Sombras del Engaño

Capítulo 23. Ecos de lo que fuimos

El silencio que siguió a la liberación de la torre no era el de la paz. Era un silencio tenso, suspendido en el aire como un suspiro contenido.
Las estructuras colapsadas de Vandara parecían más frágiles ahora, no por los daños materiales, sino por lo que se había liberado allí. El pulso que Elina desató no solo afectó los sistemas: alteró algo más profundo. Algo que resonaba en sus propios huesos.

Despertó lentamente, con el fragmento de conciencia aún en fresco en su mente. No lo sentía como antes, pero latía con una energía tranquila, como si esperara. Sentía una presencia dentro de sí: no era una voz, no exactamente, sino una conciencia que la acompañaba en silencio. La aceptaba. La guiaba.

Mark dormía junto a ella, con la cabeza apoyada contra una columna metálica derrumbada. Su arma descansaba cerca, y aunque su cuerpo estaba relajado, su mano aún rozaba el gatillo, como si incluso en sueños supiera que la amenaza no había terminado.

Y era cierto. Evan y Raphael seguían por ahí, aún pisando sus talones.

Elina se sentó con cuidado. Sintió los músculos tensos, el cuerpo agotado, pero su mente… su mente estaba más clara que nunca.

Cuando Amara y Owen regresaron de su patrullaje, no dijeron mucho. Pero Elina percibió el cambio. Había una calma en ellos que no era habitual. Se sentaron juntos por un momento cerca del núcleo inactivo, intercambiando miradas silenciosas que decían más de lo que cualquier palabra podría haber expresado.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Amara, acercándose a Elina.

—Como si el mundo hubiera cambiado mientras dormía —respondió ella mientras trataba de asimilar un nuevo día.

—No estás equivocada —intervino Owen—. Analizamos los datos que liberaste. No fue solo una purga local. Fue una señal de reinicio. Como si el fragmento y el chip hubieran activado nodos dormidos en otras instalaciones del Proyecto ILEX.

—¿Cuántas? —preguntó Mark, que acababa de despertar y besaba suavemente la mejilla de Elina.

Owen desplegó un mapa desde su tableta portátil. Al menos quince puntos rojos parpadeaban sobre la superficie del continente.

—Estaciones menores, nodos de control, antiguos laboratorios. Y una en particular…

Un punto brillaba con más intensidad que el resto, al sur del mapa, más allá de lo que alguna vez fue una zona de exclusión: Leviatán.

—¿Qué es eso? —preguntó Elina, con el ceño fruncido.

—La estación madre del proyecto —respondió Amara—. La raíz de todo. Si hay un lugar donde Raphael y Evan se refugiarían… es allí.

—¿No sé suponía que este lugar era la matriz de todo el proyecto ILEX? —Preguntó Mark con tono cansado.

—Lo es, pero tú lo dijiste, es la matriz, es una base operativa. Donde nació la EJECUCIÓN del proyecto, en realidad —. Owen remarcó las palabras una por una tratando de explicar lo que había descubierto.

—Miren, sé que no hemos parado en semanas. Persecuciones mortales, asesinos despiadados, información oculta, viajes a bases ocultas entre bosques. Ni para qué continúo. —Amara cortó su propio discurso para dar a entender el punto cuando sintió las miradas obvias de sus amigos.
—El punto es, ésta es la base madre. Es donde nació la PLANEACIÓN del proyecto, sólo eso. Y es donde deberían estar operando Evan y Raphael. Las demás bases en las que hemos ingresado, son parte operativa de la ejecución del proyecto ILEX—.

La atmósfera se volvió más densa con la mención del nombre de Evan. Desde la noche anterior, trataban de evitar a toda costa mencionar lo sucedido con el núcleo. Pero ahora, era inevitable. Trataban de encontrar una manera de salir ilesos de la torre de Vandara para dirigirse al último punto marcado en el mapa que habían digitalizado de su madre. Esta vez no tenían ojos y oídos en el exterior, estaban en unas ruinas que antes habían sido una frondosa ciudad.

—¿Y el fragmento de tu mente? —preguntó Mark—. ¿Sigue reaccionando?

—No igual que antes —respondió ella—. Es como si… esperara algo. Como si solo hubiera mostrado una parte de lo que puede hacer.

—Tal vez esa parte era solo la llave —dijo Owen—. Y la puerta está en Leviatán.

—¿Porqué Leviatán? —Elina aún no entendía el significado de aquel nombre a la base madre de todo el misterio que tenían entre manos.

—Porque puede causar la destrucción cuando despierte —. Amara la miró fijamente tratando de dejar grabadas esas palabras en su mente.

—Así que, si Evan y Raphael ejecutan la última parte de su plan, lo que sea que Dalia trataba de proteger de ellos, será como despertar al Leviatán. Metafóricamente. Y todo lo que esté a su paso, será arrasado. Evan ahora sí tendría todo el poder.

Cuando lograron salir de Vandara, sin ningún rasguño y ni emboscadas, decidieron prepararse y pasar el resto del día recolectando suministros, consolidando datos y reforzando toda información firme que encontraron entre archivos de su padre. Necesitaban toda la información extra oculta sobre Evan Adler. Ya había quedado claro que Raphael era solo un peón más, pero Evan seguía subiendo en su cima de poder, lo que lo volvía aún más peligroso que antes.

Amara y Owen repararon los drones, Mark recalibró las armas de pulso, y Elina trató de comprender lo que la transferencia del fragmento había hecho con ella. Aún más en el núcleo de Vandara. Porque lo sentía. Cada vez con más claridad. Como si los pensamientos ajenos, los recuerdos de otros, comenzaran a filtrarse por las grietas de su conciencia. No eran visiones, no del todo. Eran sensaciones. Ecos.



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En el texto hay: misterio, venganza, ficcion

Editado: 20.06.2025

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