Sombras Del Destino

Capitulo 20—Los Hilos Del Poder

Capítulo 20: Los Hilos del poder
Punto de vista: Arkadi

La reunión comenzó sin ceremonias, como siempre. En la cima del edificio blindado donde el consejo se reunía, el mundo parecía un páramo blanco tras las ventanas blindadas. Nieva desde la madrugada. Y aún así, el frío verdadero estaba dentro.

Arkadi Romanov, cabeza visible de la organización Krov, ocupaba la cabecera. Con el rostro severo, mirada hundida y ojeras marcadas, proyectaba autoridad… pero hoy su energía parecía más control que dominio. Sobre la mesa, los informes se apilaban sin orden. Datos de movimientos, muertes sospechosas, contactos perdidos. Todos con algo en común: la sombra de Irina.

La Sombra. Así la llamaban. Así la maldecían en voz baja los hombres que antes juraron protegerla. Y Arkadi no podía negarlo: la muchacha se había convertido en algo más que una amenaza. Era una grieta. Una brecha que empezaba a tragarse el corazón de su imperio.

Uno de los generales tomó la palabra.

—Se ha confirmado que Viktor fue eliminado. Nadie ha reclamado el cuerpo. Nadie lo ha visto salir con vida del distrito sur. Ella estuvo allí.

—¿Y qué sugieres que hagamos? ¿Que le enviemos flores? —dijo Arkadi con un bufido seco.

Hubo un silencio tenso.

Fue entonces cuando la puerta de acero se abrió sin anuncio previo.

Leonid Reznikov.

El consejero.

Nadie lo había oído llegar, pero todos sabían que no era casual. Vestía su característico abrigo gris oscuro, con una bufanda negra apenas sujeta al cuello, como si el invierno lo evitara por respeto. Su andar era pausado, su rostro inmutable. Y su mirada… esa mezcla de calma y amenaza que ningún otro del consejo había logrado replicar.

—Llegas tarde —dijo Arkadi sin mirarlo.

Leonid sonrió apenas, inclinando levemente la cabeza, como si aceptara la reprimenda con elegancia.

—La puntualidad no siempre es sabia. A veces, el eco de una decisión llega antes que la palabra que la pronuncia —respondió con su tono gélido y cargado de ironía.

Todos lo escuchaban. Pero solo Arkadi parecía querer interrumpirlo.

—No estoy de humor para tus juegos filosóficos.

—Por suerte, yo sí —dijo Leonid, y con ese gesto, colocó una carpeta sobre la mesa.

Fotos. Nombres. Zonas rojas marcadas con líneas finas.

—¿Qué es esto?

—El patrón de movimiento de La Sombra en los últimos seis días. Como verás, no está huyendo. Está acorralando.

El murmullo entre los presentes fue casi instantáneo. Arkadi hojeó el contenido con el ceño fruncido.

—¿Quieres decir que esta niña nos está cazando?

—No "esta niña", Arkadi. Esta mujer. Con entrenamiento, recursos… e ira. Una ira fría, paciente. Y quizá lo más peligroso de todo: una causa.

Leonid hizo una pausa. Observó a todos con lentitud, como un profesor que examina a sus alumnos antes de dar la sentencia final.

—Irina ya no es parte del juego. Se ha convertido en una nueva regla. Y algunos aquí dentro —dijo mirando de reojo a un par de hombres sentados cerca de Arkadi— están empezando a dudar sobre de qué lado quieren estar cuando llegue el final.

Arkadi lo fulminó con la mirada.

—¿Y tú? ¿De qué lado estás, Leonid?

El silencio se volvió denso. Una cuchilla invisible vibraba sobre la mesa.

Leonid se inclinó ligeramente, juntando las manos sobre el borde de madera como si lo pensara por cortesía… y luego susurró con voz gélida:

—Estoy del lado de los que sobreviven.

Esa respuesta fue peor que cualquier amenaza. Porque no negaba nada.

Arkadi apretó los puños. No dijo más.

Leonid se levantó con calma, su abrigo ondeando levemente mientras caminaba hacia la salida. Y justo antes de cruzar la puerta, un pensamiento irónico y oscuro surco su mente:

—“Tal vez Arkadi aún crea que controla el tablero… Pero sería divertido verlo descubrir que la reina ya no juega con sus reglas"

Y con eso, desapareció, como si nunca hubiese estado allí.




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