Sombras del Engaño

Capítulo 16. Ecos del lago

El amanecer llegó como una línea gris sobre los árboles.

La casa abandonada había quedado atrás. Ahora, el terreno era irregular, cubierto por bosques espesos y senderos olvidados. No podían usar carreteras; estaban siendo rastreados. Amara lo había confirmado al interceptar un dron de vigilancia la noche anterior y al encontrar un aparato rastreador en el auto de Owen. Así que, decidieron dejar el auto cerca del bosque donde debían caminar varios kilómetros hasta el lago. Siempre supieron dónde estaban, y esta vez debían tener más cuidado. Raphael tal vez ya no tenía control del núcleo, pero aún conservaba sus recursos... por ahora.

El objetivo estaba a 78 kilómetros al norte: una estación secundaria junto a un lago artificial, construida durante las primeras fases del proyecto ILEX como puesto de respaldo. Según los archivos que poseía Owen, había sido desactivada hacía quince años, pero nunca desmantelada. Lo que estaba enterrado allí podría ser clave para cerrar la dispersión iniciada por Evan... o para entenderla.

No nos seguirán por aquí, si nos mantenemos fuera de la red dijo Owen mientras revisaba un viejo mapa topográfico. —El auto está a unos kilómetros de la entrada del bosque, sólo debemos avanzar por donde les indique.

¿Qué tan seguras son esas rutas? preguntó Mark.

Nada es seguro, al parecer respondió Amara—. Pero es lo mejor que tenemos.

Elina no hablaba mucho. Caminaba en silencio, atenta a sonidos que nadie más parecía oír. Cada tanto, se detenía, giraba la cabeza, y cerraba los ojos como si pudiera escuchar algo más allá del bosque.

—¿Qué ves? —le preguntó Mark la tercera vez que se detuvo. Desde que habían salido de la montaña luego de la transferencia, Elina no era la misma, todos estaban al tanto de ello, pero Mark era el más preocupado de todos. Aún así, prefirió mantenerse al margen.

—No sé —respondió ella—. Son fragmentos. Como si alguien más estuviera pensando... dentro de mí. Es un remolino de conciencias, todas ellas vivas, como si todas hablaran o pensaran a la vez. —Mark, que iba a su lado, prestó total atención a sus palabras. —Aún no estoy segura de lo que debo hacer, cuál sea el destino o final de todo esto, pero prometí que usaría la transferencia de lo que sea esto, para acabar con todo lo que Dalia no pudo terminar. Acabaremos con Evan, Raphael, y todo responsable que se cruce en mi camino.

A media mañana, encontraron el primer obstáculo.

Un puesto de vigilancia. Temporal, pero bien armado. Una camioneta negra, tres hombres con rifles tácticos, un generador y un escáner portátil. Raphael había enviado equipos de rastreo. Quizá no sabía a dónde se dirigían, pero sí sabía que estaban huyendo con algo que no podía permitirse perder. O alguien.

—¿Vamos por el costado? —susurró Owen.

—Demasiado expuesto —dijo Mark. — Los sensores pueden captar nuestro calor corporal. Necesitamos una distracción.

Fue entonces cuando Elina se acercó.

—Déjenmelo a mí.

—¿Qué? —dijo Mark—. ¿Estás loca?

—No voy a atacar —aclaró ella—. Solo... quiero probar algo.

—No lo digo por ti, ellos están armados hasta los dientes, corres peligro en ir tú sola.— Elina sonríe tranquilamente ante la evidente preocupación de Mark y toma su mano con suavidad.

En un descuido y antes de que pudieran detenerla, Elina se adelantó por el borde del sendero, se detuvo entre los árboles, y cerró los ojos.

Respiró profundo. Dejó que el pulso de su mente se expandiera. Y lo sintió.

Tres conciencias. Confusas. Fragmentadas. Una de ellas... cansada. La otra ansiosa.

Se concentró en el cansancio. Se dejó llevar por él.

Y de pronto, el guardia más cercano al escáner parpadeó, tambaleó y cayó al suelo como si lo hubieran apagado. Los otros dos se sobresaltaron. Mientras corrían hacia él, Amara, Owen y Mark aprovecharon para rodear la zona.

Cuando se reunieron más adelante, Mark la miró con una mezcla de asombro y miedo.

—¿Qué hiciste?

Elina no respondió de inmediato.

—No fue como pensar —dijo finalmente—. Fue como... sintonizar. Su mente tenía una brecha entre sus pensamientos y su ser. Y el fragmento la empujó.

—¿Lo controlaste?

—No. Solo... lo toqué. No moví nada en su mente, sólo estuve en ella. Sólo con un fragmento de conciencia. Aún es raro todo esto.

La tarde avanzó. Y con ella, también lo hicieron los síntomas.

La visión de Elina se volvió más nítida, como si viera detalles que antes no podía captar: fracturas en la corteza de los árboles, nidos ocultos entre ramas, variaciones mínimas de temperatura en el aire. A cada paso, la sensación de estar fusionada con algo más se intensificaba.

Pero no todo era claridad.

También venían los ecos.

Una voz de mujer, hablando en un idioma que no conocía pero entendía. Nombres de lugares que no existían en ningún mapa. Recuerdos de otras personas, en otras épocas, observando otros núcleos.



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En el texto hay: misterio, venganza, ficcion

Editado: 20.06.2025

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