Sombras del Engaño

Capítulo 19. Bajo asedio

El silencio que quedó tras las visiones no duró mucho.

Desde lo más alto de la estación del lago, Gael ajustaba una serie de sensores improvisados. La lectura no dejaba lugar a dudas. Vehículos de transporte táctico, señales encriptadas, movimiento rápido y coordenadas precisas. Raphael ya sabía dónde estaban. Y no venía solo.

—Están a menos de una hora —dijo, con el ceño fruncido—. Son al menos dos escuadrones. Lo suficientemente armados para nivelar este lugar si lo desean.

—¿Cómo lo supieron? —preguntó Amara, con el chip aún en la mano.

—La activación del núcleo es como encender una baliza —respondió Gael—. Si no fuera porque el lago nos cubre parcialmente, ya estaríamos rodeados.

Mark apretó los puños.

—Entonces vienen por nosotros. Principalmente por Elina. Por lo que sabemos.

—No solo por eso —corrigió Gael—. Vienen por el núcleo. Lo necesitan para completar lo que empezaron. Sin él, su "sistema" es incompleto. Vulnerable. Pero necesitaban que estuviera activo sin exponerse a él, así que ellos esperaban que ustedes lo encontraran y activaran primero que ellos.

—¿No se suponía que ellos sabían dónde estaba el núcleo? —Preguntó Amara mientras recogía sus pertenencias del suelo.

Gael asintió pesadamente mientras veía la forma mas rápida y facil de explicar la situación. —Verán, ellos saben que este núcleo existe, sólo que a unos kilómetros de aquí, en el mismo lago, está una réplica de este mismo, hecho por Dalia para confundir a Evan y Raphael. Evan envió la dispersión al núcleo del lago, pero no sabe a cuál lo envió, para ello, él necesitaba que ustedes llegaran primero a él para activarlo, y ahora que lo sabe, sabe que envió el resto de conciencia al núcleo principal.

Elina se mantenía junto a la cápsula, aún temblorosa por las visiones.

—¿Y si lo destruimos?

—No —dijo Gael de inmediato—. Si lo destruyen, matan todo lo que queda de los otros. Las conciencias atrapadas, los datos, las memorias. Es lo único que queda de Dalia... y de todos los que murieron por proteger esto.

Elina cerró los ojos, asintiendo con lentitud.

—Entonces tenemos que movernos.

La estación del lago estaba construida en varios niveles, algunos parcialmente colapsados, otros sellados desde hacía décadas. Elina y Mark descendieron a una sección inferior, un corredor húmedo con paredes corroídas por el salitre. Al fondo, Gael había mostrado un túnel sumergido: una vía de escape no registrada, que conectaba con la parte occidental del bosque sumergido.

—Este túnel fue diseñado para extracción de emergencia —explicó Gael—. Lo sellamos tras la evacuación inicial. Pero si quieren escapar sin ser detectados, es su única opción.

—¿Y tú no vienes? —preguntó Owen.

Gael negó con una leve sonrisa.

—Yo me quedo. Puedo retrasarlos. Manipular las señales. Comprarles tiempo. Si los alcanzan en el túnel, están perdidos.

Elina dudó.

—Podrías venir con nosotros. Podemos protegerte.

—Llevo años protegiéndolos sin que supieran que existía. Ahora me toca terminarlo. Se lo a Dalia, lo prometí el día que se la llevaron del hospital. —Gael observó a Elina mientras decía lo último, sabiendo que ella ahora recordaba ese día.

El tiempo corrió.

Mientras Owen y Amara empacaban sus pertenencias esenciales —chips de datos, mapas, generadores de pulso—, Mark y Elina tuvieron un instante a solas junto al muelle interno de la estación, donde el lago golpeaba suavemente contra los pilares corroídos.

Elina miraba el agua en silencio.

—Desde que toda esta persecución inició, imaginé que si llegaba hasta aquí... encontraría respuestas. Pero todo lo que he conseguido son heridas y a ustedes siendo arrastrados por culpa de un monstruo que quiere tener todo el poder de la mente humana.

Mark se acercó lentamente, tocando su hombro.

—Sin embargo, sigues aquí.

—No sé si por valentía, por terquedad, o porque ya estamos lo bastante implicados en ésto.

—Tal vez sí, por todo eso. O bien, por algo mucho más fuerte —dijo él—. Por amor a la verdad. Y por justicia. Por terminar lo que Dalia no pudo en su momento.

Elina lo miró, con los ojos humedecidos.

—¿Aún quieres seguir conmigo, Mark? ¿Aún después de todo lo que sabes y cómo te relacionas conmigo?

Mark no dijo nada.

Solo la abrazó. La rodeó con fuerza, como si quisiera protegerla de todo lo que venía. Y allí, entre la humedad, el miedo y la inminencia del desastre, sus labios se encontraron por primera vez sin urgencia. Fue un beso callado, tembloroso, pero firme. Una promesa sellada sin palabras.

—No pienso dejarte sola. Te abandoné una vez, y me arrepiento todos los días de ello. Así que ten por seguro que no te dejaré otra vez —susurró Mark.

Las alarmas externas se activaron justo cuando sellaban las mochilas.

—Contacto confirmado —anunció Gael—. Drones en la superficie. Escuadra descendiendo.



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En el texto hay: misterio, venganza, ficcion

Editado: 20.06.2025

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