En otra parte de la casa, Jade encontró una puerta que daba a un comedor amplio y desolado. La lámpara de araña que alguna vez colgó majestuosa del techo yacía hecha pedazos en el suelo, sus cristales esparcidos como fragmentos de hielo roto. En una esquina, una vitrina con vidrios resquebrajados se inclinaba ligeramente, como si en cualquier momento fuera a desplomarse.
Se agachó para revisar uno de los cajones inferiores cuando un leve movimiento a su espalda la hizo congelarse.
Su respiración se aceleró.
Se giró de golpe.
Nada.
Solo el silencio espeso de la casa abandonada.
—Relájate, Jade… es solo una casa vieja —murmuró, aunque su voz temblaba más de lo que quería admitir.
Con una exhalación forzada, volvió a su búsqueda. Dentro de los cajones encontró cubiertos oxidados y platos de porcelana fina cubiertos por una gruesa capa de polvo.
Entonces, el mismo golpe sordo que habían escuchado Katie y Ciro retumbó por toda la casa. Jade se enderezó de inmediato, su mirada clavada en la puerta.
En la entrada, Patrick exploraba el lugar con cautela, su linterna iluminando los rincones oscuros. Sus pasos resonaban sobre el suelo de madera envejecida hasta que algo llamó su atención: una pequeña puerta al final del pasillo, apenas sostenida por sus bisagras oxidadas.
Se acercó y la empujó con lentitud, revelando unas escaleras de madera que descendían a la oscuridad. Un aliento helado emergió del sótano, envolviéndolo como dedos invisibles. Patrick tragó saliva, sintiendo cómo la piel de su nuca se erizaba.
Por un instante, dudó si debía bajar.
Patrick tragó con dificultad, su pecho apretado por una mezcla de nervios y miedo. Miró hacia atrás hacia el umbral de las escaleras, donde la sombra de la puerta que lo había llevado al sótano aún se mantenía firme y cerrada, como si estuviera esperando. Jade, con su incansable curiosidad y su amor por lo macabro, probablemente lo había empujado a dar ese paso. Aún sentía el eco de sus palabras en su cabeza.
—Relájate, Patrick, ¿qué puede pasar? Si no exploro algo, Jade me va a molestar por semanas —se dijo a sí mismo, ahora alzando la voz en su mente como si la misma excusa tuviera poder para calmar su ansiedad.
Pero ahí estaba, solo, con la linterna temblando en su mano. Las escaleras crujían bajo su peso, y con cada paso hacia el sótano, sentía que el aire se volvía más denso, más pesado. El lugar estaba cubierto de polvo, y el olor a moho y madera vieja se filtraba en sus pulmones. Las cajas apiladas, los muebles cubiertos por sábanas, y las telarañas que se deslizaban sobre las superficies de las estanterías le daban la sensación de que todo en el lugar estaba esperando algo, algo que él había decidido desenterrar.
Bajó unos escalones más y una ráfaga de aire frío, que parecía provenir de la oscuridad misma, le erizó la piel. La linterna iluminaba el sótano solo parcialmente, dejando que la oscuridad se tragara las esquinas de la habitación. Cuando sus ojos se posaron sobre el baúl, su corazón dio un salto en su pecho.
Era un baúl de madera, antiguo, el candado oxidado con el paso de los años, un candado que, al verlo, sentía que tenía que desatar. Algo lo impulsaba a abrirlo, pero también había algo en su interior que le decía que debía dejarlo. Sin embargo, los murmullos de Jade se colaron en su mente: “Explóralo, Patrick. Hazlo. Si no lo haces, nunca te dejaré en paz”.
Se agachó y sus dedos rozaron el frío metal del candado. Al instante, un crujido suave, casi imperceptible, se oyó detrás de él. Su cuerpo se tensó. Un susurro bajo, tan suave como el viento, parecía llamarlo desde la oscuridad.
—¿Katie?... ¿Jade? —preguntó, su voz quebrada, tratando de hacer sonar normal lo que sentía en su pecho.
Nada. El silencio lo rodeó. Ninguna respuesta. La linterna titiló, dejando solo sombras de su propio cuerpo moviéndose en las paredes sucias. Patrick intentó despejar el nudo que se formaba en su garganta. Se levantó con lentitud, y cuando intentó dar un paso hacia las escaleras, algo lo detuvo. Una sensación abrumadora de que alguien lo observaba. La piel de su nuca se erizó.
De pronto, el aire se hizo más espeso. La linterna titiló una vez más, y Patrick la sostuvo más firme, como si la luz pudiera protegerlo de lo que acechaba en las sombras.
—Esto no está bien —pensó, deseando haberse quedado arriba. Los pasos de Jade resonaban en su cabeza. Por un momento, el adolescente pensó que ella había estado bromeando. Era solo una broma, claro, Jade siempre se había burlado de sus miedos. Seguro que lo estaba espiando desde la puerta, esperando ver su reacción mientras él caía en la trampa.
Volvió a mirar el baúl. El candado lo llamaba, y una presión extraña le oprimía el pecho. A medida que avanzaba hacia la puerta, esa sensación de ser observado crecía aún más, hasta que se hizo insoportable. Él ya sabía lo que vendría. Lo sentía en sus huesos.
—Voy a irme. No importa lo que Jade piense —pensó, el arrepentimiento se apoderó de él mientras comenzaba a girarse.
Pero en ese preciso momento, un susurro gélido y sibilante rozó su oído, como si la misma oscuridad hubiera hablado:
—No dejaré que la sigan escondiendo de mí…
La voz era confundible, áspera, pero familiar. El pánico se apoderó de él cuando sintió la presencia a su lado. Giró hacia su derecha con rapidez, pero ya era demasiado tarde. Algo lo empujó hacia adelante, un frío metal tocó su piel y luego el dolor. El cuchillo se hundió en su abdomen con una violencia brutal. Un grito se ahogó en su garganta. La luz de la linterna titiló y luego se apagó, sumiendo todo en una oscuridad absoluta.
—¿Quién?... —susurró con los labios temblorosos, buscando alguna respuesta en la nada. Pero no hubo respuesta.
El frío metal volvió a perforar su carne, y esta vez, algo en su mente comenzó a desmoronarse. Pensó en su madre, en sus amigos, en Katie y Arthur, sus compañeros de siempre que lo consideraban como a un hermano, a quienes había dejado solos. "Lo siento, mamá… perdón, chicos… perdón por dejarlos", pensó, mientras el dolor lo atravesaba.
#711 en Thriller
#311 en Misterio
hay amor, hay muchas muertes y tristesas, hay mucho misterio y suspenso
Editado: 15.03.2025