Sombras del Engaño

Capítulo 30. Vestigios

La pantalla aún parpadeaba con la imagen congelada del rostro de Dalia. Una versión suya sin alma, sin emociones, sin esa chispa que alguna vez la convirtió en una mujer dispuesta a sacrificarse por Elina. Ahora no era más que una marioneta programada por Evan Adler, un residuo de su retorcida inteligencia incluso después de la muerte.

Elina no podía apartar la mirada.

-Esto... no es ella -murmuró, como si lo necesitara repetir para convencerse a sí misma-. Esto no es Dalia.

Mark bajó el volumen del video, pero dejó la imagen activa en segundo plano. El silencio en la sala se volvió espeso, denso.

-Evan pensó en todo -dijo Owen, examinando los datos adjuntos al mensaje-. Este archivo no fue enviado desde una dirección cualquiera. Viene de una red encriptada alojada en una zona muerta... en las afueras de una ciudad abandonada del oeste: Orven.

Amara frunció el ceño.

-Orven fue evacuada hace más de diez años. Un brote biológico sin explicación, niveles de radiación inestables... Es tierra muerta. Nadie ha vuelto desde entonces.

-Exacto -respondió Owen, ampliando el mapa-. Lo perfecto para esconder una célula de contingencia. Una instalación subterránea dormida. El archivo que Dalia envió se originó desde allí. Si el protocolo ILEX aún existe en alguna forma, supongo que está ahí.

-Esta encrucijada aún no termina... -Amara suspiró y le sonrió dulcemente a Elina. -Debemos acabar con todo de una vez por todas. Iniciaré con posibles datos de información que no vimos. Seguiremos todos juntos. Tenemos la ubicación del archivo.

Elina se incorporó, su voz firme.

-Entonces debemos ir. Antes de que ese... clon o lo que sea termine de despertar lo que Evan dejó preparado. Debemos apagar esto antes de que alguien más lo active-. Mark tomó su mano en señal de apoyo y continuó. -Creímos que todo había quedado atrás con Leviatán, ahora que sabemos que no fue así, debemos destruir lo último que resta, sea como sea. Lo lograremos.

Mark asintió sin decir nada. Pero sus ojos se encontraron con los de ella, y en esa mirada estaba todo: miedo, desconcierto, determinación, amor.

-Estoy contigo, hasta el final -le dijo en voz baja.

Amara y Owen intercambiaron una mirada cómplice.

-Entonces será un viaje más -dijo Amara, alzando una ceja-. Uno más para salvar lo que queda del mundo.

---

Al amanecer, ya estaban listos.

La camioneta negra de Owen rugía al encenderse, lista para el siguiente desconcertante destino. Orven.

Llenaron sus mochilas con lo básico: armas tácticas ligeras que esperaban no tener qué utilizar, baterías portátiles, raciones de emergencia, y algunas ot ras cosas cortesía de Mark y mejorados por Owen. Elina llevaba consigo el fragmento que aún residía en ella, un recuerdo de Leviatán, de lo que fue... y de lo que aún podría ser.

-Sabemos cómo comienzan estas cosas -dijo Mark, mirando por el retrovisor-. Pero nunca cómo terminan.

-Por eso vamos juntos -respondió Owen-. Así importa menos cómo termina-. Mark le dió un ligero y amistoso apretón en el hombro.

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Orven, la ciudad hueca. Así la llamaron al observar las primeras estructuras que se asomaban desde la distancia.

Estaban cerca.

El camino hasta Orven fue largo y silencioso. Mientras avanzaban por carreteras escondidas o que sólo quedaban de paso, los árboles parecían susurrar advertencias olvidadas por el tiempo. Cuando llegaron, encontraron una ciudad relativamente vacía: rascacielos vacíos, faroles torcidos, autos oxidados detenidos donde alguna vez hubo prisa.

Pero lo peor era el aire. Estaba quieto. Demasiado quieto. Como si incluso el viento evitara ese lugar. Lo que hacía aún más tenso el ambiente.

El aire escaseaba, el miedo y la incertidumbre aumentaban.

Afuera de un viejo centro gubernamental, Owen encontró un lector digital aún activo.

-Aquí está -dijo-. Registro de acceso subterráneo, último movimiento... hace unos días.

Elina sintió un escalofrío. No estaban solos.

Amara encontró lo que parecía un panel o tablero oculto entre los restos de una estatua caída. Tras insertar un código que nuevamente solo el fragmento de Elina pudo activar, se abrió una compuerta oxidada. El sonido chirriante del metal contra el concreto marcó el inicio de algo más oscuro.

-Este lugar fue preparado -dijo Amara-. Como una cápsula para resistir cualquier intento de destrucción externa.

-Como una tumba -corrigió Mark-. Pero parece que hay algo dentro aún gritando para salir.

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El descenso por los pasillos fue como un viaje al inframundo. Las paredes estaban cubiertas de tecnología vieja fusionada con elementos nuevos, justamente como en Vandara y Leviatán. Claramente, alguien -o algo- había trabajado aquí en silencio durante años. Y todo apuntaba al mismo objetivo: restaurar el Proyecto ILEX desde una instancia mínima, a partir del "eco" de su núcleo primario.

Elina notó que cada paso la acercaba a un murmullo interior. Como si el fragmento aún activo estuviera siendo atraído. Lo que sea que estaba más abajo, lo estaba llamando.



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En el texto hay: misterio, venganza, ficcion

Editado: 20.06.2025

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