Sombras del Engaño

Capítulo 22. Silencio entre ruinas

Elina dormía, exhausta, envuelta en una manta térmica improvisada. Mark permanecía a su lado, vigilante. Aún no estaban seguros del todo, por lo que permanecerían ahí hasta el amanecer para evitar acecho alguno de parte de Evan y Raphael.

La torre de transmisión estaba inactiva, apenas respirando con el eco residual de lo ocurrido.

Amara se había alejado unos metros, sentada en un muro colapsado, observando el cielo de madera encapotado por el polvo. No lloraba. No temblaba. Pero Owen, al acercarse, supo que algo dentro de ella sí lo hacía.

—¿Puedo? —preguntó, señalando el borde del muro.

—Claro —respondió Amara, sin mirarlo.

Se sentó a su lado. Durante unos segundos, solo se oyó el viento entre las estructuras rotas. Las hojas crujir ante su caída, y los aullidos de lobos a la lejanía.

—¿Estás bien? —preguntó él.

Amara esbozó una sonrisa débil.

—Después de entrar a bases secretas buscando información, exponernos a cada tipo y clase de peligro, haber sido utilizados y enlazados desde el inicio de nuestras vidas, constantes persecuciones, ver una ciudad fantasma, conectar una mente con un sistema muerto y casi ser borrados del mapa por un loco… diría que he estado peor.

—¿Y antes de todo esto?

—¿Antes?

Owen la miró. Amara bajó la vista.

—Antes era más fácil fingir que nada me tocaba, por Dios, era una excelente abogada defensora a la par de Elina. Nuestras carreras en su mejor momento. Nuestro futuro en orden—dijo—. Te soy sincera, cuando las persecuciones y el peligro aumentó de tono, no imaginé que podríamos llegar hasta aquí, pero tampoco pensé que todo ésto nos consumiría. En mi mente deseaba creer que esto terminaría rápido, encontraríamos a Evan Adler, resolveríamos el misterio de la muerte de la familia de Elina, y volveríamos a casa. Con la victoria entre nuestras manos. Aún así, quiero seguir aquí ¿Sabes? Elina es mi familia, y ustedes también, aunque todo esto sea una misión, una causa… o una forma de redención. Pero ahora… —lo miró de reojo— ahora cada vez que tú te arriesgas, me duele. Y no sé cómo lidiar con eso.

Owen la observó en silencio. Procesando lentamente las palabras de Amara en su mente, lo que menos quería era estropear o malentender la situación. Luego, lentamente, alzó una mano y la apoyó sobre la de ella.

—No tienes que fingir nada conmigo.

Amara se quedó quieta. El calor de su mano atravesaba el guante. No era una promesa, ni una declaración grandilocuente. Solo una presencia firme. Real.

—Desde que esto comenzó —murmuró Owen—, me he aferrado a ti. No porque seas invencible… sino porque contigo todo tiene sentido.

Amara lo miró. Por primera vez, sin la armadura emocional que la hacía ser imparcial, sin la barrera de la misión. Solo ella, humana, frágil, entera.

—Me asusta —dijo—. Querer algo en medio de todo esto.

—A mí también —respondió Owen—. Pero igual te quiero.

El silencio volvió. Pero esta vez, era un silencio distinto. Simplemente tranquilo.

Ella apoyó la cabeza en su hombro. Él la rodeó con el brazo. Y por unos instantes, entre ruinas, entre amenazas y verdades rotas, el mundo se detuvo solo para ellos.



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En el texto hay: misterio, venganza, ficcion

Editado: 20.06.2025

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