Sombras Del Destino

Capitulo 21— Sombras Que Caminan

Capítulo 21 – Sombras que caminan

Punto de vista: Nikolai

Flashback:

Moscú. Noche.

El aire era una navaja que cortaba hasta los pensamientos.

Nikolai Volkov descendía los escalones húmedos del Club Karmazin, ese rincón en los suburbios donde la moral se deshacía en vodka rancio y verdades envenenadas. Las luces rojas parpadeaban como una alarma cardíaca a punto de detenerse. El suelo crujía, el humo olía a traición, y las paredes transpiraban secretos antiguos.

No era un lugar al que él perteneciera… pero esa noche, ni siquiera el poder lo protegía.

Buscaba respuestas. Sobre Arkadi. Sobre Irina. Sobre los silencios que cada vez pesaban más.

Y sobre esa sombra… que no parecía pertenecer a ninguno de los bandos conocidos.

Al llegar al reservado del fondo, no encontró al informante que había pagado por hablar. En su lugar, una figura aguardaba en la penumbra, como si lo hubiera estado esperando desde antes de que la ciudad existiera.

Vestía de negro. Abrigo largo, guantes de cuero y botas sin una sola gota de nieve. Su postura era imperial. El cabello recogido con una precisión casi militar. Pero fueron los ojos —de un verde tormentoso— los que congelaron el pulso de Nikolai. Había algo en ellos que conocía. Algo que no había olvidado… pero que había aprendido a enterrar.

—Nikolai Volkov —dijo ella. Su voz era un susurro afilado, como hojas secas arrastradas por el viento—. Pensé que tardarías más.

Él no respondió de inmediato. Solo la observó, tratando de ajustar lo que veía a sus recuerdos.

—¿Quién eres? —preguntó al fin, la voz más tensa de lo que hubiera deseado.

Ella sonrió. Lenta. Peligrosa.

—Vera Morózova. La muerta que no enterraron del todo.

Un silencio pesado se instaló.

Nikolai había escuchado historias: que Vera había sido purgada por los Krov, traicionada en las sombras, borrada de los registros tras enfrentarse a uno de los consejeros de Arkadi. Que había huido a Oriente. Que estaba muerta.

Pero ahí estaba. Como si el tiempo la hubiera perfeccionado en lugar de destruirla.

—No me gustan los fantasmas —gruñó él—. Y tú pareces demasiado viva para ser uno.

—Soy lo que dejaron atrás cuando intentaron borrarme —replicó ella con frialdad—. Y no vuelvo por venganza, Volkov. Vuelvo porque el juego ha comenzado otra vez.

Sacó de su abrigo un sobre grueso, sellado con un lacre negro que mostraba el perfil de un cuervo. Lo deslizó hacia él sin apartar la mirada.

—Dentro hay nombres. Mapas. Pruebas. Algunos de tus hombres están en esa lista. Algunos de los de Irina también. ¿Quieres seguir creyendo que la guerra es entre ustedes dos?

Nikolai abrió el sobre. Reconoció rostros. Lugares que habían visitado en las últimas semanas. Fechas que coincidían con los movimientos secretos de ambos bandos.

—¿Cómo obtuviste esto?

—Algunas de tus fuentes… ya no te pertenecen.

El corazón de Nikolai latió con fuerza. No solo por el contenido, sino por lo que implicaba: Vera no había vuelto. Nunca se había ido. Solo se había convertido en algo más difícil de rastrear.

—¿Qué quieres? —preguntó él, ahora sin fingir la tensión.

—Que abras los ojos —dijo, sin rodeos—. Lo que está en marcha no se trata solo de Arkadi ni de Irina. Hay una tercera fuerza. Alguien que mueve las piezas desde antes de que tú heredaras la sangre del lobo. Yo estoy tratando de evitar que todo se hunda. Pero no puedo sola.

Nikolai frunció el ceño. Vera hablaba con la calma de quien sabe más de lo que dice. De quien ha estado dos jugadas por delante todo este tiempo.

—¿Qué sabes de Irina?

Vera lo miró con una intensidad extraña. Casi con compasión.

—La Sombra no es tu enemiga, Nikolai. Pero su historia... es más vieja que esta guerra. Más vieja que tú o yo. Y está a punto de salir a la luz.

Dio un paso atrás. Su perfume era tenue, como flores en ruinas.

—Recuerda esto: no todos los fantasmas buscan venganza. Algunos... solo quieren que la verdad arda.

Le dejó una última nota sobre la mesa. Era breve, escrita a mano:

"Pronto sabrás lo que se oculta en la sangre de la Sombra"
"Caronte está activo. La Sombra Blanca tiene acceso."

Y debajo: el mismo símbolo del cuervo, ahora delineado con tinta carmesí.

Cuando Nikolai salió del club, la neblina le cerró el paso como un muro. Sostenía los documentos contra el pecho. Sabía que, al abrirlos del todo, lo que estaba en juego cambiaría para siempre.

Y lo más inquietante era que, en su interior, algo en él ya había decidido seguir la pista de ese fantasma.




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