Sombras del Engaño

Capítulo 31. Señales en el silencio

Los días habían comenzado a parecer normales otra vez.

Elina caminaba por las calles de su ciudad, donde los árboles ya comenzaban a teñirse de amarillo por el cambio de estación. El café de las mañanas, el sonido de los autos, los saludos breves con los vecinos... todo era parte de una rutina que se había sentido tan lejana.

Pero dentro de ella, algo no encajaba.

Desde la destrucción del núcleo y la réplica de Dalia, había experimentado sueños extraños, fragmentados.
Lo cual era sumamente extraño, dado que había renunciado a su fragmento de conciencia para destruir lo último de ILEX.
Personas que no conocía, voces susurrando desde lugares sin forma, estructuras circulares, luces rojas. Algunas noches se despertaba empapada en sudor, con el corazón acelerado y la sensación de que no estaba sola. A veces, al cerrar los ojos, veía los de Evan Adler observándola desde un lugar más allá del tiempo.

No se lo dijo a Mark. No aún. Quería creer que era solo su subconsciente soltando la presión. Pero en lo profundo de su mente, algo más estaba gestándose.

---

Mientras tanto, Owen se encontraba en su pequeño taller de diagnóstico de sistemas. Desde que regresaron, había intentado desconectarse del mundo ILEX, eliminar archivos, documentos, cualquier información relacionada a todo lo que habían vivido desde el accidente de Elina, pero la realidad digital parecía decidida a recordárselo. Una noche, mientras monitoreaba la red de comunicaciones de baja frecuencia —un viejo hábito que nunca abandonó—, captó una señal encriptada con un patrón que le resultó... familiar.

Recurrió a los protocolos que usaron en Leviatán, pero esta vez, la clave de acceso no fue un código.

Fue un nombre:

ELINA.

El archivo no contenía imágenes. Solo un conjunto de coordenadas, envueltas en metadatos de origen. La ruta de transmisión parecía provenir de una instalación no registrada… en la costa sur del país, junto a una región marcada como zona de exclusión desde hacía más de una década: la ciudad abandonada de Calven.

Esa noche, sin dudarlo, Owen llamó a Amara.

—Dime que no estás viendo esto sola —dijo apenas ella contestó, sin siquiera saludar. Owen había enviado previo a la llamada, las coordenadas que había encontrado.

Amara estaba en su laboratorio, revisando secuencias de ARN digitalizadas de las muestras antiguas que tomó de Dalia. Estaba utilizando sus antiguos conocimientos en biotecnología para tratar de averiguar lo que estaba viendo.

Lo que había encontrado la helaba: fragmentos de código activo, como si una parte de la réplica aún siguiera transmitiendo. No desde un servidor, sino desde una estructura biológica aún en proceso.

—Está vivo —dijo ella—. No completo, pero... algo sigue vivo.

—Yo tengo coordenadas. Y llevan a Calven —respondió Owen.

Silencio.

—Hay que avisarles —dijo Amara.

—Sí. Pero prepárate. Esto no es un eco. Es otra cosa.

—¿Cuántos planes de contingencia pudo tener Evan? Ésto es demasiado—. Dijo Amara con un evidente tono de frustración mientras se masajeaba las sienes.

—Cada vez que creemos estar al final, que derrotamos la amenaza que nos sigue de cerca, parece que sólo es un escalón a lo que realmente puede ser. En ningún lado ví algo como todo ésto—. Owen cortó la llamada no sin antes despedirse.

---

Elina estaba en la vieja biblioteca universitaria cuando recibió el mensaje de Owen. Aquel sitio la reconectaba con una versión más inocente de sí misma, de cuando aún creía que todo lo que descubría en los libros no tendría un precio en sangre. Pero al leer la palabra Calven, se le heló la espalda. Ni siquiera conocía el lugar, y ya tenía efectos en Elina.

Mark, que la acompañaba, notó el cambio en su rostro.

—¿Qué pasa?

—No está terminado —respondió Elina—. Creí que sí, pero… hay algo más. Parece que sólo vamos en círculos, Mark. Van varias veces que creemos que todo ha finalizado, y no es así, siempre hay un peligro tras otro. No puedo seguir con ésto, Mark. Ya no—. Mark que la observaba fijamente sin decir nada, tomó su mano y salieron de la biblioteca sin decir palabra alguna. Ambos debían poner su mente en blanco.

Se reunieron esa misma noche en casa de Owen. Las paredes aún conservaban los mapas y documentos que usaron posterior al accidente, durante el inicio de la investigación en Millhaven, el descubrimiento de la base en el Lago, la información sobre las ruinas de Vandara, pero también la caída de Leviatán. En el centro de la mesa: la nueva señal. Las coordenadas. Y un audio distorsionado que apenas habían logrado decodificar.

Una sola frase se repetía:

“La red no muere. Solo muda su piel.”

—¿Qué demonios significa eso? —preguntó Mark.

—Que el Proyecto ILEX no era sólo el núcleo de Vandara o el núcleo de ejecución en Leviatán —dijo Amara—. Era una red completa de nodos. Una arquitectura descentralizada. Lo que destruimos fueron los núcleos centrales. Pero otras partes, fragmentos... pudieron haber estado esperando. Fragmentos de los que pudimos no haber tenido idea de su existencia. Hasta hoy.



#63 en Ciencia ficción
#297 en Thriller
#135 en Misterio

En el texto hay: misterio, venganza, ficcion

Editado: 20.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.