Sombras del Engaño

Capítulo 17. Bajo las aguas del silencio

El sol apenas rozaba el horizonte cuando los árboles comenzaron a abrirse, dejando paso a un claro bañado de niebla. Delante de ellos, el lago se extendía como una placa de cristal inmóvil. Las aguas estaban oscuras, reflejando un cielo apagado y sin viento. En la orilla norte, semienterrada entre rocas y vegetación, una estructura de hormigón y metal se alzaba en silencio.

La estación del lago. Semi oculta del ojo curioso. Parecía que lo que sea que los estuviera siguiendo, se había ido. Ya no había más hombres armados pisando sus talones, ni drones, nada.
El lugar estaba desierto a la espera de ellos.

—Ahí está —murmuró Owen.

Amara asintió, apretando el fusil contra su pecho.
Mark se había encargado de repartir armas entre su grupo, cortesía de su puesto en la agencia.

Teniendo en cuenta la situación en la que estaban metidos hasta las narices, las armas no estaban de más.

—No hay señales térmicas. Y no puedo sentir nada. Si alguien está adentro, está muy bien escondido. —Dijo Elina mientras guardaba su cámara termográfica.

—O muerto —añadió Mark en voz baja.

Pero Elina no sentía amenaza. Todo lo contrario. El fragmento de conciencia dentro de ella vibraba con una quietud extraña. Como si, por primera vez, se sintiera cerca de un punto de reposo.

Avanzaron con cautela, cruzando un sendero semidestruido que los llevó a la entrada lateral, una compuerta oxidada que aún tenía un lector biométrico.
Owen se arrodilló y sacó un pequeño dispositivo de su mochila.

—Dame un minuto —susurró, conectando cables y encendiendo una pantalla.

Elina se apartó unos pasos. Desde ese ángulo, el lago parecía expandirse infinitamente. El viento le rozó el rostro.
Detrás de ella, los sonidos de Owen manipulando el panel llenaban el aire, pero su mente estaba en otra parte.

No era solo un lugar. Era un umbral.

Mark se acercó y se detuvo a su lado.

—¿Estás bien?

Ella asintió, pero no dijo nada. Sus ojos seguían fijos en el agua.

—¿Qué piensas?

—Que no hay marcha atrás. —Elina finalmente apartó la mirada del lago para después posarla sobre Mark.

Mark guardó silencio por un momento.

—Tú no tenías que estar aquí, ¿sabes?

—Lo sé. —Elina suspiró y fijó su mirada en Owen y Amara haciendo un intento de abrir la compuerta.

—Podrías haber escapado. Vivir una vida nueva. Dejar todo esto atrás.

Elina lo miró por segunda vez luego de unos segundos eternos. Su expresión era suave, pero decidida.

—¿Y tú? ¿Lo habrías dejado? —
La pregunta de Elina tomó a Mark por sorpresa, aún así, este le mostró de sus mejores sonrisas, cosa casi imposible para cualquier persona que lo conociera. Pero no para Elina.

—No —respondió él con sinceridad—. No después de lo que vi. No después de lo que te hicieron.

Elina desvió la mirada. Una parte de ella quería creerle. Otra seguía envuelta en la niebla del pasado, de las dudas, del miedo.

—Mark…

—Escucha —la interrumpió él, bajando la voz—. Puede que este no sea el momento. Ni el lugar. Pero lo que siento… lo que he sentido desde que te conozco… no ha cambiado. Ha crecido. Y si hay una mínima posibilidad de que tú sientas algo similar, sólo quiero que lo sepas. No porque espere nada. Sino porque… si algo me pasa ahí dentro, no quiero haberme quedado con las palabras atrapadas. Sé que fui un completo idiota hace cinco años, te abandoné, pero te juro que hay una razón que espero sepas algún día. Jamás quise dejarte, Elina. —Mark se acercó hasta quedar completamente frente a ella, y acarició suavemente su rostro.

Elina lo miró, y algo en su interior, más allá del fragmento, más allá de la conexión con conciencias olvidadas, se ablandó.

—Yo también lo siento —murmuró—. Aunque me asuste. Aunque no entienda qué va a pasar conmigo. Debo admitir que saber de ti, encontrar tu nombre en el informe del accidente fue... Inesperado, aún más cuando nos encontramos. Pero jamás dejé de quererte.

Y en ese instante, sin dramatismo ni grandilocuencia, se acercaron. Sus frentes se tocaron apenas, como si buscaran una misma frecuencia. Fue un gesto mínimo, pero cargado de una promesa silenciosa. Un punto de anclaje entre el caos y la esperanza.

—Listo —anunció Owen desde la entrada—. El sistema aún responde a comandos secundarios. Podemos entrar.

El momento se deshizo, pero no se perdió. Quedó suspendido entre ellos, como un vínculo no dicho.

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La estación estaba parcialmente operativa.

El primer pasillo tenía luces de emergencia encendidas. El aire olía a humedad y óxido. Las paredes mostraban marcas del tiempo y abandono, pero también trazas de mantenimiento reciente. Cables ordenados. Paneles revisados.

No estaba vacía.

Amara lo notó primero. El leve zumbido de un generador escondido. Señales de uso reciente en la consola principal. Y una bandeja con restos de comida liofilizada.



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En el texto hay: misterio, venganza, ficcion

Editado: 20.06.2025

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