Cassian Verhoeven.
Poco antes de Evan Adler, antes incluso de la primera simulación exitosa de integración neural, hubo dos mentes sentadas frente a una pizarra en una sala pequeña del Instituto IONIS: Cassian Verhoeven y Alex Ricci, el padre de Elina.
Eran jóvenes, brillantes, y peligrosamente ingenuos.
Soñaban con expandir la conciencia humana más allá del cuerpo, conectar memorias, emociones y conocimiento en una red viva. Creían que ILEX —la Interfaz de Expansión Liminal Experimental— sería la puerta a una nueva etapa de evolución. No una máquina, sino un puente.
Pero entonces llegó Evan Adler, con su experimento de transferencia exitoso hizo su vida financiera a base de la conciencia neuronal, utilizó a Dalia, y regresó con financiación, promesas... y un objetivo oculto: controlar, replicar, dominar. Donde Alex y Dalia Ricci buscaban abrir, Evan buscaba sellar. Donde Cassian deseaba preservar la humanidad, Evan quería reemplazarla.
Cassian, al igual que Alex, Dalia y su hermana Lucía, intentó detenerlo.
Fracasó.
Cuando el primer experimento fallido de Evan colapsó y provocó una disociación mental masiva en tres sujetos, Alex se opuso frontalmente. Fue entonces cuando Evan los separó.
Tiempo después, Alex murió en el accidente de auto inducido junto a su hijo Luca, mismo auto en el que se encontraba Elina; y Cassian —sabiéndose siguiente— desapareció del mapa. Fingió su muerte durante una inspección de laboratorio reciente al accidente del padre de Elina, y se ocultó en las sombras, llevando consigo el último fragmento puro del núcleo original: una memoria viva, aislada antes de que Evan lo corrompiera todo.
Hasta que Evan también murió.
Debido a su popularidad social, fue un fenómeno extraño, sin embargo, nadie indagó acerca de su muerte. Eso le dió a Cassian una inseguridad indescifrable, podría ser una falasia total la noticia de su muerte.
Durante años, vivió en Calven, una ciudad costera pequeña, con muy pocos habitantes y casi imposible de encontrar en los mapas digitales, ahí restauró parte del sistema original de ILEX para mantener sellado ese fragmento, evitando que el eco digital de Evan lo alcanzara.
Pero cuando la señal del nuevo despertar comenzó a emitir desde Orven, supo que era momento de dejar de huir.
Y de encontrar a la hija de su amigo.
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Presente – Llegada a Calven
Elina y su grupo llegaron al borde de la ciudad costera a la caída del sol. Calven parecía muerta desde hacía décadas: edificios corroídos por la sal, calles desiertas, maleza devorando señales de tránsito y farolas oxidadas que ya no alumbraban con impotencia. Parecía una ciudad abandonada en la costa, sólo que con habitantes.
—Esto da más miedo que Leviatán y Vandara —murmuró Owen, bajando la vista del dron de reconocimiento.
—Aquí no hay guardias. Ni cámaras. Nada —añadió Amara—. Es como si la ciudad supiera que nadie debía venir.
Elina bajó del vehículo y se acercó a un muro donde alguien —quizá décadas atrás— había escrito con pintura desgastada:
"LA CONEXIÓN ES LA CAÍDA."
—Mi padre estuvo aquí —dijo en voz baja—. Lo siento.
Mark se acercó.
—¿Cómo puedes saberlo?
—Porque alguien está enviando la señal usando mi nombre. Y creo que sólo una persona más sabía que era la clave de autenticación del fragmento original. Lo encontré en el diario de mi padre.
La tarde caía sobre Calven con un silencio espeso.
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El encuentro ocurrió en lo profundo de un antiguo búnker tecnológico escondido tras un edificio colapsado. Owen logró descifrar el patrón de acceso con el código que habían recibido. La compuerta se abrió con un gemido metálico.
Dentro, rodeado de monitores analógicos, generadores autónomos y viejas matrices de servidores, un hombre esperaba. Alto, de cabello gris, rostro delgado y mirada intensa. No alzó un arma. Solo habló.
—Elina Ricci.
Ella dio un paso al frente.
—¿Quién eres?
—Me llamo Cassian Verhoeven. Fui amigo de tu padre. Y fui parte del nacimiento de ILEX.
Silencio.
—Así que tú eres Cassian. Pensé que estabas muerto o desaparecido, mi padre no supo de ti por años, según su diario —dijo ella.
—Lo estuve, en parte. Desde que Evan nos separó, dediqué mi vida a evitar que se completara lo que él soñaba: una red de mentes sin voluntad. El Proyecto ILEX fue nuestra creación junto con tu madre. Pero solo él quiso convertirlo en dominio. Pero han llegado hasta aquí, así que debo suponer que todo eso ya lo saben perfectamente.
—¿Deberíamos creerte? — Elina se puso a la defensiva cuando Cassian giró levemente.
—Absolutamente. Porque tengo esto —Cassian extendió una caja de contención. Dentro, flotando en un líquido suspendido, vibraba débilmente una esfera de memoria neural. No tecnología moderna, sino un fragmento vivo, orgánico.
Editado: 20.06.2025