta el caos. Difícil saberlo contigo tan cerca.

Irina apretó los dientes. Dio un paso hacia él.

—Esto no es un juego, Lobo.

—Oh, claro que lo es —respondió, acercándose también—. Un juego en el que tú y yo estamos bailando al borde del abismo desde hace tiempo.

La tensión entre ellos era espesa. Ella podía sentir el calor que irradiaba su cuerpo, la mirada que la atravesaba como cuchillas. Y en ese momento, Nikolai inclinó la cabeza, apenas, como si fuera a besarla.

—¿Qué haces? —dijo ella, en voz baja.

—Probando una teoría.

—¿Cuál?

—Que aunque quieras matarme… también quieres esto —susurró, acercándose aún más, casi rozándole los labios.

Irina lo empujó con fuerza.

—No te atrevas —murmuró, con la respiración agitada.

—Tranquila, Sombra. No me gustan los rechazos... pero me encantan las peleas.

Se quedaron en silencio, respirando con dificultad, atrapados en esa línea invisible entre deseo y odio.

Y entonces, un sonido seco. Cristales quebrándose. Una sombra se movió afuera.

—¿Escuchaste eso? —preguntó Nikolai, cambiando en un segundo al modo depredador.

—Sí.

El ataque fue inmediato. Las ventanas estallaron. Balas silenciadas cruzaron el aire. Irina se cubrió mientras rodaba hacia el suelo. Nikolai ya estaba disparando. La habitación se volvió una trampa letal.

—Parece que tus fans no descansan.

—Son de Arkadi —respondió ella, cargando su pistola—. Al menos uno de los dos sabe mantener la coherencia.

—¿Listos para morir juntos, entonces?

—¿Tienes otra opción?

—Sí. Sobrevivir… y luego averiguar si ese casi-beso significa algo.

Ella sonrió, de forma fría.

—Sobrevive primero, idiota.

Y juntos, espalda contra espalda, en medio del caos, enfrentaron una amenaza desconocida. Entre disparos, chispas y palabras no dichas, la sombra y el lobo se convirtieron en algo más que enemigos: en un fuego que no sabía si quería consumirse… o destruir todo a su paso.




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